Hola, me atrevo a compartir esta historia que me sucedió hace pocos días, primeramente porqué no me conocen ni yo a ustedes, después porqué de repente se vuelve a presentar ese remordimiento y tengo que desahogarme de alguna forma, ustedes son libres de creerme o no, yo se que sí me sucedió y eso es todo para mi, un beso de mi parte.
Mi nombre es Pilar, de cariño me dicen Pily, soy casada, 30 años, soy la mayor de las hijas del primer matrimonio de mi padre, con su actual esposa tiene dos hijos más, una chica que es la mayor y mi hermanito que apenas está entrando a la adolescencia y quien es mi consentido, es un chico caprichoso, berrinchudo, necio y llorón, muy travieso y despierto, acostumbrado a salirse con la suya siempre, pero así lo quiero, aprovechando este período de vacaciones la mujer de mi padre se fue a su pueblo, mi padre no quiso ir argumentando que no podía dejar sola su tienda de abarrotes, por lo que únicamente la señora se fue con su hija la mayor, mi hermanito tampoco quiso ir con ella, creo que como ya está en la pubertad ya no quiere estar tan pegado con su mamá, prefirió quedarse a jugar con sus juegos que conecta a la televisión.
Esa misma semana mi padre me llamó para pedirme de favor que fuera a cuidar a mi hermanito, bastaron solamente algunas horas para que mi papá se desesperara con el por lo que mi padre me pidió que pasara a la tienda para llevarlo a su casa, darle de comer y estar al pendiente de el un rato, yo accedí encantada, pues como les dije, es mi consentido, llegamos a la casa que está a dos calles de donde mi padre tiene su negocio, le preparé de comer y después vimos una película de acción que son sus favoritas, pero el empezó a ir al baño una y otra vez y en la ultima ocasión se tardó demasiado por lo que decidí ir a ver que pasaba, preocupada entré al baño sin tocar y observé en su carita un gesto como de dolor, sus manitas estaban en su entrepierna y la verdad me asusté al ver esa escena.
¿Qué tienes corazón, te duele tu pancita?, ¿te llevo al doctor? Pregunté bastante inquieta
-esteee, noo, no tengo nada Pily, respondió el obviamente mintiendo y bastante turbado,
-vamos, dime la verdad, soy tu hermana la mayor y siempre me has tenido confianza y quiero que siempre sea así.
-bueno, es que… ya tiene días que me duele ahí, respondió señalando en medio de sus piernas, le iba a decir a mi mamá pero se fue con mi abuela y con mi papá me da pena…
De momento no supe que hacer, no tengo hijos y hasta ahora no había pasado por algo parecido, me puse a pensar que es lo que haría su mamá en estos casos y recordando que en algunas ocasiones le cambié el pañal cuando era bebé, le dije que me dejara revisarlo, por supuesto se negó en un principio pero le dije que entonces llamaríamos a su papá para que lo llevara con el médico.
-ay Pily, es que…
-es que nada! le respondí, yo te bañé de chiquito y te conozco todo, y me estas preocupando bastante, y en efecto, así era, estaba preocupada por el.
Finalmente se bajó sus calzoncillos y su pequeño pene estaba erecto, no sabía por qué razón, sus testículos estaban hinchados, duros, de repente se me aclaró el panorama:
-Haber corazón ¿a que te metías al baño una y otra vez? Quiero la verdad o le digo a tu papá.
Muy nervioso señaló con su dedo hacia la ducha, por el susto que me dio no me había percatado que una revista para caballeros estaba tirada, el alcanzó a arrojarla hacia allá antes de que yo entrara, debo decir que las modelos desnudas eran muy guapas, respiré profundamente para tener una charla abierta con ese jovencito, no iba a hacerle un escándalo ni mucho menos darle todo un rollo moralista, comprendí que estaba en la edad de la punzada y sus hormonas empezaban a hacer efecto.
-No le digas a mi papá, por favor, me dijo con lagrimas en sus ojitos.
-no te preocupes, no diré nada, comprendo que estás convirtiéndote en todo un hombrecito y empiezas a tener curiosidad por el cuerpo de las mujeres, pero no veas eso tan seguido, mejor concéntrate en la escuela y…
-Pero, ¿porqué cuando veo a esas mujeres desnudas se me pone duro y mis”bolitas” también, y me empiezan a doler?, ¿es algo malo, estoy enfermo? me interrumpió abruptamente con esas preguntas
-bueno, no es malo, no estás enfermo, lo que pasa es que…
¿Me podrías revisar de nuevo, Pily?, es que me da miedo, quiero que me revises, para que me digas que no me estoy enfermando de nada.
El desconcierto hizo presa de mi, ya no sabía que hacer, sentía que la situación se me iba a salir de las manos, otro respiro profundo, calma Pilar, calma, pensé.
Su vocecita me hizo salir del trance – mira Pily, así es como me duele…
Ok, ok, le dije resignándome a tener una plática que por supuesto a mi no me tocaba dársela.
– No es nada malo, no te pasa nada, cuando tu pene se pone así se le llama erección, y esto sucede porque tu cuerpo está cambiando y es algo natural, te empiezan a gustar las chicas y al verlas sin ropa se produce esta reacción que hace que tu penecito se endurezca y se levante un poco, tus testículos o tus “bolitas”, como tu les llamas se hinchan debido a que por lo mismo que estás creciendo empiezan a producir un líquido llamado semen y al no poder salir te provoca esas molestias y…
¿Y como es eso?, ¿Cómo sale el semen?, ¿así ya se me quita el dolor?- me aturdió y me interrumpió con esas preguntas y ahora sí pensé que me había equivocado al querer explicarle todo esto.
Anda, dime, dime como es eso, me dijiste que debo tenerte confianza y por eso te pregunto a ti, porque hasta con mi mamá me daría pena, ¿sí, hermanita?, para que ya no me duela. Y la verdad, cuando él me llama hermanita, yo doblo las manos, sabe que llamándome así yo le doy todo lo que me pide.
Ok, tomando aliento me decidí, -pero sólo te lo voy a decir una vez, y no le dirás a nadie, ¿me oyes? A nadie de esto, ¿estás de acuerdo?, de inmediato respondió que si. Tomé asiento sobre la tapa de la taza del baño, él estaba de pie. Ahora yo era la nerviosa, bastante nerviosa, pensé que mi padre podría llegar en cualquier momento, por lo que sí iba a ayudarle a ese jovencito, tenía que actuar con rapidez.
Bueno, corazón, quiero que veas en tu revista alguna chica que te guste para que tu penecito se ponga duro, no se lo dije dos veces y casi de inmediato tuvo su erección. Ahora con tu manita toma tu pene y dale un suave masaje, de arriba hacia abajo, mientras y si quieres yo te sostengo la revista para que la sigas mirando y veas también con cual de tus manitas te acomodas mejor (no podía creer que acababa de decirle a mi hermano tales palabras).
Oye Pily, pero yo no se como, mejor tu dame el masaje.
No corazón, eso ya no es correcto, yo solo te digo como se hace
Anda, es que yo me estoy lastimando y no se como hacerlo, tu sí sabes como se hace, ¿sí?, hermanita…
-¿y porqué me dices que yo sí se como se hace eso?
-bueno, es que tu eres casada y tu marido te ha de pedir que también le ayudes
Upss, me quedé atónita con ese comentario, efectivamente a mi esposo le gusta que yo le masturbe un poco antes de tener relaciones, pero ese rapazuelo no tenía porqué enterarse.
-Entonces, ¿me ayudas, hermanita?
¡¡Caray!!, ahora sí la situación estaba totalmente fuera de mi control, pero me dijo la palabra mágica.
Ok, ¡terminemos con esto de una buena vez!, ¡pero recuerda que a nadie le vas a decir!
Ocultando mi enorme turbación tomé su pequeño pene con mi mano derecha, con movimientos suaves y rítmicos empecé a darle masaje, suavemente, de arriba hacia abajo, poco a poco aumentaba y disminuía la velocidad, de su glande ya salían gotas de líquido lubricante.
Aay hermanita, esto está muy bueno, no pares- me decía con una tierna y agitada vocecita, sigue, sigue…
Decidí que ya era hora de poner punto final a esta locura, su virgen pene no sobresalía de mi puño, mi mano empezó a ejercer más presión y a acelerar el ritmo hasta que un chorro de esperma salió disparado, escurriéndose por entre mi mano y mis dedos. Debo confesar que esa escena tuvo alguna reacción en mí, no soy de hielo.
Ahhh, exclamó él muy débilmente, sus rodillas se doblaron, yo solo atiné a abrazarlo amorosamente y el también a mi.
Bueno, corazón, así es como los hombres se alivian cuando les duele esa parte, pero de ahora en adelante lo tendrás que hacer tu solo, ¿entiendes? Y recuerda que es nuestro secreto.
Si, Pily, está bien, me gustó mucho, se siente rico, ¿eso es mi semen?, le respondí que sí.
¿Y si tengo otra duda, puedo preguntártela a ti, pily?
Eehh, bueno, pues…sí, pero nada más preguntar, ¿OK? Ahora vamos a asearnos, papá ya no ha de tardar.
Tres días después salí temprano a hacer algunas compras y otras cosas que tenía pendientes, llegué a mi domicilio bastante cansada, serían como las 3:00 de la tarde cuando sonó el teléfono, era mi padre pidiéndome de favor que fuera a su casa a prepararle a mi hermano de comer pues el chamaco estaba necio que quería albóndigas, al recordar aquel día mi respuesta fue negativa ya que honestamente tenía remordimientos, pero mi padre estaba muy insistente, finalmente pensé que mi hermanito estaría muy emocionado con su revista y habiendo aprendido a masturbarse estaría todavía más ocupado y me dejaría en paz, vivimos relativamente cerca por lo que me daba tiempo de llegar a casa antes de que mi esposo saliera de trabajar y cenar con el.
Llegué a casa de mi papá, mi hermanito y yo nos saludamos como siempre, como si nada hubiera pasado y eso me produjo cierta tranquilidad, preparé la comida y el condenado escuincle apenas y la probó, después me recosté en un sillón, encendí el televisor pero aun seguía cansada y el sueño me venció, no habían pasado yo creo que ni 20 minutos de quedarme dormida cuando entre sueños escuché una vocecita.
-Pily, Pily, Pilyy
Me despertaron unas manitas suaves sobre mi rostro
–¿mmm?
– ¿recuerdas que me dijiste que te tenga confianza y que te puedo preguntar cualquier duda?
– mhm…si – respondí aun medio dormida
– Bueno, quiero preguntarte…quiero saber….quiero ver una “chiche”…
– ¿Quee? – Dije bastante sorprendida, de un salto me puse de pie, un rayo de alerta cruzó por mi cabeza
– ¿una chiche? , ¿Pero que no había chiches en la revista?
– Sip….había….pero yo quiero ver una de verdad
– Bueno, tu deseo es lógico, mi amor, pero…recuerda que soy tu hermana mayor y no está bien que me pidas eso,-en verdad estaba tratando de mantener la calma, tenía que ser lo más didáctica posible para salir bien librada.-
– En primera, no se llaman “chiches”, se llaman senos
– ¿senos?
– Sí, jovencito, senos
– y en segunda, si me sigues insistiendo con eso, no me vas a dejar mas opción que decirle a papá que te estás portando muy mal y…
– ¡¡y yo le voy a decir a mi papá que tu me agarraste mi pene y me sacaste el semen!!
¡Con esa respuesta quedé petrificada!, pues efectivamente para mi padre su único hijo varón es intocable y aunque diga mentiras mi papá siempre le da la razón, mil escenarios pasaron por mi cabeza, todos malos, por más que yo argumentara que fue él quien me pidió que le ayudara por todos lados yo iba a ser quien saldría perdiendo, todo me culpaba a mi, jamás debí permitir que la ocasión anterior se me saliera de las manos, imaginé el escándalo con mi padre, con su familia, con mi esposo.
-Está bien, musité resignada, de nueva cuenta había perdido la batalla con ese mocoso manipulador
-pero debes cumplir tu promesa de no decirle nada a nadie de esto
-si Pily, lo prometo.
-cierra bien la puerta con el seguro
-ya lo hice, desde que te quedaste dormida.
Con la adrenalina al tope me acomodé de nuevo en el sillón, con toda seguridad el jovencito no perdía detalle de mis movimientos, yo evitaba verle a los ojos pues en verdad entre otras cosas me moría de la pena, desabroché los botones de mi blusa y por encima de la copa de mi brasier saqué uno de mis pechos pero el pequeñito de inmediato y sin siquiera decirme liberó al seno que le faltaba, era de esperarse que no se iba a conformar con verme solo uno, mis pechos se mostraron impúdicos ante su mirada, cuando los empezó a tocar con avidez me llevé las manos al rostro tratando de ocultar la vergüenza, el miedo a que alguien nos descubriera, el cargo de conciencia era insoportable, la reacción lógica y natural de mi cuerpo no tardó en aparecer: mis pezones endurecieron al ser estimulados, a estas alturas el infame chamaco ya estaba sentado sobre mis piernas, las piernas de él abiertas y dobladas por las rodillas caían de lado a lado.
-¿Hermanita, puedo darme masaje allá abajo?, preguntó visiblemente emocionado
-Ahh, pinche chamaco cabrón, chantajista, hijo de la chingada, ahora sí soy tu hermanita, ¿verdad?, sí ya tenías tu plan bien hecho… ¡pues hazlo!, pero apúrate y termina de una buena vez con esta tontería- aparte de todo lo que estaba sintiendo ya comenzaba a sentirme molesta. Mi desesperación aumentaba pues al parecer él no tenía prisa alguna, tocaba mis senos con una mano y con la otra masajeaba su miembro por debajo del pantalón pero por lo visto no se acomodaba muy bien, pensé que hasta que no alcanzara su eyaculación no me lo iba a quitar de encima por lo que yo debía tomar otra decisión de inmediato.
-Haber corazón, traté de dulcificar mi tono de voz un poco, yo te voy a ayudar con el masaje, como el otro día, pero por lo que más quieras terminemos con esto, vamos a acomodarnos de otra forma en el sillón para que no estés todo doblado y también sácate el pantalón para que estés mejor, y por supuesto no se lo dije dos veces, incluso su trusa salió junto con sus pantalones, su pequeño pene parecía estar más duro, y como no, con la semejante visión que tenía ante sus ojos, recargué mi cabeza sobre uno de los brazos del sillón, mi cuerpo quedó a lo largo, y creo que por instinto el chavito se acomodó encima de mi con sus piernitas a los lados, mi mano ya empezaba a tocar su pene, de repente otro rayo de cordura cruzó mi cerebro, al estar en esa posición, como si fuera la del misionero, lo más probable era que al eyacular, su semen saldría disparado y se esparciría por entre mis dedos manchando mi pantalón de color beige, era la única ropa que llevaba y claro estaba que no me iba a exponer a otra vergüenza mas, por lo que con el corazón a punto de explotarme todavía mas le pedí al muchachito que se levantara un momento.
-espera, déjame hacer algo, le dije bastante insegura
Ante esa situación tan comprometedora para mí, lo único que se me ocurrió en ese instante fue quitarme el pantalón para evitar que se me manchara de semen, y así lo hice.
De lo que sí estaba segura era que por nada del mundo me iba a quitar las pantaletas y afortunadamente él no insistió con eso.
Todo eso ya era muy fuerte para mi pero creo que él se la estaba pasando muy bien, el chamaco precoz me miraba con un brillo especial en sus ojitos, no era para menos, de nuevo nos acomodamos en ese sillón que fue mudo testigo, mi hermanito otra vez se posó sobre mi, sus manitas impacientes de nuevo se afianzaron a mis senos, por enésima vez acariciaba mis pezones, su carita también estaba cerca de mis pechos observándolos con ese placer que jamás hubiera imaginado en su corta vida tener y mucho menos hubiera imaginado que ese placer sería a costa mía, podía sentir su respiración agitada, su aliento, su aparato reproductor masculino quedó a la altura del mío, parecía como si su pequeña virilidad erecta quisiera perforar mis calzones, hacerles un hoyo, claramente podía sentir eso.
Empecé a hacer lo que me correspondía, me recargué un poco hacía mi costado derecho para poder maniobrar mejor, mi mano izquierda llegó hacia donde tenía que estar y a cuatro dedos tomé el tronco de su miembro y empecé con el masaje de arriba abajo, despacio, luego más rápido, la piel que cubre al glande subía y bajaba, de repente masajeaba también sus testículos, me mojó la mano con su liquido pre eyaculatorio, sentí como empezó a palpitar su miembro, después un gritito salió de su garganta -ahhh- su carita tenía una expresión de felicidad que yo no se la había visto antes, y…
…Efectivamente sentí un chorro calientito de esperma escapando por entre mis dedos yendo a parar sobre mis calzones blancos, pensé que finalmente no había sido tan mala idea sacarme el pantalón, y para no variar, yo también había tenido fluidos, como lo dije líneas arriba, no soy de hielo.
Le di un beso en la frente, una palmada en sus nalguitas y le aparté de mi cuerpo
-ya corazón, terminó todo esto, me tengo que ir.
Acomodé mi brasier y mi blusa en su lugar, levanté mi pantalón del suelo y como la misma blusa era larga traté de taparme un poco mi trasero cubierto solo por mi ropa interior, ya le había dejado verme lo suficiente, procurando no derramar el semen en el piso me dirigí al baño a lavarme y limpiarme lo más que pude, al terminar me despedí de mi hermano y salí apresuradamente sin mirar atrás, pensé que no me iba a arriesgar a que se pusiera nuevamente de necio y me saliera con que ahora le dejara verme las nalgas o algo más y fuera cuento de nunca acabar.
Llegué a mi casa, me di un baño y esperé impaciente a mi esposo, lo que más deseaba en ese momento era hacer el amor con el, tenía que sacarme toda esa tensión y presión acumulados, el sentimiento de culpa se había transformado en deseo, cuando llegó de trabajar al verme tan cachonda y sexy ni se acordó de cenar, en mi calentura recordé los momentos vividos horas atrás con mi hermano y mi excitación aumentó, fueron los mejores orgasmos que tuve ese día, incluso por fin después de mucha insistencia de su parte le permití a mi marido hacerme sexo anal.
¡Ay, hermanito, todo lo que provocas!
Anónimo
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