Pedro se encontraba en aparador de un centro comercial viendo algo de ropa, algunos trajes, cosas para el trabajo; de pronto una mano le toca el hombro y él voltea creyendo que se trata de su mujer que estaba dentro de otra de las tiendas especializadas en ropa de mujer. Se queda perplejo al ver delante de sí a un hombre que por unos instantes y debido a sus cavilaciones no reconoció.
– ¿Pedro? ¿Cómo estás? Hace cuanto tiempo…
– Hola – contesta secamente Pedro, aún dudando y de pronto – ¿Juan…? ¡Oye, cuanto tiempo, vaya casualidad! – por fin dice reconociendo a su amigo Juan, al que hace un par de años no veía.
– ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido? Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez… ¿Estas de compras con la familia?
– Si, por ahí, deben de andar, ya sabes como se tardan.
– Lo mismo me pasa… Oye, porque no nos vemos otro día, te dejó mi tarjeta y nos ponemos de acuerdo ¿Qué te parece?
– Si está bien, te llamó en la semana ¡De veras, que gusto verte!
– Okay, espero tu llamada, no dejes de hacerlo… – dijo Juan encaminándose hasta la entrada de una tienda en donde una mujer le estaba haciendo señas.
– Si, te llamaré, nos vemos. – se despidió Pedro de su amigo.
En realidad Pedro se encontraba de compras pero lo acompañaba su hermana quién estaba viendo ropa en una de las tiendas y se llevó a la hija de este con ella, Nicole. La niña tiene nueve añitos y es en verdad una niña preciosa de piel blanca, cabello oscuro y ojos color miel, su cuerpo es delgadita y apenas se le comienzan a formar sus senos y ya tiene un poco de nalguita; Pedro las ve de pronto que se acercan por uno de los pasillos y se encaminan hasta él cuando lo ven.
El lunes el trabajo es bastante pesado pues se acumula lo del fin de semana, Pedro es un alto ejecutivo en una empresa internacional de venta de alimentos, ese día se le olvido por completo llamarle a su amigo, pues tuvo una junta de la cual ya salió demasiado tarde. El martes ya un poco más calmado de trabajo estaba buscando a la hora de la comida en su cartera un billete para pagar cuando vio la tarjeta que Juan le había dado en el centro comercial, la guardó en la bolsa de su camisa y se dispuso a disfrutar de sus alimentos, estaba en compañía de varios de sus compañeros y la platica se alargo un poco más de lo normar, ellos pidieron un par de cervezas para pasarla mejor y luego regresaron a sus labores.
Pedro se sentó en su escritorio y continuó laborando y en una de esas se acordó de la tarjeta, la sacó de su bolsa y miró el cartoncillo, tenía un color gris y un logotipo en una de las esquinas “Juan Ponce, Gerente general.” Vio el teléfono en una de las esquinas y buscó su aparato celular para marcarle.
Quedaron de encontrarse en un bar a las seis de la tarde y para que no hubiera ningún problema en casa Pedro llamó a la niñera para que se quedara tiempo extra, la mujer ya estaba acostumbrada a eso así que no le extraño en lo absoluto la petición de Pedro. A las cinco treinta de la tarde Pedro apagó su computadora y se encaminó hasta el elevador del edificio en donde laboraba, entró y apretó el botón de estacionamiento, las puertas comenzaban a cerrarse cuando una atractiva mujer corrió desde el pasillo.
Pedro la vio y detuvo al ascensor para que la mujer pudiera abordarlos, era su secretaria, Perla, tenía 20 años y era en verdad una mujer hermosa, cabello largo hasta la mitad de la espalda, de un color rojizo, un cuerpo delgado y bien proporcionado en cada una de sus partes, sus senos se apreciaban firmes y cuando usaba escotes pronunciados los ojos de su jefe se tenían que desviar para verlos, sus caderas tenían un buen tamaño y guardaban la proporción perfecta, con sus piernas y cintura. En fin, la mujer estaba como para comérsela.
A las cinco cincuenta y dos Pedro se estacionó en el bar y se encaminó hasta una el interior, el ambiente era agradable y varias bellas meseras se paseaban estregando los pedidos entre las mesas, en una esquina Pedro vio a su amigo Juan y entonces se encaminó hasta él.
Comenzaron a platicar de las cosas que habían pasado y del trabajo, de las cosas que siempre platica uno cuando no ve a una persona por bastante tiempo. Entre platica y platica también pedían sus copas, estaban tomando de una botella de Tequila Herradura y también había sobre la mesa varios platos de entremeses, Pedro se comenzó a sentir un poco más nostálgico a medida que avanzaba con las copas de tequila y entonces comenzó a contarle a su amigo que su mujer lo había estado engañando y que él nunca se dio cuenta, hasta que una tarde que salió temprano del trabajo decidió ir a su casa in avisar y así darle la sorpresa a su hermosa esposa, llegó a la casa y la encontró en completo silenció, creyendo que no había nadie se sentó en el sofá de la sala para descansar un poco en lo que llegaban su esposa y su hija; después de unos minutos de estar allí creyó escuchar un ruido en la parte alta de la casa, se espantó y sigilosamente se dirigió a las escaleras, lentamente avanzó por ellas y llegó al pasillo de la planta alta, su corazón palpitaba aceleradamente y casi podía sentir que se le salía del pecho.
Nuevamente otro ruido, salía de su habitación, la alfombra amortiguaba sus pasos así que se acerco y empujó la puerta lentamente para mirar al interior, de pronto la sangre se le heló; su esposa estaba completamente desnuda, con la cabeza agachada viendo el rostro de un hombre que estaba recostado en la cama, no les podía ver la cara, solo el movimiento rítmico de las hermosas caderas de su mujer, ella comenzaba a venirse en ese instante; un repentino resquicio de sabiduría trepó al cerebro de Pedro y corrió al estudio de donde tomó la cámara de video con capacidad para visión nocturna y regresó a la habitación y comenzó a grabar todo lo que pasaba, ya habían cambiado de posición los amantes y ahora ella estaba de perrito y el otro hombre dándole por detrás, esta vez lo vio bien e inmediatamente supo de quién se trataba. Era un nuevo vecino que se había mudado hace apenas un par de semanas, era apuesto y su esposa no había podido resistir sus encantos; los dejó terminar y lo que vio al final lo sorprendió más, el hombre se paró frente a la bella cara de su esposa y apuntó su verga al rostro, ella llevó el miembro a su boca y lo chupó hasta tragarse el esperma que comenzaba a manar de la gruesa cabeza. Le dolió porque ella nunca se había dejado hacer cosas como esa cuando el se las pedía, eso era todavía más doloroso que en si el mismo engaño.
Sus ojos estaban anegados de lagrimas y su amigo lo calmó, le dijo que esas cosas pasaban y que pronto encontraría a una mujer que en verdad lo respetara e hiciera feliz, Pedro se calmó un poco y bebió de nueva cuenta un largo sorbo de tequila, miró a Juan con frialdad y luego su mirada cambió por la de duda; Juan intuyó que aun faltaba algo más en historia. Y se lo preguntó a su amigo, Pedro bajó el rostro y asintió con leves movimientos de s cabeza. Juan entonces le dijo que si quería se lo podía contar, que de el no salía ninguna palabra.
Tomando un poco de aire Pedro continuó con la historia. La separación fue fácil debido al video que le tomó a su mujer con el vecino en pleno acto, ella tuvo que dejar el hogar y debido a su comportamiento perdió la patria potestad de su hija, no tuvo que darle ningún tipo de pensión y además se le prohibía acercarse a su hija hasta que la niña cumpliera los doce años. Pero para Pedro no fue fácil perder a su amada y bella mujer, desde que eso sucedió se dedico a la bebida y poco a poco comenzó a sentirse solo, una de tantas noches en que se encontraba ebrio y sentado en la sala de su casa, la pequeña Nicole se acerco a él para reconfortarlo y que no se sintiera tan mal, ella traía puesto su camisón que usaba para dormir, se sentó a su lado y lo abrazó, su padre le correspondió el abrazo y así permanecieron por varios minutos, la mano de el casi rodeaba a la niña por lo que con la yema de los dedos estaba rozándole el seno a la chiquilla, lo notó apenas en desarrollo, sus dedos se movieron de arriba para abajo acariciando la cálida protuberancia, la niña no se movió; poco a poco la mano fue avanzando hacia el frente en donde por fin pudo encontrar el pezón, estaba erecto y el sintió una punzada en su entrepierna, se dio cuenta de que estaba completamente erecto su miembro.
La desesperación, la soledad y la necesidad le nublaron los sentidos y pronto se vio acariciando la entrepierna de su pequeña niña de nueve años, la recostó en el sillón y la niña se veía completamente desconcertada, no acertaba a hacer movimiento alguno, solamente se dejó hacer pensando que de esta forma su padre se sentiría mejor, Pedro sacó por la cabeza de la niña el delgado camisón y la pudo ver solo con su braga de algodón puesta, puso su mano en esta y acarició de nuevo el abultado montecito de Venus de su niña, luego vio los erectos pezones, sus pequeños senos erguidos, se agacho y mamó cada una de las pequeñas montañitas; la niña estaba asustada pero se quedo como paralizada, experimento unas sensaciones extrañas que no pudo descifrar y que la dejaron pasmada en ese instante. Pedro se puso de pie y se desnudo, luego se agacho para quitarle las braguitas blancas a su niña y pudo ver su hermosa vaginita, era la primera vez que la veía así y sintió una enorme excitación recorrer su cuerpo.
Abrió con brusquedad las piernitas de la niña y los labios vaginales quedaron expuestos, todavía no había señal de vello y sus rosados labios se abrieron un poco al abrirle este las piernitas, un rosa intenso se dibujo en el interior, se hincó delante de la niña y entonces comenzó a chuparle la panochita, su lengua recorrió cada uno de los pliegues vaginales de la pequeña Nicole y luego se concentró en el clítoris, poco a poco los regordetes labios vaginales se fueron relajando y se abrió un pequeño agujero mostrando la entrada vaginal, Pedro se incorporó y después de hacer que la pequeña le diera unos cuantos besos a la cabeza de su pene se acomodó entre sus piernitas. Apuntó la gruesa cabeza de su pito y la colocó entre los pequeños labios vaginales de la niña, empujó con un poco de fuerza para forzar la entrada de la verga en la panochita y poco a poco el glande se fue perdiendo en el apretado y cálido interior de esa jugosa rajadita, Pedro sintió que tomaba fuerzas de nuevo y continuó empujando y cuando sintió que algo lo detenía en lugar de detenerse movió sus caderas con más fuerza, la niña entonces soltó un fuerte grito que se escuchó en cada una de las habitaciones de la casa; la verga se introdujo bruscamente hasta más de la mitad y entonces Juan supo que había desvirgado a la pequeña, hasta ahí fue que supo lo que estaba haciendo, pero ya la excitación era más grande que la cordura y entonces continuó metiendo más pito dentro de la pequeña vagina, la niña no pudo con todo el tronco y
entonces cuando él sintió que ya no entraba más comenzó a bombear, solo quedaba fuera una cuarta parte de su palo. Se estuvo cogiendo a su pequeña hija por espacio de veinte minutos, con furia, con fuerza, sin más necesidad que la de vaciar sus bolas dentro de ese caliente bollo que lo recibía a medias. Una punzada fuerte en sus bolas anunció la fenomenal venida que comenzó a inundar de leche caliente las entrañas de la pequeña niña, los últimos tirones fueron lo más profundos posibles pero aún así la verga no entró más de tres cuartas partes, la niña sollozaba en silencio y aun no creía lo que su padre la había echo.
Desde esa fecha Nicole no veía con simpatía a su padre pero no se portaba del todo mal, solo le daba los buenos días o las buenas noches cuando la veía pero en general procuraba no estar cerca de él. Juan lo escuchó todo el tiempo con atención y sintió una tierna simpatía por lo que a su amigo le sucedía. Lo reconfortó diciéndole que no se preocupara y que el le habría de ayudar con respecto a eso. Eran apenas las seis y media de la tarde pero Pedro ya se encontraba algo tomado, Juan se ofreció a llevarlo a su casa y luego de dejarlo sano y salvo se dirigió hasta la suya, no muy lejos de la de su amigo.
Juan llega a su casa a eso de las siete de la noche y se encuentra a su esposa, Claudia, en la cocina, ella esta preparando la cena, se acerca y metiendo sus manos por debajo de la minifalda de ella le acaricia las nalgas al momento que le da un beso en la nuca como saludo, ella se ríe y no hace más que restregar sus nalgas contra el cuerpo de su marido, en esas están cuando escuchan pasos que se acercan a la cocina. Juan se separa un poco de su mujer y voltea a la entrada de la cocina.
Carolina viene corriendo por el pasillo y Juan la ve ya casi cuando ella esta por entrar a la cocina, entre gritos y vivas la niña sigue corriendo y salta literalmente a los brazos de su padre quién ya la esta esperando, pues sabe como es ella. La chiquilla lo abraza poniendo sus piernitas alrededor de su cintura y le da un beso en los labios, la lengua de la bella Carolina se introdujo dentro de la boca de su padre. El beso se fue haciendo más y más apasionado; las manos de Juan buscan las hermosas y tersas nalguitas de su hijita y comienza a sobarlas por encima de la falda escolar que aún traía puesta la niña. Con movimientos lentos el comenzó a sobar ese par de hermosos cachetes y de vez en cuando paseaba su mano a lo largo del canal que separa ambos cachetes y se detenía unos instantes sobre el ano de ella en donde trataba de meter un poco uno dedo y aunque la tela de la falda y sus bragas se lo impedían podía muy bien apreciar el calor que del agujero manaba.
Intempestivamente ella se separa del apasionado beso y aun abrazando a su padre con las piernas y las manos de este en sus nalgas ella le dice:
– Papi, saque un nueve en matemáticas…
– Muy bien pequeña, sabía que lo podrías hacer.
– Claro papi, pero ahora debes de cumplir lo que me prometiste.
– Por supuesto que te lo voy a cumplir, ya hablaremos después.
– No, papi… ¡Ahora!
– ¿Aquí? ¿Ahora?
– Si, papi… tú me has enseñado que las promesas se deben de cumplir.
– Carolina voltea a donde su madre prepara la ensalada de pepinos y
le dice – Verdad mamá, que papá debe cumplir.
Claudia la madre de Carolina voltea a verlos pero sin dejar de cortar los pepinos que tiene en la mano, entonces asiente con la cabeza y una sonrisa cómplice a su pequeña hija. Sin decir más las manos de Juan se introducen esta vez bajo la falda azul de la pequeña y acaricia despacio los muslos de la pequeña y va subiendo has toparse con las bragas, pasea su mano por los dos cachetes y a su vez vuelve a reanudar el beso, su lengua se introduce profundamente dentro de la boquita de la niña, ella cierra los ojos y le ofrece a su padre su propia lengua la cual comienza a enroscarse con la de él. Con una mano Juan puede palpar la vaginita de su pequeña y hace a un lado la parte baja de las bragas hasta que siente en sus dedos la suave piel de los labios vaginales de su pequeña, comienza a frotar de arriba para abajo los dedos a lo largo de la lampiña rajada de la niña, y ella aprieta más sus piernas en torno a su padre. Con la mano que esta desocupada Juan busca la palanquita del cierre y comienza a bajarlo, con un poco de esfuerzo logra sacar de entre su truza la dura tranca que ya se ha formado, la rojiza cabeza se balancea de arriba para abajo cuando por fin logra la liberación completa del miembro; nuevamente regresa sus manos hasta las nalguitas de la niña y con una la sujeta mientas que con la otra mantiene a un lado las bragas, dejando así la panochita de la pequeña libre.
La morada punta del palo de Juan se anidó entre los regordetes y lampiños labios vaginales de Carolina, lentamente comenzó a dejar caer a la pequeña y la cabeza se introdujo completamente, la niña ya se encontraba excitada y muy lubricadita por sus propios jugos, el ariete fue ingresando más y más y pronto la mitad de la verga ya estaba completamente enterrada en la apretada panochita de la nena de diez añitos; con leves movimientos de su cadera Juan comenzó a bombear a su pequeña niña, la mojada verga comenzó a retroceder para pronto volver al interior de tan exquisita conchita. Carolina se aferró fuertemente al cuello de su padre pero ninguno de los dos dejó de besar al otro, las manos de su padre se paseaban de un lado al otro de sus nalguitas y luego una mano en cada cachete haciendo que el ritmo de las bombeadas fuera más intenso mientras la subía y bajaba a ella. La niña sentía como la gruesa daga de su padre la comenzaba a llenar, era una sensación mezclada, un poco de dolor y eso si, mucha satisfacción, su respiración era agitada y su lengua no dejaba de responder a la lengua de su padre que se meneaba e introducía profundamente en su boquita.
Claudia los observaba desde el otro extremo de la cocina y su calentura se despertó al ver como su padre le comenzaba a introducir lentamente la verga a la niña, ella se acercó entonces y se colocó a un lado de ambos, al principio ellos no se dieron cuenta de su presencia pero en una pausa que hicieron Carolina pudo ver que su madre estaba a un lado de ella, la hermosa mujer acercó su rostro al de la pequeña y sus labios se unieron, primero delicadamente, como palpando el terreno, luego la lengua de la niña buscó la de su madre introduciéndose en su boca, el beso se volvió entonces más caliente, madre e hija se besaban con esmerado frenesí a la vez que Juan seguía bombeando la apretada y húmeda cavidad vaginal. Después de que ambas terminaron de besarse Claudia se separó de ellos y se coloco de rodillas frente a su marido, desde esa posición podía ver claramente como la gruesa tranca de Juan entraba y salía de entre los regordetes labios que se movían al ritmo de la bombeada, la hermosa mujer acercó su rostro a el sexo de su marido y comenzó a lamerle las bolas mientras en sus ojos se aplastaban el rico culo de su hija, la juguetona lengua de la mujer hizo un excelente trabajo y entonces Juan decidió recompensarla sacando de vez en cuando la gorda macana de la panochita de carolina para que ella la pudiera mamar y devorar a su vez los ricos jugos de la pequeña.
Por supuesto que Claudia aprovecho para además mamarle la rajadita a su niña, introdujo profundamente su lengua dentro del agujero que había dejado el garrote y lamió con satisfacción los jugos que manaban de la gruta de la niña, después volvió a regresar hasta la verga de su marido y la mamó unos minutos para luego con su mano dirigir de nueva cuenta la gruesa manguera al interior de la panochita de la niña; Juan continuó bombeando entonces a la niña mientras que Claudia se dedico a chupar y lamer el apretado ano de la niñita. Al poco tiempo la madre comenzó a meter un dedo dentro de culito de la niña que ahora era invadida por ambos lados, trató de meter dos y tuvo que lubricar un poco más su dedo para que pudieran entrar ambos dedos, la niña bufaba de pasión y de vez en vez fuertes gemidos se escapaban sin querer de su garganta, después de que la mamá de la niña pudo comprobar que ya no había dificultad en meter sus dedos se puso de pie y fue hasta donde estaba preparando la ensalada, tomó uno de los pepinos más delgados que encontró y fue de nuevo hasta su lugar, mamó el pepino como si de una verga se tratara y luego apuntó al culito abierto de su niña, lentamente fue haciendo que el grueso y duro pepino se fuera introduciendo en el culito de su niña, está
gimió y gritó cuando sintió la dura verdura perforándole el ano, pero en lugar de apartarse reculó para permitir que esta se fuera introduciendo más.
Poco tiempo después la niña ya era penetrada por el palo de su padre y el grueso pepino que su madre se encargaba de meter y sacar de su anito. Mientras con una mano mete y saca el pepino de la rajadita de su hija con la otra ella se masturba frenéticamente el clítoris, gime y gira sus caderas para aumentar el placer; justo en ese instante una fuerte oleada de calor comienza a formarse en el interior de Carolina quien comienza a gritar y gemir con más intensidad, su vagina aprieta fuertemente el garrote de su progenitor y esté sabe que ella comienza a venirse, aumenta entonces la velocidad de los movimientos de sus caderas y la verga entra y sale cada vez a más velocidad, la venida que esta teniendo la chiquilla la hace retorcer su hermoso cuerpecito hacia atrás y el largo cabello se mueve de adelante para atrás junto con todo su cuerpo, las contracciones son tan intensas que su padre también comienza a escupir dentro de lo más profundo de la panochita espesos y calientes chorros de semen, un disparo tras otro hacen aún más rica la venida de la niña, pues siente como la crema de su padre la comienza a inundar, ambos están gimiendo y moviéndose con intensidad y Claudia también acelera los movimientos de su mano contra su panocha a la cual ahora restriegas con toda la palma mientras que uno de sus dedos se introduce lo más profundamente posible, su vagina comienza también con contracciones y un intenso placer recorre toda su columna vertebral, ella suelta un candente gemido tras otro mientras de su pantaleta comienza a absorber todos los jugos que tratan de escapar, ahora suelta el pepino y este se queda clavado por unos instantes en lo más profundo del ano de su hija Carolina, lleva su otra mano hasta su raja y termina de masturbarse; cuando voltea para arriba lo único que ve es como su marido comienza a sacar su aun duro palo de la panochita de la nena, se levanta y toma en su boca la tranca, la chupa y lame hasta tragarse todos los líquidos que tiene en la superficie, es una deliciosa mezcla de semen de su marido con jugos vaginales de su niña, la verga queda brillando por la saliva de Claudia y esta luego se pega a la panochita aun abierta de par en par de su hijita, su lengua trata de tomar todos los jugos que están aun escurriendo, el olor es fuerte y penetra hasta las últimas fibras cerebrales de la mujer, es un olor a sexo, a pasión que la enciende más, le chupa muy bien la rajada a la niña y la hace tener otro orgasmo, su lengua no deja de pasearse por las cavidad y lame cada uno de los labios vaginales, se pasea también hasta meterse por el ano y lamer el rico sabor de su nena, terminando se pone de pie y los tres, madre, padre e hija se unen en un hermoso y rico beso, sus lenguas se restriegan unas con otras, Claudia se separa de su marido y besa exclusivamente a la niña y luego hace lo mismo con él, así completamente satisfechos descansan por algunos minutos, sentados en la mesa del desayunador.
Después de pasada la excitación los tres se sientan en la mesa del comedor a cenar, entre la platica Juan les comenta lo que su amigo esta pasando y ellas lo escuchan con atención cuando el comienza a platicarles sobre la violación del padre a la pequeñita, la mujeres se molestan un poco por lo escuchado pero a la vez entienden la situación y acuerdan ayudarlo, ellas piensan que al final el sexo y el amor debe ser algo compartido y hermoso que todos disfruten, como minutos antes lo habían conseguido. Recuerdan también que Claudia alguna vez pasó por una situación similar y que de no ser por la escuela especial a donde la enviaron sería posiblemente un trauma dramático e imborrable en su vida, ahora era un recuerdo imborrable pero muy excitante y agradable. Por esa razón a la pequeña Carolina la inscribieron en esa misma escuela cuando ella tenía tan solo seis añitos, allí a les enseñan a los alumnos lo hermoso y maravilloso que es el amor, el sexo y como deben de compartirlo con quien más aman, así las cosas la niña no tenía ese trauma de disfrutar del sexo con quién más amaba.
Por maximoz2012
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