Como les anticipé, Bernarda tiene un cuerpazo para su edad, ya sus pechos comenzaron a rellenarse, con un par de pezones agresivos, que cuando hace un poquito de frío o se excita, estiran la tela de su camisa, y tiene la costumbre todavía de no usar sostén, con lo que es más notorio cuando está excitada.
Es bastante alta, debe andar por el metro con sesenta centímetros, y debe pesar unos 45 Kg. Sus nalgas son prominentes, ya que están bien paraditas, parecen dos huevos de avestruz. Bernarda todavía no termina la escuela primaria, está en sexto grado, es demasiado hermosa, con un cuerpazo deseable por demás.
Pero lo más llamativo es que es por demás sociable y simpática, principalmente conmigo, a pesar de que le llevo varios años, yo estoy ya en segundo año de la facultad. Ella nació en la casa vecina, o sea que la conozco desde bebé. Pero lo que es cierto es que hasta hace un par de meses no le prestaba mayor atención, siempre la admiraba por lo bella que es, pero nunca con malicia hasta que el diablo metió la cola.
Esa tarde, hace unos días, estaba yo solo en casa, estudiando, cuando suena el timbre de casa. Veo por la cámara del portero que es Bernarda, voy y le abro, ella sonriendo me pregunta si se puede quedar conmigo un rato hasta que su madre regrese, ya que salió y ella no había llevado llave, entonces se quedó afuera cuando volvió de la escuela. Vestía una faldita escocesa apenas por arriba de la rodilla y una camisita manga corta, debajo una camisetita de franela liviana, que no ocultaban sus puntudos pezones.
La hice pasar y le ofrecí un vaso de gaseosa, el cual aceptó. Fui hasta la heladera, traje la botella y el vaso y al volver al living observo que estaba sentada a pierna abierta mostrándome todo el calzoncito floreado que tenía puesto. Inmediatamente, comencé a tener una erección, nunca hasta este día, Bernarda había causado en mí esta reacción, en cuestión de segundos tenía la verga dura como un caño, y claro, al tener yo puesto un joggins liviano se notó el bulto debajo de mi ropa, ella abrió los ojos al descubrirlo, observé que su mirada no se apartaba de mi entrepierna, yo ni lerdo ni perezoso me estiro hacia atrás con lo que se hace más notoria la erección.
Bernarda es niña paro, no es tonta, lo cual demostró enseguida, ya que se puso algo colorada y con su voz infantil me pregunta así de primera por qué tenía el pito duro. Yo me quedé helado ante tremenda pregunta de la niña. Pero ya el diablo estaba cerca, entonces tomando mi rabo por arriba de la ropa le pregunto si alguna vez había visto una verga en vivo y en directo. Respondió que solamente la de su primito pequeño. Entonces sin mediar otra palabra simplemente me paré, me bajé el joggins hasta las rodillas junto con el slip y liberé mi pija para que la señorita pudiera apreciar mi rabo, que digamos no está tan mal, son 18 cms X 6,5 de lomo.
Destaca mucho el glande, tiene en estado de erección el tamaño de un kiwi. Para colmo de males hacía ya 15 días que me había peleado con mi novia y nada de sexo. Solo una que otra masturbada con videos porno. Lo cierto es que Bernarda no se amilanó, se acercó, se agachó y tomando mi pija por el tronco, la acercó a su cara, la olió, y luego la lamió degustando el sabor. Grande mi sorpresa, la nena estaba dispuesta a jugar. Le pregunté de donde había aprendido eso, y me contó que con una amiga, suele ver porno en su laptop a escondidas, y que solían practicar el chupar pijas con zanahorias o pepinos, y que su amiga ya se había metido un pepino en la conchita desvirgándose así misma, pero que ella solo se había metido la puntita de una zanahoria por el culito, y que le había gustado, pero que le había dolido un poco. Y habiendo confesado, directamente abrió la boca y se metió la cabezota y parte de la verga hasta la garganta, me comenzó a dar una rica mamada. Yo me adueñé de sus tetitas, se las pellizcaba y ella cada vez mamaba mejor y más adentro.
En un punto me tuvo casi listo para llenarle la boca de leche, pero yo me había entusiasmado con su confesión y quería probar de hacerle el culito. La detuve y le pedí que se desvista, ella rápidamente se sacó toda la ropa, por Dios, que hermosura de nena. Blanquita, su vagina lampiña sin un pelito de labios gruesitos, que ya brillaban por estar mojaditos por su calentura. Y me saqué toda la ropa y mi verga pareció crecer más todavía. Fui hasta la pieza y traje el gel lubricante que utilizo siempre con mi novia, no era cuestión de hacerla sufrir inútilmente. No quería lastimarla. Quería gozarla.
La hice arrodillar de panza al sofá, con lo que sus nalgas quedaron justo a la altura de mi verga cuando me arrodillé detrás de ella. Puse mucho gel en mis dedos y en su ojetito, y metí primero un dedo, ella solo suspiró, entró todo, jugué un ratito con su anito y con la otra mano acariciaba su conchita, para eso ya la piba estaba más que excitada, estaba muy caliente, suspiraba y gemía, puse más gel y metí un segundo dedo, también entró todo sin mucho trabajo, tenía una excelente dilatación, mientras jugaba con su culo, aproximé la cabezota de mi verga que estaba como un garrote de dura e hinchada a sus labios vaginales, apoyé la punta entre sus labios y empujé un poquito, se abrió como una flor, su conchita estaba totalmente lubricada y resumiendo jugos, intenté meter la cabeza, pero por la posición no entró, ella se quejó, pero no se corrió, yo seguí con tres deditos en su culo, finalmente liberé su ano y estaba bien dilatado, lo llené de gel, embadurné la punta de mi pija con más lubricante y apoyé el glande directamente dentro de su agujerito, la mitad de la cabeza entró y se trabó, ella gimió, yo seguí presionando y lentamente mi pija se fue metiendo en ese tan estrecho y aterciopelado túnel, parecía que una mano estuviera estrujando mi palo, ella comenzó a llorar y a gemir despacito, yo seguí penetrándola mientras con la otra mano metía los dedos en su conchita, acariciaba su clítoris y estiraba sus labios preparándolos para luego penetrarla.
Al fin estuve todo adentro de la nena, se calmó y dejó de llorar, solo suspiraba fuerte y apretaba con sus manitas un almohadón, luego de unos minutos, que sirvieron para que se relajara y liberara un poco de presión sobre la verga, comencé a moverme de a poco, luego acrecenté las idas y venidas hasta que al final ya casi se la sacaba toda y se la enterraba hasta los testículos, ella acompañaba con suspiros y gemiditos, de repente con un gemido más largo y contracciones violentas de su ano logró un tremendo y primerizo orgasmo. Y ella sola se enterró la verga hasta las bolas, quedando ensartada hasta no caber un alfiler entre mi abdomen y sus glúteos. Su ano parecía un guante que apretara y soltara mi pija. Y así logré yo llenarle el culo de semen con una larga y cruenta acabada.
Tuve que dejar pasar varios minutos hasta que mi tripa fue liberada por ese apretado culo, cuando se la saqué sonó un plop como al descorchar una botella de vino. Se quedó quietita de panza al sillón, pero o estaba dispuesto a seguir, con lo que aprovechando su mansedumbre la hice darse vuelta y tomar nuevamente en su boca mi palo. Nuevamente, me hizo una hermosa mamada y como corresponde mi pija se enervó nuevamente, y sin pedirle permiso, puse sus piernas sobre mis hombros, unté gel en la cabeza de mi verga y comencé la ardua tarea de desvirgar a Bernarda, pincelee su clítoris con mi palo duro y cabezón, ella estaba con los ojos cerrados y suspiraba hondo, esperaba la entrada del intruso a su preciada cuevita delantera, y no me hice rogar, abriendo con dos dedos sus labios externos metí la cabezota de mi pija hasta chocar con su himen, ella gritó, y yo se lo perforé con una estocada a fondo, ella volvió a gritar que se la sacara, yo ya estaba totalmente enterrado en ella, hasta que la punta de mi verga chocó con sus ovarios.
Y no le perdoné nada, inmediatamente comencé a cogerla con fuerza, meta y ponga, se la sacaba toda y se la metía hasta el fondo, pronto se le pasó el dolor y comenzó a colaborar, salía a mi encuentro con su pelvis, y me pedía más y más, toda adentro, no quería que se la saque, y así logró otro orgasmo y antes de que me diera cuenta tuvo su tercer orgasmo, yo seguí cogiéndola hasta que me llegó el momento de acabar, se la saqué, se la puse en la boca y le llené la cara, sus pechos y boca de semen. Ella totalmente excitada, se refregaba la lechada por la cara, las tetas, se la volví a meter de una y le pegué todavía varias empernadas más y le saqué un cuarto orgasmo. Quedó despatarrada en el sillón y yo agotado por esta pequeña maratón de sexo impensado.
Desde ese día, Bernarda viene tres y hasta cuatro veces a la semana para estudiar conmigo, claro lo que menos hacemos es estudiar, pero cada vez coge mejor, ya su culo acepta la cabeza de mi pija sin gemidos, y aprendió a chupar una verga como pocas, y hay que ver como lo disfruta, y yo ni les cuento.
Anónimo
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