Capitulo 1
Desde mi más tierna infancia mi tía Lupe se convirtió en la fuente de todas mis fantacías eróticas. Recuerdo que todavía era un chiquillo cuando gustaba de meterme bajo la mesa del comedor para mirar las redondas piernas de mi tía, y muchas veces tuve la suerte de alcanzarle a ver sus calzones sin que ella me descubriera. Lupe tenía por mi una especial predilección, era algo así como su sobrino preferido y como no tenía hijos, ni había estado casada, en mi descargaba su amor materno cosa que aprovechaba yo para satisfacer al menos mis aficiones vouyeristas, me encantaba fisgar a mi tía Lupe, embobado la miraba caminar por la casa, meciendo cadenciosamente sus ricas y carnosas nalgas y sus tetas pendulantes.
Mi paso a la pubertad marcó el inició de unas furiosas masturbadas, siempre imaginando que mi tía Lupe me dejaba meter mi tranca en ese rico trasero, y muchas veces utilizando las pantaletas que ella había usado el día anterior. Me encantaba oler y lamer sus calzones, revisaba con paciencia sus pantaletas, manchadas a veces de flujo vaginal y con ese misterioso olor. De esa forma hasta llegué a llevar cuenta de sus periodos menstruales, me sabía al dedillo en que días le bajaría la regla, pues en esos días Lupe dejaba sus pantaletas con algunas manchas de sangre, además de que en el bote de la basura aparecían las toallas sanitarias que ella había utilizado. Esa afición me hizo coleccionista de sus pelos, pues a veces en su pantaleta dejaba adheridos algunos vellitos negros, largos y ensortijadas. Todo esto me generaba furiosas erecciones.
Ya con 13 años e innumerables chaquetas en mi haber, siempre pensando en mi amor prohibido, algo vino a alterar mi naciente vida sexual. Estaba yo en el baño masturbándome con una de las pantis de Lupe, ya casi eyaculaba, por lo que los movimientos de mi mano sobre mi verga eran ya casi violentos, cuando de pronto la puerta del baño se abrió –por mis prisas había olvidado poner el seguro— entró Lupe y con los ajos abiertos como platos me descubrió en mi placentera actividad, ambos nos quedamos mudos, yo no sabía que hacer, pero todavía en mi mano mantenía la verga erecta cubierta con la pantaleta negra de mi tía, creo que ambos enrojecimos en ese momento, empero sin decir nada ella salió cerrando la puerta.
Avergonzado permanecí algún rato dentro del baño, tratando de imaginar que podría pasar, pero como no podía permanecer por más tiempo en ese lugar, no tuve más remedio que salir. Lupe no me dijo nada, pero luego de la cena, cuando yo comedido lavaba los platos ella se acercó a mi para decirme: "cuando termines quiero que vayas a mi cuarto, quiero hablar contigo un momento", sentí que el suelo se abría bajo mis pies.
Más tarde, cuando ya mis padres estaban en su cuarto, no tuve más remedio que ir a la recámara de Lupe, encontré la puerta abierta y al entrar la miré sentada frente al tocador, cepillándose el pelo antes de dormir, me senté junto a la cama, ella volteó hacía mi y siguió con su tarea, empezó a hablar:
--"Antes que nada mhijito discúlpame por haber entrado de improviso al baño, pero como no estaba puesto el seguro entré, ¿sabes?, no había caído en cuenta de que ya te estás convirtiendo en un hombrecito, eso que estabas haciendo se llama masturbarse, ¿lo sabías?, --asentí con la cabeza— bueno es normal en los chicos de tu edad, pero debes procurar no hacerlo tan seguido, procura controlarte, dentro de poco conocerás chicas y conseguirás novia, a ver dime, ¿cada cuándo te lo haces?
Murmurante le dije: "todos los días".
--"Huy mhijito, ¿todos los días?, ay bárbaro!, no, no debes hacerlo tan seguido, procura controlarte mhijito, ya pronto conocerás mujeres y podrás tener sexo, ahorita debes concentrarte en otras cosas, en la escuela, en el deporte...
--"Es que no puedo tía...
--"Claro que puedes, es normal hijo, yo lo se por experiencia, pero debes tener control, se que hay cosas que te preocupan y te inquietan, a ver dime, ¿haz visto alguna mujer desnuda?, ¿sabes cómo somos las mujeres?
--"Nunca tía", le mentí, pues ya le había visto sus gordas nalgas alguna vez cuando se vestía después del baño.
--"¿Y tienes curiosidad, verdad?, a ver dime, ¿Qué cosas te inquietan, ¿Qué quisieras saber de las mujeres?, anda dime, yo también soy mujer, no por ser tu tía dejo de ser mujer, a ver preguntame...
--"El sexo tía, quisiera saber cómo es el sexo de ustedes...
--"Me lo imaginaba, mira mhijito todas somos muy feas de esa parte, cuando crecemos y nos hacemos mujeres esa cosa se pone fea y llena de pelos, cuando las mujeres se casan o tiene regularmente relaciones sexuales la cosa esa se pone más fea aún, la vagina es un órgano que madura con el tiempo, la delicada pepita de las chiquillas se convierte en algo, a veces, desproporcionado cuando muchas crecemos, claro que no en todos los casos es igual, pero por lo general es así. Mira ahora recuerdo que a veces me ves de una manera muy rara, seguro te preguntarás como tengo la cosa, ¿verdad?, pues mhijito eso es muy feo, aunque es normal que pienses en sexo, te comprendo chiquito...
--"Gracias tía", le dije.
--"Mira mhijo, si prometes no decirle nada a nadie, te dejo que me veas la pepa, para que sepas de una vez cómo somos las mujeres, quieres?".
Y sin decir nada más fue hasta la puerta y la cerró, ya frente a mi abrió su bata para descubrir su cuerpo, los redondos y colgantes senos de aureolas rosadas y grandes, su abombado vientre más abajo del cual una tupida pelambrera ocultaba el sexo.
Con la mirada fija en esa cosa peluda sólo alcancé a decirle: "ay tía estás muy peludita, ¿verdad?, casi no se te ve nada".
--"¡Ay chiquito!, pues así es el sexo femenino, la vulva se llena de pelitos, a muchas chicas les salen más pelos que a otras, yo siempre he sido así de peluda, antes me los depilaba, pero ya casi no, con eso de que ya no tengo novios ni nada!, si quieres ver un poquito más, esperame tantito".
Entonces se acostó en la cama y separando sus gordas piernas desplegó ante mis ansiosos ojos la tremenda panochota con sus carnosidades totalmente expuestas, los bordes carnosos de los labios externos y los largos pellejos oscuros y húmedos de los labios internos.
Al ver la mujer que me había quedado sin habla me dijo: "¿verdad que es muy fea?, ¿verdad que tengo horrible mi cosa mhijito?".
--"No digas eso tía, no se, pero siento que no es fea, si tu dices eso, entonces por qué siento cosas, por qué hombres y mujeres sienten cosas y quieren hacer eso que llaman sexo?".
--"Porque así es la naturaleza, los sexos se atraen, se buscan..., mira, si te fijas bien, aquí abajito –dijo la mujer señalando con un dedo la entrada de su vagina— está la entrada, el hoyito por donde entra el miembro de ustedes".
Entonces me acerqué hasta casi tocar la entrepierna de la tía, donde apenas vislumbré la entrada viscosa de la vagina y sintiendo que la verga se me salía del pantalón me atreví a preguntar: "¿por ahí entra el miembro?, ¿duele, sienten bonito las mujeres?".
--"Duele poquito a veces, al principio solamente, sobre todo si el miembro es muy grande, pero si la mujer está excitada, sobrinito, sentimos rico, divino, delicioso".
--"Y dime tía..., tú lo haz hecho, digo te lo han...", dije sin despegar la vista de aquello que yo suponía ya había sido visitado por numerosas vergas, al menos ese era mi pensamiento.
--"Ay niño esas preguntas no se le hacen a una mujer..., pero si te interesa saber, si lo he hecho, pocas veces, pero si he sentido esas cosas duras y paradas de los hombres adentro de mi...".
--"Humm, huele rico tu cosota tía y se ve mojada...".
--"Ay si chiquito, es que con tus preguntas estoy sintiendo raro en mi cosita, me estoy mojando..., mejor ya le paramos, vete a tu cuarto, que me estás poniendo nerviosa, voy a tener que hacerme la manuelita...", dijo ella cerrando de inmediato las piernas y cubriendo su hasta entonces desnudo cuerpo.
--"La manuelita?".
--"Si niño, me la voy a tocar, a las mujeres solas no nos queda de otra más que jugar con la manita, de vez en cuando, digo".
--"¿Tienes ganas tía?, yo también, me entraron ganas de masturbarme...".
--"Bueno pues hazlo en tu cuarto, ya vete a dormir...".
--"No voy a poder tía...".
--"¿Por qué chiquito?, a ver dime, ¿por qué no vas a poder hacerlo?".
--"Es que..., ay tía, siento cosas raras, como ganas de meter mi..., ahí dentro de ti...".
--"No digas eso, no sabes lo que dices, eres mi sobrino, te quiero mucho mhijito, pero no te puedo permitir eso, es algo indebido entre personas con edades tan diferentes y prohibidísimo entre familiares, creo que no debimos haber llegado tan lejos, no debí haberte permitido tantas cosas..., ya vete por favor, luego platicamos más si quieres".
Y me encaminada hacia la puerta desconsolado pero con la verga como de fierro, Lupita dio marcha atrás a su decisión:
--"Oye Betito..., espera, yo se que son cosas indebidas, pero..., bueno, no se..., podríamos hacer algunas cosas, no tanto como lo que quieres..., pero al menos creo que te sentirás mejor, no quiero que te vayas a la cama con eso todo parado, ¿sabes?, puede ser malo para la salud, pero sólo si prometes no decirle nada a nadie, será un secreto entre los dos, y sólo harémos lo que yo te permita, ¿aceptas?".
Y sin esperar a que pudiera decir algo agregó:
--"Anda a ver si tus papás ya se durmieron y cierra la puerta de tu cuarto, para que si salen supongan que ya estás en el quinto sueño".
Cuando regresé ella me esperaba sentada en la orilla de su cama, parcialmente desnuda. La abierta bata de dormir apenas se sostenía de sus hombros y mostraba sus grandes y pesados senos, con aquellas aureolas rosadas con los pezones erectos como chupones de un biberón. Me acerqué con paso lento, su voz trató de eliminar mi nerviosismo: "no tengas miedo tontito, ven acercate".
Eso hice hasta quedar frente a ella. Sus dedos entonces desabrocharon mi pantalón y lo bajaron parcialmente por mis rodillas, lo mismo hizo con mi truza, con lo que mi verga parcialmente erecta hizo su aparición. "Huy que pollota tienes Betito!, con esto vas a hacer felices a muchas chicas, ya veras!". En ese momento su mano derecha se posesionó de mi pito, sus dedos rodearon mi carajo que inmediatamente se paró, su caricia era delicada, sus dedos –cuyas puntas formaban un círculo alrededor del glande-- apenas rodeaban el tronco, iban y venían a todo lo largo del pito. Hizo un poco de presión sobre el pito cuando sus dedos estaban sobre la cabeza, como para pelarla, para descubrir el mojado glande. Eso hizo, peló toda la cabeza y sin decir palabra, pero lanzándome un pícara mirada, sus labios se abrieron para empezar a tragarse mi verga.
¡Mi primera mamada!, casi eyaculé al instante. Fue algo maravilloso. La ávida boca de mi tía tragándose mi verga, primero delicadamente, rodeando la cabeza con sus labios abiertos, luego comiendose el tronco, hasta la mitad, para regresar de nuevo a la cabeza, donde ya su lengua me esperaba, lamiendo el glande, abajo, por los contornos, para de nuevo comerse el duro palo, ahora completamente hasta que su nariz se perdía entre la mata de vellos. A duras penas me podía contener, sentía que mis piernas me traicionaban, me sentía desfallecer, a la quinta lamida un ligero estremecimiento en mi pito me anunció que estaba por eyacular, ella lo comprendió: "espera Betito, aguanta un poco más, procura contenerte chiquito lindo, sentirás muy rico...", volvió a mamar, pero ahora con mamadas más profundas, más rápidas, zambutiéndose todo el carajo, para luego sacarlo y darle deliciosos lengüetazos a la cabeza.
De repente se detuvo, dejando mi verga lustrosa de saliva balancearse ligueramente frente a su rostro. En ese momento se acostó en la cama, apenas en la orilla, sus piernas muy abiertas y colgando, "ven chiquito, ya es hora de que termines, te voy a dar una ayudadita, ponte entre mis piernas", me dijo. Mis ojos no se podían apartar del combado sexo de mi tía, la gorda pepa se mostraba ahora abierta, los gruesos labios expuesos, lustrosos de ese líquido de penetrante olor, prietos, casi renegridos, y esos otros labios, desconocidos para mi, como pedazos de carne formando una curiosa forma, como una mueca, como el gesto de una boca vertical deforme, todo rodeado de una tupida pelambre de pelos largos, despeinados, apuntando hacia ninguna parte.
Su voz me sacó de mi ensoñación: "ven chiquito, acercate más, déjame hacerte rico con mi mano". Lupe estiró su mano para alcanzar la verga, sus dedos de forma delicada rodearon el tronco y lo fue acercándo hacía su pucha abierta, el glande lentamente tocó casi de inmediato aquello que me atraía irresistiblemente, quise empujar pero me contuvo: "no Betito, eso no, no puedo permitir que me penetres, déjame a mi, yo le voy a dar su merecido a este bribón", entonces su mano dirigió la verga a todo lo largo de su pepota abierta, fue riquísimo, mi verga iba y venía a lo largo de la pucha, contagiándose de su ardiente calor y sobre todo de esa agua viscosa.
Su diestra mano llevaba la verga hasta el nacimiento de la pucha y ahí la removía, para luego bajarla delicadamente por la raja, abriéndola, haciendo que el glande se deslizara por toda la pepa y quedara parcialmente cubierta por aquella deliciosa carne. Llevó el tronco hasta abajo, donde algo más caliente parecía succionarme, para luego volver hacía arriba, removiendolo en ese lugar que le producía deliciosas sensaciones, pues mi tía gemía, suspiraba, sus tetas vibraban, eso hizo un ratito más, yo no sabía como seguir conteniendome. En eso sus movimientos se hicieron más rápidos, ahora su mano movía con furia mi verga sobre su pucha, sin dejarla entrar, pero frotándola con ganas, rápidamente, contorcionando todo su cuerpo y dejando que sus hondos suspiros traicionaran su placer, hasta que no pudo más: "ya..., ya viene Betito de mi vida, vente, échame tus mocos, dame tu leche, anda papito chulo que me estoy vaciandoooo!, anda ya vente así, sobre mi pucha", la presión de sus dedos sobre mi pinga se hizo más intensa y los frotamientos de mi glande entre la raja caliente hicieron que sintiera que me llegaba la leche, ella suspiró profundo y con un prolongado "ayyyyy", se vino al momento que mi leche empezó a escupir su pepa, embarrando no sólo la raja sobre la que se movía, si no también sus pelos y su bajo vientre.
Fue mucha leche, ella ya se había venido, pero con ojos ansiosos seguía el trajinar de su mano sobre mi verga para sacarme todo el semen, luego mi venida terminó, todavía mi verga palpitaba en la mano de Lupita y ella amorosa seguía acariciando lo que le había dado tanto placer, hasta que mi pito dejó de moverse y poco a poco se fue contrayendo, nuestras miradas se cruzaron, ella sonrió coqueta y dijo: "¿fue rico, chiquito?, ¿estubo bueno?", yo asentí.
Ella entonces abandonó mi verga y su mano fue hasta su chorreante pepa –hasta entonces me percaté de que todo su sexo escurría líquidos, no sólo mi semen, sino algo más que goteaba de su sexo y empapaba el cubrecama--, donde con caricias delicadas se embarró todos mis mocos diciendo: "yo también sentí rico chiquito, me hiciste gosar, ¿sabes?, tuve un orgasmo fantástico, como hace mucho no tenía uno, hummm, pero ya, ya estuvo bueno de cosas prohibidas, recuerda éste será nuestro secreto, no se te olvide, ahora si, vete tranquilito a tu camita". Sintiendo todavía estrellitas en la cabeza me subí el pantalón y me fui a mi recámara.
Capitulo 2
A partir de esa experiencia el irrefrenable deseo de poseer a mi tía se hizo insoportable. Durante los días siguientes buscaba su miraba en busca de alguna señal, empero ella parecía no darse cuenta o fingía no entender lo que yo quería.
Cierto día ella me dijo: "oye Betito, ya no me mires así, menos frente a los demás, parece que se te cae la baba por como me ves, tus papás se pueden dar cuenta y sospechar, ya te permití muchas cositas sucias, procura pensar en otras cosas, el sexo no es todo en la vida chiquito, ¡entiende!".
--"Si tía, pero no lo puedo evitar, siento muchas ganas, ni masturbandome se me quitan", dije fingiendo cierta vergüenza.
--"Ay tontito..., controlate, y dime, ¿acaso piensas en mi cuando te lo haces?".
--"Si Lupita, perdona, pero no dejo de pensar en lo que hicimos esa noche, discúlpame tía pero hasta he soñado contigo, en la forma en que me besaste la polla..., en tu pucha, en tus tetas, y perdona..., hasta en tu cola...".
--"¿En todo eso?, ¡ay Betito travieso y caliente además! Pero... ¿por qué mi cola?, ¿quieres decir que haz soñado con mi culo?, ¡qué tonterías!, ¿a ver dime por qué?".
Permanecí callado, con la cabeza gacha, en actitud de pena, pero en mi interior ya sabía que mi querida tía terminaría cediendo, al menos en algo, para satisfacer a su sobrino favorito.
--"No Beto, eres mi sobrino más querido, pero ya te he permitido muchas cosas. Ya es urgente que te consigas una chica, una novia que te desleche de vez en cuando. ¿Qué voy a hacer contigo chiquito?, no podemos seguir haciendo esas cosas indebidas, alguien puede sospechar, o descubrirnos, que es lo peor! Imaginate que alguien sepa que nos andamos cogiendo, tía y sobrino, bonita cosa!, yo, una vieja cogiendo con un jovencito...".
--"Tú no estás vieja...", dije para animarla y cayó:
--"¿De verdad crees que no estoy vieja?, ¿eso crees?".
Me mantuve callado, ella agregó: "no se Betito, déjame pensarlo. Hacemos mal, ¡muy mal!, no se por qué tú no lo entiendes. Lo mejor para los dos es que dejemos las cosas en paz, que tú te busques una chica y ya dejes de pensar en mi, pero a la vez..., no se Beto, pero a veces también yo pienso en esas cosas indebidas que me hiciste hacer... no se qué decir, más tarde te digo ¿si?".
Esa noche cuando ya casi me vencía el sueño, pese al persistente dolor en los huevos de la excitación contenida, de forma imperceptible la puerta de mi cuarto se abrió y entró Lupita enfundada en una transparente bata blanca que casi dejaba al descubierto su desnudo cuerpo. En medio de la penumbra poniendose un dedo en la boca me indicó guardar silencio.
A paso lento se acercó a mi cama y a la vez que en voz baja me decía "¿así que te gusta mi cola?, pues ahora la verás!", encendió la pequeña lámpara de mi buró. Al momento ella se puso de espaldas a mi e inclinándose levantó sobre su cuerpo la delgada bata para poner casi frente a mis ojos la gloriosa hermosura de sus nalgas esplendorosas y con pasmosa lentitud sus manos se colocaron sobre los cachetes de su culo, al entreabrirlos alcancé a oir su voz: "anda Betito, es todo tuyo, ¿quieres cola?, pues aquí la tienes, es toda para ti solito...".
La lámpara encendida me permitía fisgar la perfección de aquellos voluminosos globos de carne entreabriertos, con su valle que los separaba y esa piel más oscura, renegrida, como un caminito que conducía al plegado nicho de su ano, como una estrella de innumerables picos, el conjunto de carne apretado casi negro y sin vello alguno.
Acercó más su cuerpo para hacer más evidente su exhibición, entonces mi olfato percibió un leve tufo, pese a su evidente aseo la cola de mi tía olía a ligeramente a excremento, no obstante eso y mi nerviosismo acerqué mi cara para estampar sobre una de sus nalgas –la derecha— un beso con la boca abierta, ella reculó un poco al sentir la caricia y se enderezó, su voz me sacó del trance:
--"Anda papito, salte de la cama que no tenemos toda la noche..., si algo ha de pasar que sea de una buena vez, ya casi no aguanto las ganas".
Obedecí y con pasos torpes salí del lecho y sin perder la hermosa visión de mi tía Lupe, ahora completamente desnuda, esperé sus instrucciones.
No hicieron falta, la vi darme la espalda y arrodillarse en la cama, sus entreabiertas pantorrillas y pies hacia fuera; su impresionante culo, redondo, sinuoso, perfecto y esplendoroso; las colinas gemelas contrastando con la delicada línea de su espalda curveada; y sobre todo la perfecta tersura de toda su piel. Sus brazos apoyados sobre el colchón y la cabellera ocultando su rostro. Parecieron segundos o siglos, me quedé expectante y mudo, con el pito dolorido y erecto, su voz "anda..., acércate que te voy a comer, pero no te va a doler..., tal vez poquito, pero te va a gustar, nos va a gustar, vamos a gozar...".
El negro agujero parecía atraer mi erección y por fin cuando el glande tocó apenas esa carne prohibida pareció como si el cielo se abriera sobre mi, todo mi ser se llenó de algo así como una fuerza superior, tenía a mi merced a una mujer hambrienta de verga y se la iba a dar, toda, completa.
Al mismo tiempo me pareció sentir el temblor de la hembra al imaginar la inesperada arremetida, pero me contuve; sentí miedo, no sabía cómo hacerlo, me contenté con repasar la verga por ese caminito misterioso y café, era delicioso y a la vez atrayente. Por fin ella tomó la iniciativa, su voz apenas perceptible "aquí papito, pónlo aquí en el hoyito, yo me encargo de lo demás".
Y así fue, los dedos de su mano rodearon el duro palo y lo colocaron en posición, la punta del glande sobre el apretado culo, presionando, urgiendo la penetración, "empuja un poco..., así..., aprieta, hummm, sigue, sigue, hummm, ya casi papito, es que... ya casi no... está casí nuevecito, hummm, aprieta más, otro poquito, ayyyy, ayyy, espera, hummmm, espera, detente", dijo Lupe cuando ya el glande había penetrado y el apretado anillo de su cola rodeaba dolorosamente la cabeza de mi verga.
El intenso dolor que sentía sobre el grande hizo que detuviera mi avance, de hecho ambos nos quedamos quietos, ella gimiendo quedito, yo agarrado a sus nalgas soportando la ardorosa presión de esa carne que me tenía atrapado; me contuve aferrado a sus nalgas, amasándolas. Hasta que poco a poco fui arremetiendo, la verga siguió su camino y parte de su carne siguió a mi verga al penetrar; la presión sobre mi palo erecto siguio intensa y dolorosa, Lupe con gemidos: "hummm..., ay", me urgía a que fuera despacio, eso hice hasta que los pelitos de mi verga pegaron con las carnosas nalgas, entonces con un suspiro Lupe me dijo: "ay chiquito, me lastimas mucho, la tienes muy gruesa y mi cola está muy cerrada, espera... quedate quieto, deja que mi colita se afloje un poquito".
Así estuvimos por momentos, entonces sentí que la presión sobre mi pito cesaba lentamente; ella se empezó a mover, poco a poco, sacándose parte de la erecta verga; en tanto que yo, con mirada ansiosa veía como la carne que rodeaba el garrote carecía de pliegue alguno; seguí me aferrado a sus nalgas para luego empujar lentamente todo el garrote; mi palo al salir parecía llevarse la carne enrojecida del conducto anal de Lupe y al contrario, al arremeter, esa misma carne sin pliegues parecía desaparecer contrayendose sobre si misma dentro de esa caliente cavidad; seguí metiendo y sacando la dura lanza hasta que sin quererlo los embates se intensificaron, el miembro iba y venía cada vez más rápido y sobre todo con mayor facilidad, en cierto momento nos quedamos pegados y sentía sobre mis huevos las puntas de sus dedos acariciándome, traté de ver que hacía Lupe sólo para descubrir que trataba de juntar la piel de mis huevos y su contenido sobre los gordos labios de su pucha, me mantuve quieto removiendo un poco mi verga dentro del culo de mi tía, entonces ella gimió quedito y sus dedos dejaron mis huevos para acariciarse la panocha, volví a reanudar mis empujes sobre su culo, a entrar y salir de aquella carne deliciosamente caliente y apretada, sentía que me venía la leche y ella lo comprendió: "no chiquitito, espérame un poco, ya casí llego, ya casí... me vengo, espera, deja que me toque rico la pucha... espera, aguanta", me contuve repasando mentalmente la tabla del 8 –como me había recomendado un amigo de la escuela para aguantar durante la cogida, al menos eso dijo y me funcionó—, los movimientos de su mano sobre su pepa se intensificaron, al menos eso intuí por los movimientos de su cuerpo y sus quejidos "hummmm, ahhhhh, mmmmjummm", hasta que lo pidió: "ahora si Betito de mi alma, dame la leche, dámela toda, quiero tu leche, la quiero toda, en la cola, mientras me hago la paja... dámela toda en el culo!!!!...", no hicieron falta más que dos o tres metidas y mi verga de repente empezó a escupir, y sentí la maravillosa sensación de irme a otra parte, al cielo, al infierno, no lo supe ni ahora lo sé, pero mi venida fue por completo diferente a las chaquetas antes experimentadas o a la reciente experiencia con mi tía haciéndome la paja con su mano y frotándola sobre su divina panocha.
No pude contar los chisguetes de mi pito ni sus estremecimientos, tampoco los gemidos casi gritos de Lupe al venirse, ni los apretones de su culo cuando ambos estabamos gozando; al final quedé sobre ella, mi torso sobre su espalda y mi cara cerca de su cuello, mis manos ahora agarradas a sus tetas flojas y colgantes; mi verga, de pronto blanda, todavía dentro de ella; ambos todavía suspirando con el aliento caliente y ansioso. En ese momento ella volteó parcialmente su hermoso rostro para decirme: "ay betito de mi vida ¿qué me hiciste chiquito lindo?, me vine como una loca, me volviste a hacer mujer, ay papito ya déjame levantar, estoy agotada y me arde el culo, sácalo despacito", esa fue su orden; me enderecé y apoyado en sus carnosas nalgas fui sacando el pito de ese agujero flojo que ante mis atónitos ojos se quedó abierto, ¡completamente abierto!, como un hoyo de insondable profundidad; pero sólo por instantes, pues cuando Lupe se acostó sobre la cama, boca abajo, aquel negro ojo deforme y viscoso se cerró de pronto y cuando sus nalgas se cerraron un sonoro "prrrrr" acompañó al cuerpo de mi querida tía al acostarse plenamente sobre la cama; ella al escuchar el `misterioso´ ruido se disculpó "perdona Betito, me dejaste destrosada la cola".
Por mi parte, sintiendo en mi verga los estragos de la cogida, me senté sobre la cama todavía entre nubes por aquella deliciosa cogida teniendo frente a mi el hermoso panorama de aquel par de globos carnosos que momentos antes habían sido total y completamente míos, hasta que ella lentamente se movió en la cama, estiró una mano para alcanzar mis calzones y colocándolos entre sus nalgas se levanto de nuestro "lecho de amor" diciendo: "bueno Betito ya fui tuya, ahora espero que ya dejemos todo esto por la paz, pero antes –levantándome de la cama con su mano amorosa— acompáñame al baño, tengo que enseñarte algo importante para cuando tengas novia y le hagas el amor por la puerta de atrás".
La seguí como entre nubes, mirando el bamboleo de sus nalgotas al caminar, hasta que de prisa nos metimos en el cuarto de baño; ahí bajo la regadera me lavó a conciencia la verga, pelando bien la cabeza y aplicando mucho jabón: "mira Betito, cuando cojas por la cola con alguien debes lavarte bien el pito, así como te lo hago –dijo aplicando más jabón sobre mi verga que parecía revivir— de lo contrario cogerás una infección tremenda, imáginate que le llegarás a mamá con que `me duele el pico y ya no puedo hacer chis´, ni lo mande dios"; por fin terminó y mientras me secaba con la toalla casi me empujó para salir: "anda ya salte y déjame sola, que también me tengo que lavar la cola, además de que voy a hacer del dos, a ver si puedo pues me dejaste hecho pedazos el culo, anda ya vete a dormir bribón, mañana hablamos y de ésto, nada a nadie ¿entendiste?".
Como sonámbulo me fui a mi cama y cuando acostado rememoraba lo ocurrido una extraña mancha sobre la sábana atrajó mi atención; era color café oscuro y al acercar la prenda a mi nariz el futo penetrante a excremento hizo renacer a mi mente lo vivido con mi tía, empero no sentí repulsión por aquello sino, por el contrario, un profundo deseo por mi tía Lupe; en ella pensé y seguí pensando hasta quedarme dormido.
Cuando a la mañana siguiente, en plena clase recordaba lo ocurrido con Lupe, el anuncio de que el periodo de exámenes iniciaba esa semana me trajo a este mundo. De inmediato y torpemente hice cuentas de todas las materias estaban en peligro de irse al carajo por el irreflenable y obsesivo deseo sexual por mi tía, y lo peor era que se acercaba peligrosamente el fin del semestre y con ello los consabidos exámenes de fin del periodo, en otras palabras: o me ponía a estudiar o algo terrible iba a ocurrir conmigo en mi casa. Ni hablar.
Toda esa semana hice de tripas corazón para mantener a raya las ganas de pedirle a Lupe una nueva sesión "culera", ella lo entendió cuando me vió metido en libros y cuadernos, empero ello no fue obstáculo para que por la noche me hiciera la paja con alguna de sus pantaletas –que ella mañosamente dejaba a mi plena disposición en el bote de la ropa sucia. Así, providencialmente llegó el fin de semana, el viernes me quedaban pendientes sólo dos materias por aprobar y quedaría libre para un nuevo acercamiento, acerca del cual ya tenía el plan: le pediría a Lupe que me dejara venirme entre sus piernas, frotándo mi pito en su peluda gata, pero ya calientes ambos le suplicaría me dejara meterlo un `poquito´, seguro que Lupe terminaría aflojando pues ya sabía que era una vieja muy caliente.
Pero todo salió mal. En principio cuando ya con la verga como de fierro llegué a casa me encontré con la novedad de que todos se estaban preparando para salir a una fiesta, hasta mi tía Lupe. La orden de mi madre fue terminante: "báñate y ponte guapo que vamos a la fiesta del tío José". A regañadientes obedecí, pero eso no fue lo peor.
Ya en la fiesta cuando aburrido me tomaba una cuba a escondidas descubrí a Lupe bailando con un tipo alto y pelón; ella animaba dejaba que el sujeto la rodeara bien por la cintura y como no queriendo se repegaba a ella, al terminar siguieron platicando, Lupe reía de las ocurrencias del pelón, quien ya no la soltó pues durante varias horas siguieron bailando y bebiendo. Y yo rabiando, mirando como aquel tipo cabeza de bola de billar se fajaba en mis narices al amor de mis amores, bueno,estoy exagerando, más bien en la fuente de mis nacientes fantasías eróticas e innumerables pajitas.
Algo debió percibir mi madre, pues cerca de la media noche y al ver mi aburrimiento me propuso: "oye Betito ¿ya te quieres ir a la casa?, si es así puedes irte junto con Lupe, a ella la va a llevar su nuevo amigo en su auto, de paso sirve que la acompañas". Claro que acepté gustoso.
Tuve que soportar que durante el camino Lupe y el pelón se dieran uno que otro beso, dos o tres, con las bocas pegadas, yo en mi interior les mentaba la madre ambos, pero me contentaba con lo que haría con mi tía al llegar a casa, cuando... "oh decepción". Llegamos a casa y que sale Lupe con que: "oye Alberto, te dejamos aquí, métete a la casa y duérmete, yo voy a ir con Arturo a tomar una copa y regreso, no me tardo nada, ¿sale?, ¡ah!, si alguien te pregunta mañana les dices que ya no salí para nada ¿eh?", ella abrió la puerta del carro, como apurándome a bajar y de reojo vi la cara del tipejo ese como diciendo: "¡¡¡¡¡pendejete, mira que le voy a meter la verga a tu tiíta chula!!!!!". Me quedé parado en la banqueta viendo como un tipo pelón se llevaba a esa "vieja jija de su....", pensé.
Lleno de rabia y frustración no pude pegar los ojos, escuché a mis padres llegar cerca de las tres de la mañana y casi a las cuatro escuché los pasos siguilosos de Lupe al meterse a su recámara. Mi primer impulso fue levantarme de la cama e ir a reclamarle su pinche proceder, seguro que venía bien cogida por el pelón aquel, pero pensando "mejor mañana, mañana verás Lupe" me ganó el sueño.
Cuando a la mañana siguiente una melodiosa voz me despertó: "oye Betito..., betito, chiquito lindo despierta", supe inmediatamente que era Lupe y la cólera surgió irrefrenable:
--"Oyeme jija de tu pinche madre, ¿por qué llegaste hasta las cuatro de la mañana?, si dijiste que ibas a tomar una copa, ¿le diste las nalgas al pinche viejo pelón o qué?".
Ella desconcertada mirando mi furia apenas alcanzó a decir: "¿quéééé?"
--"Lo que oyes, vieja caliente, ¿fuiste a coger con tu nuevo novio?, ¿verdad?, ¿te metió bien la verga?, ¿te gustó?, y yo aquí esperándote. A ver dime, ¡¡¡¡quiero toda la verdad!!!".
Por instantes pareció cómo que ella no comprendía, de pronto su cara de sorpresa se transformó, también en rabia, también en furia, o en reclamo, o en ambas cosas:
--"¿Ah?, ¿sí?, ¿y tú quién crees que eres, pedazo de chamaco calenturiento, para pedirme cuentas?, ¿quién eres?, a ver dime, ¿qué derechos tienes sobre mi, sobre mis nalgas, sobre mi culo y sobre mi pucha?, chamaco cabrón, si te he dejado que te hagas la manuela con mis calzones, si te hice una mamadita y hasta te di un poquito de mi culo..., todo fue para que aprendieras un poquito de las mujeres, pero para nada tienes derechos sobre mi, chamaco pendejo, ¡¡¿¿lo oyes???!!!, no eres más que un chiquillo pendejo y calenturiento!!!!, a ver dime algo, contesta!!!!".
En ese momento que hice chiquito, pequeño, más que enano, como insecto o gusano, o ambas cosas; bajé la cara para seguir escuchando la perorata a gritos: "a ver dime, Betito calenturiento. No, no eres nada!!!!, nada para mi, y si te interesa: el pelón aquel, como le dices, si me cogió, me dió la verga, le saqué los mocos a chupadas y a apretones de pucha, ¿y sabes por qué?, pura y simplemente porque me dio la gana, tenía ganas de coger y coger y coger. Y a partir de ahora ¡vete a la chingada!, se acabaron las mamaditas y demás cositas entre sobrino y tía, y no te atrevas a ir con el chisme con tu madre, porque ella sabrá los porquerías que haces con mis calzones, a ver a quien le cree más ¿apuestas?", y salió dando el portazo.
No supe cuantas ¿horas?, permanecí en total depresión, encerrado en mi cuarto, ni siquiera mi palo reaccionó cuando lo acaricié con la tanga azul que le había robado a Lupe días atrás. Mustio se quedó el pito, mustio me quedé yo, ambos. Pero ya mi alucinante cerebro urdía retorcidas maniobras para cobrar venganza. La primera fue cuando ya a media tarde Lupe fue a mi cuarto para avisarme que mis padres habían salido al teatro y me llevaba un plato con algo de comida. No contesté cuando me preguntó si tenía hambre, menos cuando mirándome quiso saber si estaba enojado todavía y menos aún cuando intentó decirme si alguien me había preguntado si ambos habíamos llegado juntos a casa la noche anterior. Ella interpretó mi enojo reprimido y cuando tomé el plato que había dejado en el buró su sospecha se convirtió en certeza, porque corrió a la puerta: los restos de ensalada y jamón se deslizaban sobre la puerta cuando ella acababa de cerrar.
Por fin el domingo, cuando ya tenía bien armada mi estrategia, Lupe tras la puerta:
--"Beto, ¿oye Beto puedo entrar?, no vayas a hacer alguna locura, sólo quiero decirte que tus padres salieron, como siempre, con tu tío José, dijeron que te hiciera de comer y que fuéramos al cine, ¿quieres ir?, hay buenas películas de estreno –ni contesté— anda Betito, ya deja en paz tu enojo, ni siquiera hice nada malo..., te lo juro chiquito lindo, anda déjame entrar y te explico todo, pero no me vayas a arrojar cosas..., ¿si?".
Al no escuchar mi respuesta Lupita entró, sobre la cama giré mi cuerpo hacía la ventana para no verla:
--Perdoname Beto, te dije cosas feas, pero.... me hiciste enojar, disculpa. Te endiendo, de veras, se cómo piensas y... sientes –percibí que se sentaba en la cama, junto a mi— pero debes entender que soy una mujer mayor que tú, tu tía sobre todo, yo tengo mi vida, y a pesar de que hemos hecho cosas juntos, eso no significa que entre tú y yo..., bueno, ¿entiendes?, además como te dije ni siquiera hicimos nada..., el pelón ese... jajaja, lo cierto... ¿quieres saber?, pues... si fuimos a un hotel... yo tenía ganas de sexo ¿sabes?, perdona..., pero lo que pasó fue que..., bueno no pasó nada..., así como lo oyes, si lo intentamos e hicimos algunas cositas..., pero poquito... de veras..., pero cuando él intentó..., bueno..., penetrarme, resultó que... bueno..., jajajaja, no se le paró... de veras...
--"De verdad tía?....
--"¡Te lo juro!...
--"¿Entonces?...
--"Bueno..., pues antes de eso... ¿quieres saber?..., pues nos besamos, nos acariciamos, estabamos muy calientes, él me besó la pepita, bueno poquito..., yo le besé su palito..., pero..., pues nada, apenas se le puso un poquito dura..., lo juro Beto..., yo quería hacerlo, tenía muchas ganas..., pero a la hora de la verdad... nada, lo puso en la puchita pero como estaba floja..., pues..., jajaja, yo ni sentía nada, eso fue todo, luego se enojó porque no podía y yo me fastidié de que no pudiera, insistió, pero nada, nomás no pudo, creo que le afectó que hubiera tomado tanto...
---"Y luego?...
--"Pues ya nada, nos vestimos, quedó en llamarme..., pero no sé..., lo mejor es que ya no lo vea..., pero ya no te enojes, sobre todo entiende que pues..., ya sabes..., a mi me dan ganas, bueno no tantas, pero de vez en cuando...
--"¿Qué?...
--"Lo hago, me caliento..., y pues..., ¿sabes?, conozco a alguien, no preguntes quien, por favor...
--"¿Lo conozco?...
--"Pues si.. pero mejor no preguntes, por favor..., bueno ya no te enojes, quita esa cara...
No le contesté, ella insistió: "mira para que veas, si quieres haremos cositas ¿quieres?
De inmediato la verga se me puso dura, ella metió la mano bajo las sábanas y notó mi erección:
--"Ay Beto..., estás muy... excitado, te voy a dejar que lo hagas, pero poquito...
Quitó las sábanas y se acostó junto a mi lado quitándose su bata y el calzón rosa:
--"Anda Betito, ven súbete poquito, yo te ayudo, pon tu palito en puchis y déjame a mi...
Como alucinado me monté sobre ella, que con su mano derecha dirigió mi verga a su pepa abierta: "anda, así pónlo adentro, así, así Betito, mételo pero no te vengas, recuerda, me puedes embarazar, así mételo más, así, así todo, hasta adentro, quédate quieto, yo me muevo, así..., ¿sientes?"
Por supuesto que sentía, sentía con la verga, con el cuerpo, con todo mi ser la rica sensación de penetrar sexualmente a mi tía; ya mi verga estaba casí toda adentro, iba y venía, toda, adentro y afuera, arremetiendo contra el vientre y la pepota abierta, dentro... fuera... dentro... fuera, alzando el cuerpo para meterlo con mayor fuerza... hasta que: "no Beto!, aguanta, aguanta chiquito que ya me viene..., me viene..., hummm, así, déjame a mi, que estoy sintiendo..., huy..., rico, ay Betito de mi vida...", entonces se vino apretando mi pito con su vagina, suspirando, moviéndose quedito, muy quedo, hasta que..., hasta que... no pude más y la leche me vino, ella de inmediato se hizo atrás y mi verga lustrosa y erecta quedó en la entrada, entre sus labios abiertos y en ese instante los chorros de semen embarraron su pepa peluda, nos quedamos abrazados, yo en medio de sus piernas abiertas y mi verga todavía palpitando entre sus piernas, disfrutando todavía.
Desmonté y quedé a su lado, Lupita agarró mi verga: "ay Beto que rico, te viniste mucho, te sale mucha lechita y mira... todavía estás..., duro, está paradóte el pájaro!..".
--"Oye Lupita, ¿me dejas de nuevo?...
--"¿Quieres más?.
No le contesté, ni falta hizo. Lupe se fue acercando a mi verga y sin soltarla me la empezó a mamar, su delicada boquita rodeó la cabeza y empezó a chupar, y chupar; toda, la tragaba toda, entera, lamiendo el semen, succionando lentamente, muy lentamente hasta lograr enderezar completamente elmiembro; mirandome con ojos pícaros dijo:
--"Bueno Betito calentón, ahora te voy a montar ¿eh?
--"Sí tía, pero..., me quiero venir dentro de ti...
--"Ay Beto y si?, bueno nomás ahora, luego tienes que comprar condones si quieres hacerlo así ¿eh?...
No pude contestar pues ella ya estaba sobre mí, metiéndose mi verga en su pepota abierta, se la metió toda hasta que nuestros vientres quedaron juntos, luego se empezó a mover, lentamente, girando las caderas, luego hacía arriba, luego abajo, colocando junto a mi cara sus melones colgantes, los agarré con ambas manos y ella lo pidió: "anda Beto, ¿qué esperas?, ¡bésame las tetas!", de inmediato casi media chiche quedó dentro de mi boca mientras que Lupe subía y bajaba sobre mi pito, una y otra vez, bamboleando sus pesadas tetas sobre mi cara, mientras yo le amasaba las nalgas haciendo que al bajar se clavara más sobre mi tronco.
Ambos gozabamos, ambos nos movíamos con furia buscando la ansiada meta. Luego Lupe cambió de estrategia: se quedó quieta, bien clavada sobre la estaca, pegado su bajo vientre contra mi, moviendo apenas su cuerpo, refregándo su pelvis en círculos, suspirando, dispensándome sabrosos apretones con su pucha, que parecía succionar mi pito erecto, hasta que de pronto toda ella se quedó quieta, contuvo su respiración y de repente un hondo "aaaaaahhhhhh" anunció su venida, los espasmos de su vagina succionando mi pene se hicieron insoportables y provocaron mi involuntaria eyaculación. Lupe gritaba: "ayyy chiquito lindo que rica tu leche, dámela toda, toda, más, quiero más, que rico te vienes, me llenas la puchis de semen, anda, más, siento los chorros de mocos, más Betito de mi vida que me sacas otro orgasmooooo, aaahhhhh".
Ambos quedamos como muertos, yo soportando el enorme peso de mi tía; ella resoplando sudorosa; mi verga perdiendo fuerza; su vagina floja y viscosa, hasta que Lupe lentamente se bajó de mi, volteó su rostro caliente y perlado de sudor y me besó con la boca abierta, metiendo su lengua en mi boca.
Continuamos acostados recuperando poco a poco el sentido, la fuerza; la mano de Lupe comprobó la intensidad de nuestro ejercicio amoroso: "ay papaíto nos venimos mucho, mira tu pito chorrea jugos y leche, vamos a bañarnos, además tengo que cambiar la ropa de la cama, todo el cuarto huele a pecado", dijo riéndose, yo la seguí con pasos vacilantes, disfrutando de la hermosa visión de sus nalgas vibrandes y cadenciosas.
Capitulo 3
Las recientes experiencias sexuales con mi tía Lupita estaban acelerando en mi cambios bastante significativos. No en mi desenfrenada calentura por mi pariente, sino que había algo más. Por principio de cuentas en la escuela las chiquillas de mi edad, que antes ni me pelaban, ahora fijaban sus ojos inquisitivos sobre mi personita, como tratando de averiguar por qué me veía diferente. También las mujeres mayores parecían intuir con desconocido instinto que yo no era ya el chiquillo inocente y bobo de antaño, sino que algo había en la mirada o en mis ademanes que les comunicaba que "yo... ya".
Así por ejemplo, cuando en cierta ocasión acompañaba a mi madre en el super ella se detuvo ante dos de sus amigas y al despedirse una de ellas le comentó: "oye Clarita, ya hueles a suegra, Betito se está poniendo guapísimo, ya está hecho todo un hombrecito", yo tuve que soportar los halagos y la mano gordezuela de la mujerona que me acariciaba el rostro.
Yo hacía caso omiso de todo aquello, la fuente de todos mis pensamientos y deseos estaba en Lupe. Estando en clase las horas me perecían siglos para salir corriendo a mi casa y acechar a mi tía para nuevos y ardorosos ataques; ella en tanto, aunque tratara de contener mis ímpetus eróticos, al final terminaba cediendo a mis ruegos y se abría de piernas.
Un jueves, cuando ansíaba yo la llegada del fin de semana para quedarme a solas con Lupe –pues mis padres dieron por esas fechas en salir de la ciudad de paseo con algunas parejas de amigos comunes--, apenas salí de la escuela sufrí de un repentino ataque de deseos al imaginar que haríamos mi tía y yo en esos dos maravillosos días, a solas los dos; el miembro se enderezó, ostentoso y erecto, y a duras penas pude ocultar la evidente erección y acelerar el paso para llegar a casa y... disfrutar de mi complaciente tía.
Apenas entré en la casa, dejé la mochila tirada y me encaminé a la cocina, donde a esa hora acostumbraba a estar Lupe; ahí la encontré de espaldas a mi y frente a la estufa, preparando la comida, la quise sorprender abrazándola por detrás; eso hice, pero ella ya me había sentido, pese a todo se dejó abrazar y acariciar, me faltaban manos para sobar las tremendas tetas de la tía, la urgí: "ay tía tengo muchas ganas, quiero coger".
--"Cálmate Betito calentón, hoy no puedo".
--"¿Por qué?".
Sin separarse de mi llevó una de mis manos a su bajo vientre y ahí, sobre su vestido noté una extraña protuberancia en dónde debería estar su sexo, ella explicó: "me bajó la regla, tendrás que esperar unos días", lo que mi mano tocaba era obviamente su toalla sanitaria.
--"Pero tía...".
--"No papito, así no se puede, tienes que entender y esperar".
Frustrado me separé de ella, pero Lupita siempre tenía la solución. Se acercó a mi y luego de besarme me prometió:
--"Anda quita esa cara, bribón, déjame terminar de preparar la sopa, vete a tu cuarto en seguida estoy contigo, ya sabes que no te puedo negar nada".
La esperé ansioso, tramando la estrategia de darle verga por el chiquito, ya que con su periodo ella no querría por la vía normal, pero..., empecé a hacer cuentas, ese día era 27 del mes y "si mal no recuerdo", me dije pensando, y si, según mis cuentas Lupe tenía su regla a mediados de cada mes, los días 13 o 14..., y por lo general era muy puntual, pero... ¿entoces?, algo andaba mal, tal vez.. no estaba seguro, queriendo comprobar algunas cosas fui al baño, me interesaba checar su ropa íntima, la del día anterior; busqué en el bote de la ropa sucia y si, ahí estaban sus pantys negras del día anterior, y las blancas de un día antes, o sea que..., hasta ese día no le había bajado a la tía, bueno... si es que en verdad tenía su regla, pensé embargado por la duda cuando ya estaba en mi cuarto.
En esas estaba cuando entró Lupe a mi cuarto, rápida cerró la puerta y jalándome del brazo me llevó a la cama; apenas tuve tiempo de bajarme el pantalón y sentarme en la orilla de la cama; Lupita apurada se arrodilló entre mis piernas y presurosa tomó el miembro que apenas se estaba poniendo duro y diciendo "ahorita verás condenado" se zambutió el semi erecto miembro en la boca para iniciar una de aquellas gloriosas mamadas; pelaba el prepucio para aplicar labios y lengua sobre el glande, mientras que yo, agarrado a las ropas de la cama trataba de contener la venida; así estuvo su boca sube y baja sobre el duro pito, succionando, chupando, lamiendo hasta que..., un minuto después tuve que rendirme y me vine, la leche salió impetuosa como siempre y mientras ella mamaba lo que daba de mi la verga, extrañé la ternura y el cariño que mi tía vertía en mi al concluir la cogida..., parecía que tenía prisa, pero sin pensar, porque las sensaciones eran presa de mi, dejé que ella siguiera con su deliciosa labor.
Al dejar seca mi verga se levantó, me besó en la mejilla y diciendo "bueno Betito calentón déjame terminar de hacer la comida, por hoy no te puedo dar más, ya sabes... tengo mi regla..., debes saber esperar...", y ahí me dejó, con el pito goteante y mi respiración entrecortada.
Luego de la mamada dormí un rato y por la tarde cuando hacía mis deberes escolares sonó el teléfono, constesté: "¿diga?".
--"Hola, ¿eres Beto?, ¿si?, bueno soy Toñita, la señora de las costuras, ¿me puedes pasar a tu tía Lupita?, le estoy haciendo un vestido y quiero avisarle que ya lo terminé...
Le grité a Lupe: "Oye tía es para ti, la señora Toña...
--"¿Ah si?, gracias, contesto desde la cocina Beto...
Ya iba a colgar el aparato cuando la curiosidad me hizo ser imprudente: escuché la conversación de las mujeres:
--"¿Toñis?, hola cómo estás...
--"Bien mujer, pero...
--"¿Qué?, dime...
--"Mejor no Lupita, no me atrevo, de veras...
--"¿Pero por qué?, si ya habíamos quedado...
--"Pues si..., pero mejor no..., dile a Pepe que mejor no...
--"Ay mujer, ¿cómo?, si ya hasta quedamos con la hora, pasará por mi aquí cerquita, en seguida llegamos a tu casa... ya mero es hora, no te puedes echar para atrás...
--"Pues si Lupe, pero me da miedo...
--"¿Por qué?, ay mujer..., no debes preocuparte, ya conoces a José..., te gusta, acéptalo..., quieres hacerlo... ¿qué no me contaste?, la fiesta y todo eso... que se fueron en su coche y las cositas que hicieron, que le sacaste la lechita a mamadas y todo eso, no te hagas!...
--"Pues si pero..., bueno... tú sales con él...
--"¿Y eso qué?, si salimos y nos vamos a la cama, de vez en cuando, de eso ya tiene su tiempo, tú sabes... pero ahora ustedes quieren hacerlo, no hay problema..., además hacerlo así es excitante ¿o no?...
--"Ay Lupe!, no digas eso, ¿cómo va a ser normal que se haga así?, tú, yo y Pepe..., ay no!, me moriría de pena... además en mi propia casa...
--"Tú lo propusiste, que te daba pena ir a un hotel..., eso dijiste... no Toñis, cálmate, verás que la vamos a pasar bien...
--"¿Lo prometes?, prometes que no habrá problema... digo..., si acepto, porque tengo mis dudas..., hace tiempo que yo no...
--"Pues si mujer..., pero ya es hora que vuelvas a tener hombre, todavía estás guapa, tu marido murió hace mucho, ya es hora... cómo voy a creer que te andes metiendo el dedo cuando tienes ganas de pinga, con lo ricos que son los hombres, ay mujer...
--"Cállate Lupe, no digas esas cosas, prometiste guardar el secreto...
--"Bueno ya..., a las siete ¿eh?...", dijo la tía y colgó, hice lo mismo, pensando: "así que... Lupe..., el tío José... los dos, ella y el hermano de mi madre... desde hace tiempo, ¿cuánto?, eso dijo, y ahora esa vieja calentona de doña Antonia, vaya..., sorpresas te da la vida, así que... ahora los tres, juntos, en la casa de esa costurera cincuentona, no que Lupe tenía su regla..., que no podía..., quería estar en... plena forma para... vaya, vaya".
Tramando qué hacer para descubrir las maniobras de ese trio de cabrones finguí seguir con mis cosas, hasta que cerca de la hora de la cita salió Lupe de su cuarto, bien vestida y peinada, recién bañada: "oye Betito, voy a salir un rato, tengo que ir a probarme un vestido que me hizo Toña, regreso más tarde, la cena ya está lista por si llegan sus papás, no tardo", dijo dándome un besito poco sincero en la mejilla.
"Hummm", dije pensando qué hacer, la casa de Toña quedaba pegada a la de nosotros, en la cuadra siguiente, apenas separadas las dos por una reja de madera... "¿y si voy?... qué tal si...", me decidí de inmediato, esperé unos minutos, los suficientes para calcular que mi tía ya estuviera en casa de Toñis, salí por la puerta de la cocina y al llegar a la reja que separaba las dos casas revisé y encontré que la verdad era muy fácil brincar al otro lado.
No me fue difícil llegar hasta la casa de Toña; busqué por dónde asomarme al interior de las habitaciones y tampoco fue difícil encontrar el mejor ángulo de visión, había varios sitios espléndidos: la ventana de la cocina; el ventanal que daba a la sala y por supuesto, la ventana que daba a la recámara de la costurera; pero cuando intenté hacer mi primera incursión casi me morí del susto al descubrir en la cocina, a escasos centímetros de mi cara a mi tía Lupe lavando unos vasos de cristal; por instantes sentí sobre mi sus ojos, me quedé estático e inmóvil deseando que me tragara la tierra, pero nada pasó; en eso una voz femenina –la de la costurera— la llamaba desde la sala: "¿Lupe?, ¿qué haces mujer, ya ven acá?".
--"Ya Toña, espera que ya voy...", contestó mi tía.
Aquello me indicó que la acción estaba en otro sitio, pero Lupe no parecía tener prisa en secar los vasos donde seguro se servirían cubas libres, así que por alguna extraña razón se me ocurrió ir a la ventana de la sala, pero para mi decepción las cortinas estaban corridas y sólo se escuchaba la voz de la costurera: "ay... no don Pepe, estése quieto, mire que no ¿eh?, no eso no, no sea malora oiga, mire que yo no..., ¡oye Lupita!, mira a don Pepe, ¡que no!, le digo, hummm, quite su mano..., no... hummm" y ahí estaba yo, con la oreja pegada al ventanal cuando escuché un ruido, me quedé quieto, como de piedra: arribita de mi cabeza una ventana se abrió y la voz de mi tía: "Toñis voy abrir la ventana para que entre un poquito de aire, oigan espérenme que ya estoy con ustedes, les traigo unos vasitos de ron, para acompañar la tarde, oigan..., miren.., si no me hacen caso mejor me voy", y la voz de la costurera: "es que... ay Luuupe..., don Pepe... ay es tremendo, mira que meterme mano..., ay no... espere don José... Luppppe... mira a don Pepe...".
Eschuché los pasos de la tía alejarse de la ventana y al voltear para mi sorpresa descubrí las cortinas abiertas parcialmente y mi primer vistaso me dejó ver una escena por demás excitante: el tío José y Antonia, la costurera, ambos sentados en el sofá, intercambiaban besos de lengüita mientras la mano derecha del tío estaba entre las piernas abiertas de aquella señora, quien no perdía el tiempo y ya agarraba la tranca erecta del pariente; la tía Lupe se estaba quitando las pantimedias apuradamente sin despegar la vista de la pareja, y yo que sentía que el pantalón se me rompía de la tremenda erección.
Total que aquella tarde disfruté de una sesión del más descarado porno, pero no en video sino en vivo y a todo color: mientras José y Toña seguían besándose y metiéndose mano Lupe no perdió el tiempo: agarró la pinga del tío y se la empezó a mamar; luego la costurera descubriendo a la tía se sumo al festín y entre las dos le mamaron la riata al tío hasta que éste pidió tregua y apartándolas violentamente se apartó de ellas para quitarse la ropa y de paso apurar medio vaso de ron, la pausa fue aprovechada por las mujeres para desnudarse, Toña quiso justificarse: "oye Lupita... tú sabes que yo no quería ¿eh?, nunca he hecho estas locuras ¿eh manita?, tú sabes que no, si quieres me voy a otro cuarto para que estés a solas con Pepe...", Lupe la atajó: "¡ya cállate mujer!, déjate de cosas, vamos a disfrutar los tres, no hay problema".
Luego José a la voz de "ahí te voy pinche Toña, te la voy a meter todaaaaa..." se le fue encima a la costurera y ahí sobre el sillón se la cogió; la mujerona hasta subió las piernas hacia el techo cuando el hombre la penetró; al tía no perdía el tiempo, se abrió de piernas para que el tío le metira la mano a su pucha abierta; hasta afuera llegaba el olor a sexo; un rato más y luego de que Toña gritó "me vengo... me vengo...", le tocó a la tía recibir su ración y de a perrito recibió las estocadas del tío, total que no me quedó de otra que hacerme una pajita mirando como cogían aquellos degenerados, luego me harté de tantas cogederas –hasta la Lupita le dio sus mamaditas a la pucha de Toñis, pese a sus protestas, la muy...--- y ya cuando me iba para mi casa me robé unas pantis rosas de Toña –ya muy usadas--, digo, como recuerdo de tan "grata" experiencia.
Ya en mi recámara, rememorando lo visto esa tarde-noche, y pensando "desde cuando el pinche tío José, hermano de mi madre, y Guadalupe, mi tía favorita y hermana de mi padre, andaban "cogiéndose cariño", los muy... jijos", por fin me ganó el sueño. Pero ya de madrugada desperté agitado por una horrible pesadilla: veía a mi amada Lupita corriendo desnuda como desesperada en un bosque de vergas, si, literalmente de pingas paradas; donde quiera que Lupe trataba de esconderse saltaba una verga erecta en busca de su entrepierna y ella brincaba asustada, corriendo en busca de un refugio seguro en esa selva de miembros erectos. Aquel extraño sueño trajo a mi mente a la fuente de mis perversiones: "¿ya habría regresado Lupita de aquella vacanal?", queriendo averiguar fui hasta su cuarto, entré porque no estaba puesto el seguro de la puerta y en la penumbra vi el bulto de su cuerpo sobre la cama; un penetrante tufo a alcohol llegó hasta mi nariz: Lupe estaba borracha, vestida a medias y boca abajo sobre la cama con las piernas colgando; total: un espectáculo lamentable.
No se si fue cariño o sexo, pero aquella escena me atrajo; llegué hasta la cama de la tía y me senté junto a ella, quien por supuesto ni me sintió. Recorrí con los ojos las derondeces de su cuerpo, sus rollizas piernas y su ancha espalda, sobre todo la protuberancia de sus nalgotas; no pude resistir y pase mi manita sobre sus despeidados cabellos en un gesto tal vez de comprensión y cariño, pero a la vez de deseo carnal, pues mi verga acusó de inmediato el efecto al pegarme el olor de su sexo o de otros sexos; bajé la mano por su espalda hasta la curva de sus nalgas y luego... más abajo, hasta descurbrir que no traía calzones. Ya no pude restir.
Me saqué la pinga ya erecta y la monté y mientras buscaba donde meter mi verga escuché su pastosa vocecita: " ya no Pepe..., ya no quiero...", mis dedos se pegostearon de líquidos y mi verga encontró un agujero, su culo. Ahí metí mi garrote..., ella creo que ni sintió, pero si, o tal vez ambas cosas, pues en su inconciencia me pedía, o le pedía al tío o a ambos: "por el culo ya no... por favor... me duele mucho, ya... no quiero...". Total que se la metí, toda, completa; la suavidez de su carne me sorprendió al penetrarla con tal facilidad y me dí a trajinarla con tal a videz que brincaba sobre sus nalgas abiertas y ella "hummm, ya... no... hummm, que rico, ya..." y pese a que su culo ya no apretaba me vine, sentí desde el fondo de quien sabe donde cómo me llegaba la leche y la escupía en su culo distendido, ella por supuesto... estaba roncando ruidosamente.
Ya cuando me iba a mi cuarto, limpiando previamente mi pito goteante con su vestido, ella creo que despertó para decirme: "hasta más tarde Betito calentón, ya vete a dormir, no creas que estaba tan dormida, cabroncito.. mañana platicamos".
Capitulo 4
A media mañana del sábado Lupe salió de su cuarto llevando a cuestas los estragos de la borrachera del día anterior. Lucía bastante mal, el semblante demacrado y pálido, el cuerpo encorvado y las marcadas ojeras en el rostro decían a las claras que mi tía necesitaba urgentemente de algo para aliviar su mal estado. En cuanto me vio resintió la mirada acusadora e inquisitiva que le dirigí, ella manoteando dijo: "oye, no estoy para sermones, que de esos ya tuve bastante, así que guárdatelos para otras, en estos momentos necesito urgentemente un trago de algo que tenga alcohol. Por cierto creo que tus padres andan fuera, ¿verdad?, supongo que andan en sus cosas, bueno, qué esperas, haz algo de provecho por tu tía, además de meterle la pinga en cuanto me descuido, anda Betito se bueno, traéme una copa".
Mientras iba a la cocina por una botella de vodka y un vaso vacío me llegó la idea: "y si aprovechaba la cruda de la tía para sacarle la sopa sobre sus relaciones con el tío y ahora con la costurera...", y cuando llegaba a la sala llevando medio vaso de vodka con jugo de toronja encontré a Lupe hablando sola:
--"Ya ni chingan..., parece que me he convertido en la verija de todos..., uurrrppp, perdón, hasta mi sobrino se mete entre mis piernas en cuanto me dejo… bueno pues ellos quieren y yo me dejo…, qué le voy a hacer, quién me manda ser tan caliente…", decía mientras esperaba mi arribo.
En cuanto llegué junto a ella Lupita casi me arrebató el vaso y apuró su contenido casi totalmente, luego se quedó quieta, callada, sentada en una silla de la cocina con los ojos entrecerrados saboreando todavía lo bebido, hasta que me extendió el vaso para que se lo volviera a llenar.
Y yo, obediente, diligente y callado accedí a su petición. En eso empezó a hablar:
--"¿Y bien Betito por dónde empezamos?, ¿qué quieres saber?... porque como supondrás se perfectamente que ayer fuiste a casa de Toñis a enterarte de cositas que hago con tu tío Pepe, ahora con la costurera como invitada… no te recrimino nada, allá tú por andar de fisgón… pero no intentes reprocharme nada, porque ya sabes… eres mi sobrino favorito y a todo he accedido con tal de que tengas buena educación… sexual, jojojo, pero como ya te dije tengo mi propia vida y la disfruto… bueno, la cosa es que me pareció interesante que presenciaras algunas escenas sabrosas de tu tía Lupita…", se detuvo para volver a empinarse el vaso.
Luego continuó: --"Acerca de Pepe, tu no sabes, pero fue mi novio antes que tus padres se conocieran y luego se casaran, así que ya te imaginarás, tenemos un buen de conocernos; él se casó y luego se divorció, pero nos seguimos viendo, siempre sin que tus padres se enteren. A ese respecto, no estás en edad de entender todavía, pero José se ha vuelto muy cercano de ellos, por algo será, ¿no te imaginas por qué?.... mejor así, a su debido tiempo te contaré, por ahora no tiene caso, pero tu tío Pepito es… algo tremendo…".
Me quedé intrigado, sobre todo en lo referente a mis progenitores, era verdad. De un tiempo a esa fecha mis papás andaban para todos lados con Pepe y algunas familias que conocieron por medio de él, y cuando se reunían nunca me llevaron con ellos, que cenas, que fines de semana, que días de campo. Lupe se percató y de inmediato cambió el curso de mis pensamientos:
--"Y en cuanto a Toñis, ¿quieres saber" –dijo picando mi curiosidad— pues bueno, es una mujer viuda, ya sabes ¿no?, pero lo caliente no se le ha quitado. Es santurrona y espantada, pero en cuanto ve a un macho interesante, no termina hasta tenerlo metido entre las piernas, y como soy su confidente pues… sus conquistas se cuentan por decenas, no vieras… si te contara, y de todo, como en botica; además se ha vuelto algo así como ninfómana…, no se, pero no se llena, pobre, tiene sus ligues, pero no hay macho que la aguante…, por eso se ha vuelto aficionada a la masturbación y a usar cualquier cosa para llenarse el agujero, fíjate!, ¿me oyes Betito?, ¿no te interesa saber?...
--"Pues… la verdad no tía, no se, doña Toñis ya se ve una mujer grande, madura, a lo mejor le estás inventando, no se…
--"O sea que no me crees…, bueno allá tú, lo decía porque si te gustaría que, digamos, algún día…, bueno, no se, pero a lo mejor con ella podrías practicar algunas cositas…, yo vería la forma de picar la curiosidad de Toñis y bueno, a lo mejor te da una probadita, digo, nomás para que agarraras más cancha…, además están sus clientas, bola de viejas calientes!...
Ya no le contesté, dejé a Lupita sirviéndose más vodka y me fui a mi cuarto. Ya de noche mi madre me llamó para cenar, lo disfruté de veras, pues hacía varios días que casi no veía a mis progenitores, de paso mamá quiso interrogarme respectó a Lupe: "Oye Beto, ¿qué le pasó a tu tía?, dice que se siente mal, ¿salió anoche?. ¿a qué horas llego?, ¿sabes a dónde fue?" y más interrogantes que evadí más o menos bien: que había ido a casa de la costurera por un vestido, que no se tardó, que no supe si luego salió pues me había dormido temprano y que sus malestares a lo mejor eran cosas de mujeres. Mi padre sonriendo dijo: "pues tal vez, pero resulta que la botella de vodka estaba llena y ya va a la mitad, a lo mejor se la tomó para sus molestias", reímos los tres. De camino a mi recámara de pasada fui a ver a Lupe, pero ya la encontré dormida.
En mi cuarto miré por la ventana la casa de Toñis y me pregunté cuánto habría de cierto en lo dicho por mi tía Lupe, sin imaginar que muy pronto esa mujer aportaría bastante en cuanto a mi educación sexual.
Horas más tarde, a la hora del desayuno escuché una discusión en la cocina, era mi padre que le decía a mi tía favorita: "óyeme cabrona te dejo para que cuides a Beto y te largas de juerga, seguro anduviste con el Pepe, ¿verdad?, se te nota a leguas, a ver responde".
--"Mira, haz favor de no estarme jorobando la mañana, yo hago lo que puedo, no soy niñera de nadie, y si salgo con alguien es cosa que no te importa, además que me reclamas si ese canijo se ha vuelto muy íntimo de ustedes, tú y tu vieja, que nomás les llama y salen corriendo, seguro que no van a rezar el rosario, ¿verdad?, ¿qué tal?, lo gozan, te gusta compartir a tu mujer con otros y que ellos te presten a sus viejas, ¿qué tal?", dijo ella.
--"Cállate hija de la…, ni se te ocurra hablar, además no hacemos nada malo, son familias honorables, de mucha cultura, tú qué sabes, somos adultos y nos estamos cultivando, mejor cállate maldita…", mi padre.
--"Honorables, de mucha cultura, se están cultivando, ¡sí cómo no!, y ya cuando están medio borrachos empieza el show, ¿verdad?, y tú con una en un cuarto y tu mujer cogiendo con dos o tres en el otro, o todos juntos metiendo la pinga en cualquier agujero disponible, en bola, todos contra todos, muy educativo, ¿verdad?", mi tía.
--"Tú qué sabes, vieja borracha, seguro te vas con el Pepe para darme celos, con eso de que ya no te hago caso cuando me das puerta, para darte tus revolcones en tu cuarto, es eso, lo haces por venganza, seguro que sí, pinche vieja incestuosa y mal cogida", dijo enojado mi padre saliendo de la cocina por la puerta del patio.
Todavía Lupe le alcanzó a gritar: "si te di las nalgas fue para que te callaras la boca, por andar cogiendo con José, y tú, mi hermanito querido, ahí pegado a mis chiches, mamando, y metiendo la pinga donde otro ya había echado su semen, cabrón, si bien que te gustó, tanto que luego regresaste por más y más, tú lo pedías ¿ya se te olvidó?, puto cornudo!".
En otras palabras, a mi rededor todos cogían con todos.
Escuchar aquello me dejó pasmado, paralizado junto a la puerta, no se cómo hice para irme a mi recámara, en eso entró mi madre: "hola mi amor, cómo estás, bien verdad, mira vamos a salir a comer con unos amigos, pero regresamos temprano, te propongo que más tarde vayamos al cine los tres, tu padre, yo y tú, ¿aceptas?, la vamos a pasar súper".
No supe cómo, pero de pronto me encontré mirando a mi progenitora con un profundo odio, y me sentí chiquito, pequeñito, insignificante, como si todo el mundo me quedara grande. Ella desconcertada salió sin decir palabra y me sentí peor.
Al medio día Lupe vino por mi para salir, "vamos con toñis, ahora si voy a hacerme pruebas de un vestido, acompáñame, al menos así te distraes mirando viejas, a lo mejor alguna te gusta". Llegamos a casa de Toñis, pero no estaba sola, había dos mujeres más, que nomás me vieron y empezaron a molestarme: "mira nada más!, qué lindo muchachito!, con él aquí soy capaz de encuerarme para probarme la ropa sin ir al probador…, pero Alberto, si ya estás hecho todo un hombre, ya es hora que vayas conociendo los placeres de la vida, quien fuera la afortunada que te enseñe el caminito del placer, chiquito lindo…, ¿Y ya dará lechita su pajarito?, seguro que sí…", y más cosas, que mi tía se apuró a aplacar con "¡a callar, bola de arpías!, no se metan con mi sobrino favorito". Me sentí cohibido y apenado, y mientras Toñis le daba duro a la máquina de coser, hojeando una revista de modas traté de distraer mis pensamientos.
De pronto empezaron a ocurrir cosas: frente a mi estaba una mujer regordeta de piel blanca sentada con las piernas abiertas, entre los mofletes de sus muslos se miraba la gorda protuberancia de su sexo cubierta por el calzón blanco, mi pito reaccionó; luego más allá otra mujer salió del vestidor enfundada sólo con una bata transparente y al darse la vuelta ví que traía por calzón una diminuta tanga cuya cinta se le metía entre las rotundas nalgotas, mi verga volvió a reaccionar; minutos después la mujer del sillón se levantó y sin importar que yo estuviera frente a ella, a unos pasos, se quitó la falda para probarse un vestido quedando casi en cueros, luciendo la desnudez de sus piernas y la burda pantaleta que le cubría el sexo; eso sí, ahí donde estaba la pepa, una curiosa protuberancia de vellos hacían más ostensible la zona pubiana, aquello acabó de poner mi verga completamente parada.
Lupe se percató de mi estado y dijo en voz alta: "será mejor que lleve a mi sobrino a otro cuarto, sino esta bola de viejas calientes capaz que lo violan", las mujeres dijeron algo pero seguí a mi tía hasta otra habitación.
Ya en la recámara de Toña, Lupe encendió la tele: "mira mhijito mejor miras la tele, pero si te sientes algo calientito puedes abrir un poco esta otra puerta, es la del vestidor, así las puedes espiar mejor, ¿quieres?", no le contesté, pero cuando se fue me apuré a entre abrir un poco aquella puerta. Cuando escuché que alguien entraba al vestidor pegué el ojo a la rendija de la puerta, la que entró fue la de la bata transparente y algo sospechó porque miró con cierta insistencia hacia la puerta entre abierta, luego sin dejar de mirar hacia mi, se alzó la bata y bajándose la tanga dijo en voz baja: "anda Betito, ven, no te conformes con mirar" y se empinó en un banco mostrándome su gran culo desnudo. En cuanto escuché la invitación y ya estaba junto a la gorda desabrochando mi pantalón para sacarme el pito; la vieja, que se llamaba Carmen, desde mi posición volteó a verme diciendo: "seguro te voy a desvirgar, chiquito adorable, anda, ven, mete tu palito entre mis pompas, yo me encargo de estrenarte". No dije nada, sólo dirigí me verga erecta hasta ese mundo de carne; Carmen se inclinó más y mi garrote se deslizó entre los cachetes del culo hasta alcanzar los labios de su pepa; reculó un poco diciendo: "despacio, chiquito, lo tienes muy duro, muy parado, te voy a comer todito, así chiquito, anda empuja, así, así, ¿sientes?, ya te tengo adentro, dentro de mi gatita calientita, ahora sí Betito date gusto mi amor, cógeme fuerte, anda, fuerte, me gusta fuerte". Y me di a taladrar, con metidas y sacadas violentas, la panocha de la señora, que si bien su pucha no estaba apretadita como la de mi tía favorita, si me daba gusto, estaba caliente y mojada, y doña Carmen se movía deliciosamente, moviendo su grandioso culo en círculos apurándome: "ya Beto, echa tus mocos, termina, que nos pueden descubrir, anda papito, dame leche" y apretó la pucha, succionando mi palote, chupándolo casi, y eyaculé agarrado a sus nalgotas gordas; mis chorros de mocos escupiendo su hoyo caliente y flojo; ella se vino removiendo su culo sobre mi pito que seguía echando mocos y mordiéndose los labios para no gritar. Cuando mi verga dejó de palpitar doña Carmen hizo su cuerpo hacía adelante y mientras se limpiaba las nalgas con su tanga me besó diciendo: "eres un ángel Betito, cuando quieras puedes visitarme en mi casa, ya sabes dónde, no digas nada de esto a nadie, tienes un garrotito adorable muaaahhhccccc", y otro beso, luego se fue.
No pasó ni media hora cuando entró al vestidor la otra mujerona, la del calzón blanco y falda; miró con insistencia hacía la puerta entre cerrada y hablando en voz baja me invitó: "seguro estás ahí chiquillo, ¿quieres conocer cómo es mi conejito?, tengo un animalito aquí, entre mis piernas ¿quieres ver?, anda mira bien" y haciendo a un lado su calzón me descubrió su tremenda pepa; era una pucha gorda y renegrida, morena a pesar de que la señora era de piel blanca y su mata de pelos era más bien rala, tenía pocos vellos, pero largos, castaños; pero lo sorprendente era su raja pues los labios internos le salían hacía afuera, arrugados, renegridos, la vieja volvió a hablar: "¿miras bien?, ¿te gusta?, ¿no es lindo?, gordito, carnoso mi conejo y mis labios son elásticos, muy suaves y sensibles; a mi conejito le gustan las caricias, le gusta que le den besitos y chupaditas ricas, ¿quieres?, anda ven, mi conejito no muerde, succiona, chupa y se calienta, anda chiquito ven aquí y aprende a darle besitos al conejo mío".
La mujer se mantuvo con las piernas separadas, de pie, manteniendo la panocha abierta con sus dedos, no le dije nada cuando entré pero la ví sonreir; me acerqué hasta esa pepa horrible y un tufo a pescado me pegó en la cara, olía fuerte, penetrante, pero a la vez me atraía, me excitada, casi pegue mi cara a su entrepierna, la escuché pedirme que le diera besos a su pepa y al momento mi boca se pegó a esa carne olorosa y fea; besé y lamí la raja por fuera, luego chupé los bordes carnosos hasta que la señora empezó a gemir: "hay chiquito, siento rico, mi conejito se está calentando, besas rico, muy rico, lames delicioso, pero ay niño alguien puede venir y si nos hayan así tendremos un problema, ya chiquillo lindo quítate, ya no… que me excitas, ya no", la vieja cerró las piernas y se tapó la pucha. "Cuando quieras darle besitos al conejito vas a mi casa, ¿ya sabes no?, aquí cerca, vivo arriba de la carnicería y me llamo Celia, mi marido siempre está fuera de casa, tengo todo el día libre, ¿te animas?, ay eres un amor de muchachito!", luego salió.
Cuando regresé al cuarto de Toñis ya estaba mi tía ahí: "condenado muchacho, nomás te dejo tantito y empiezas a hacer de las tuyas, eres tremendo, mira que mamarle la pucha a Celia, ay por dios, ¿no te puedes controlar?, seguro tienes el palo parado, ¿verdad?" y tocó mi entrepierna y con mirada pícara me propuso algo inusitado: "¿quieres cogerte a Toña?". Asentí moviendo mi cabeza y salió, desde la puerta escuché que le decía algo a la costurera luego la voz de Toña despedía a sus clientas en la puerta, me mantuve alerta, tía Lupe y Toña algo hacían pero no sabía qué. Minutos después me llamó Lupe desde la sala y al llegar me sorprendí por lo que ocurría ahí: sobre un sofá de la sala estaba Toña, desnuda; hincada dando la espalda y mostrando su culo gordo, sus redondas nalgas blancas y con celulitis; con una banda elástica sobre los ojos que le impedía ver y las manos atadas en la espalda con un grueso listón negro; y ante mi sorpresa mi tía Lupe la golpeaba en las nalgas con una fusta negra y gruesa diciendo: "eres una puta, una maldita puta cogelona que quiere verga, no se llena de verga y por eso te voy a castigar, toma, toma, maldita ramera insatisfecha", Toña gemía quedo, Lupe siguió con el castigo: "¿quieres más?, ¿te gusta que te pegue?, ¿quieres verga?, dime, si, grita… anda… pídelo, qué aquí tengo a alguien que te puede dar lo que necesitas, puta y reputa, ¿quieres pinga?, ¿por dónde la quieres?"; y sorprendido escuché a Toña: "Por la cola, quiero que Beto me destroce el culo, que lo rompa y me eche mocos adentro, quiero sentir su verga escupiendo leche en mi cola, la quiero, si…".
Todavía Lupe siguió golpeando a Toña en las nalgas, que ya estaban rojas a causa de los golpes, luego se hizo a un lado y me dejó el campo libre: "anda Betito, rómpele la cola a esta puta mal nacida, ven, anda, saca la verga del pantalón".
Me sentía excitado, muy caliente, no se si por la forma en que había visto a mi tía golpear a la costurera o por la atrayente redondez de las nalgas de esa mujer, pero de pronto ya estaba entre las piernas de Toña, agarrado a su cintura y apuntando la cabeza de mi pinga en el negro conjunto de pliegues presionando por entrar en sus profundidades, mi tía me alentó: "dale Beto, fuerte, méteselo ya, de un solo empujón, que a está vieja le gusta la fuerza, la violencia, fuerte, aprieta fuerte", y no me hice del rogar, a pesar de que el culo estaba cerrado y duro empuje con fuerza y de repente ya estaba hasta adentro de la costurera, con mi pelvis pegada a sus nalgas abierta, la vieja gritando: "así Betito lindo, dale fuerte, no me tengas consideración y rompe mi cola, que me duela, quiero dolor, lastima mi cola, dale duro, me gusta duro, más duro, más", así me la estuve cogiendo, entrando con fuerza, haciendo chocar mi cuerpo en las nalgas de la mujer, produciendo un chas, chas, chas al entre chocar, luego Lupe me detuvo un momento, algo metió por debajo de Toña, era un objeto duro y largo, se lo metió despacio en la pucha, todo, completo, luego me ordenó seguir, volví a meter y sacar mi verga erecta hasta que Toña gritó de placer: "ya, ya, me viene, que rico, rica tu pinga niño horrible, que le gusta meterle la verga a mujeres calentonas como yo, sigue, sigue, fuerte, más, me viene, me viene, dame tu leche en la cola, echa tus mocos, tus cochinos mocos en mi colita rica, anda, dame leche chamaco cogelón de viejas putas como yo, ya, dame, dame más pinga aaaahhhhh", y la leche se me salió, chorros y chorros de semen, el culo de la costurera apretaba, succionaba mi verga que seguía palpitando adentro de su culo y cuando todo terminó y la mujer seguía quejándose le saqué la pinga, su culo se fue cerrando poco a poco, oliendo todo a caca, luego la mujer apretó la cola y un chorrito de semen salió de ahí, aquello me dio asco, Lupe lo entendió: "no te preocupes Beto, el sexo es húmedo y huele mal, así es, anda ve al baño y te lavas bien la pinga, con mucha agua y jabón".
Cuando salí del sanitario Toña ya estaba de nuevo en la máquina de coser, no me dirigió la palabra, mi tía se despidió de ella y sólo recibió silencio. Ya sobre la calle y de la mano de mi tía favorita, se me ocurrió preguntarle sobre la discusión que tuvo con mi padre: "oye tía y lo que dijo mi padre hoy en la mañana, y lo que tú le dijiste sobre él y mi madre…"; "no Beto, no hagas caso, haz de cuenta que no pasó nada, son cosas de adultos, en este momento no entenderías y vas a juzgar mal a tus padres, o a mí que te quiero tanto…, confórmate con saber que en el mundo de los adultos, todo mundo coge con todo mundo, menos con quien debe, así es, desgraciadamente así pasa".
Fin
Por Micifuz6
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