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jueves, 23 de diciembre de 2021

Camila y Daniela


Capitulo 1

Este mundo, es un lugar sumamente sorprendente y más aún, las cosas que suceden en él. Para el amor no hay edad, dice un popular adagio, pero lo que no se espera y resulta sorprendente es el tipo de amor, que surgió en esta historia. Es bastante obvio, que el lesbianismo no está bien visto por la sociedad y mucho menos, una relación de carácter lésbico, que ocupe a una niña preadolescente y a una mujer adulta; sin embargo, en ocasiones el deseo y el cariño triunfan y las relaciones más descabelladas para la mayoría, se convierten en una realidad.

Camila, era una mujer de 28 años de edad, que residía en la ciudad de Bogotá, trabajando como ingeniera supervisora, en una obra de construcción al norte de la ciudad, pues era una ingeniera civil profesional. Siendo ya una adulta, vivía tal cual y había comprado un apartamento en un barrio de clase media. Ella vivía sola, puesto que sus padres estaban divorciados y cada uno, había hecho su vida, con una nueva pareja. Ella mantenía contacto con ellos, pero eran limitadas las ocasiones donde los veía. Tenía un hermano cuatro años menor, que había salido del país, para estudiar idiomas. Camila, aunque una mujer profesional y con una vida hecha, sufría del mal de la rutina y el aburrimiento que esta produce. Tenía amigos, había tenido algunos novios, pero realmente, nada la había hecho feliz, más allá, de uno u otro rato agradable. Sentía que le faltaba algo, pero no sabía que, siempre se decía a sí misma «lo tengo todo, soy una mujer profesional, independiente, con apartamento propio, con un sueldo alto y sobre todo joven, ¿Qué me pasa? ¿por qué me siento incompleta, por qué me siento así?» No lo comprendía y eso, la amargaba aún más.


Era un viernes a las 4 de la tarde, cuando Camila llegó de su lugar de trabajo al apartamento, para almorzar y descansar un rato, pues en la noche, había quedado de salir con una amiga a tomar algunos tragos en un reconocido bar de la ciudad. Ella podía darse ese lujo, pues el dinero no le faltaba en lo más mínimo. Viviendo en el quinto piso de su torre, tenía que hacer uso permanente del ascensor y verse con algunos vecinos. Al estar siempre tan ocupada, poco se había encargado de socializar y no tenía muchos conocidos en su propio edificio. Estando en el primer piso, pidió el ascensor, para subir hasta su apartamento. De pronto, este se abrió y a bordo, se encontraba una pequeña mujercita, una mezcla entre niña y adolescente. 

Camila subió al ascensor y noto que jamás había visto a esta niña, porque, aunque escasa su relación con los vecinos, recordaba vagamente la mayoría de rostros. Por hacer conversación y saciar su curiosidad, Camila le pregunto a esta desconocida niña, si era residente en el edificio: «hola, ¿cómo estás?…¿eres nueva?, no te había visto nunca» , la niña un poco sorprendida por la conversación inesperada le respondió de forma algo nerviosa y tímida «sí, soy nueva, ayer nos mudamos» – «ah, que bien – dice Camila- ¿a qué piso se pasaron?» » al quinto – responde la pequeña- llegamos ayer» «mmm que bien – responde Camila – yo también vivo en ese piso, vamos a ser vecinas» «sí – responde la mujercita – seremos vecinas». En ese momento, alcanzan el piso quinto y ambas bajan del ascensor. Caminan en silencio por el pasillo, hasta que la niña se detiene y le dice «bien, este es mi apartamento, el 504  y ¿Cuál es el tuyo vecina?», Camila se ríe  levemente y le dice «no me digas vecina, jaja me produce un poco de gracia…. dime Camila, no hay problema, ese es mi nombre, y mi apartamento es el 506, está al final del pasillo, si se te ofrece algo o a tus papás, pueden tocar la puerta, casi nunca estoy, pero tal vez, estén de suerte y pueda ayudarles» – «Ah vale, muchas gracias vecin….digo Camila jaja, que pena, se me olvidaba decirte tu nombre, tendré en cuenta tu ofrecimiento…por cierto, mi nombre es Daniela» – «Vale Daniela, con mucho gusto, que tengas una linda tarde». En ese momento Camila siguió su camino y se dirigió a su apartamento, dejando atrás a Daniela. Camila no lo sabía, pero ese día, había sellado su destino.

Al entrar en su apartamento, Camila, comió algo primero, luego descanso durante una hora y finalmente, se dio una ducha, para vestirse y salir. No le interesaba irse demasiado arreglada, pues su plan era divertirse y no conquistar, aunque ella no rechazaba la idea de sexo ocasional o de conocer a alguien interesante esa noche, realmente su semana había sido dura y solo quería estar con Fernanda, su amiga, de una forma tranquila. Se vistió con unos jeans holgados que resaltaban su figura equilibrada, pues sus piernas no eran, ni muy gruesas, ni muy flacas y su cadera, igualmente. Además, sus nalgas, no eran prominentes, pero tampoco era «una tabla». Realmente estaba balanceada. También se puso una blusa negra, que normalmente no sería de mucho escote, si la usara otra mujer, pero en Camila no se cumplía esta norma, pues ella tenía unos senos grandes, superiores al promedio, que resaltaban bastante con cualquier tipo de prenda. Su talla de brasier era 36C y en ocasiones 36 DD, pues en los cambios hormonales, sus senos aumentaban de tamaño.  

Después se peinó su cabello negro y largo, que adornaba perfectamente su piel blanca y su delicado, pero maduro rostro de mujer. Se terminó de maquillar sus ojos cafés oscuros y su boca rosada. Procedió a colocarse unos tacones no muy altos y culminó con una chaqueta holgada de cuero. Salió de su apartamento y se encontró en el pasillo a Daniela, que estaba parada en su puerta, al pasar junto a ella, le sonrió, le guiño el ojo y le dijo «adiós bonita». La niña la miró y sintió el olor de su perfume, flotando en el aire a medida que Camila pasaba por el frente suyo e iba hacia el ascensor. La niña, sin entenderlo muy bien, al contemplar todo el escenario, quedó algo anonadada y perdió un poco el aliento, y sólo pudo contestar con una tímida sonrisa y un casi silencioso «adiós».  Camila, ya en el Uber, que la llevaba al lugar de reunión, pensó por algún motivo en su nueva vecina y recordó un detalle, que le había llamado la atención sin notarlo en primera instancia. El cabello de esta niña y una parte de su cuerpo. 

El cabello, porque lo tenía hermoso (en palabras de Camila), pues era rubio y liso. Y de su cuerpo; encontró unas piernas largas torneadas y unas nalgas con un buen proceso de formación, que eran algo prominentes para una niña de esa edad. Le llamó la atención, porque como buena mujer, Camila era detallista y además, de vez en cuando admiraba el cuerpo de otras mujeres, especialmente, de las poseedoras de bellos rasgos. En el camino, recordó un par de veces más a Daniela, sin saber muy bien por qué y decidió, tratar de ser su amiga, pues le había parecido muy agradable y de alguna forma, le despertaba una cierta ternura. Además, de su verdadero motivo, tener alguien con quien hablar, cuando estuviera aburrida en su apartamento, como solía suceder. Camila llegó al lugar de su destino y pasó la noche que deseaba.

Daniela, cerró la puerta después de 15 minutos, pues quería seguir inhalando el olor del perfume, que Camila había dejado en el aire. Le había encantado esa fragancia, pero también, le había gustado otra cosa, no sabía muy bien que, solo recordaba el momento exacto, donde Camila, guiño su ojo, sonrió y se despidió diciéndole «adiós bonita». Por alguna razón, recordar ese momento, le producía una extraña y fuerte sensación. Se fue a la cama esa noche, pensando en aquello y se quedó dormida finalmente.

Pasaron algunas semanas y entre eventuales cruces de pasillo y encuentros de ascensor, Daniela y Camila, ya no eran dos desconocidas, sino que tenían algún grado de confianza, al punto que se decían amistosamente ”Dani» y «Cami».

Un viernes en la tarde, Camila se encontró a Daniela en el ascensor y vio en su rostro mucha preocupación: «¿qué pasa Dani, por qué esa cara»-«es que tengo un trabajo del cole larguísimo y no he podido terminarlo, porque no sé cómo hacerlo y necesito enviarlo por correo a más tardar esta noche»-«ah ya, te entiendo Dani, ¿y por qué no le pides ayuda a tus papás?»-«ya lo hice, pero mi papá está trabajando y mi mamá no tiene mucha idea del tema, además que está muy ocupada en su trabajo y no quiero molestarla»-«ya veo- dijo Camila- ¿de qué es el trabajo?»-«es para una materia, que se llama dibujo técnico, en donde nos enseñan a hacer planos, modelados por computador» En ese momento se abrió el ascensor y bajaron de este, entonces Camila le tocó el hombro a Daniela para animarla diciéndole: «no te preocupes Dani, yo soy ingeniera civil y sé muy bien cómo hacer planos por computador…..si tú quieres, yo te ayudo, pasas por mi apartamento y hacemos la tarea»-«¿enserio?-responde Daniela- «claro que sí- asiente Camila- yo mejor que nadie, conozco la sensación de estar apurado por alguna tarea y no tener forma de resolverlo, ni nadie que ayude…. no te preocupes, cuentas conmigo»-«muchísimas gracias, voy a decirle a mi mami, para ver si me da permiso de pasar por tu apartamento y hacer el trabajo»-«listo, entonces te espero allá», dice Camila finalmente. Entró en su apartamento e hizo dos cosas, lo primero, fue llamar a su amiga Fernanda, para cancelar la salida de esa noche, a lo cual, Fernanda pregunto el motivo y Camila, solo se limitó a responder que había surgido un asunto más importante, ganándose a su mejor amiga enfadada y tirando el teléfono. Lo segundo, se puso cómoda y se quitó el overol de dotación que le daban en la obra supervisada y las botas dieléctricas y pesadas que le servían, para evitar accidentes laborales. 

Más cómoda, se dejó en un short holgado azul de material suave, el cual dejaba sus piernas al descubierto y marcaba la «v», de su entrepierna, dejando entrever ese semitriángulo invertido, que conduce a la vagina. También se puso una camiseta blanca, bastante ceñida al cuerpo, donde resaltaban sus grandes senos y por lo atirantada de la tela, su brasier de encaje, de color salmón. Se recogió el cabello y se hizo una cola, y finalmente descanso sus pies descalzos y sin medias, en unas chanclas de mujer, color azul pastel. Pasó cerca de una hora, hasta que escuchó su puerta sonar. Miró por el visor y vio a Daniela, acompañada de una mujer adulta. Abrió la puerta y saludo «buenas noches, ¿cómo está?¿usted debe ser la madre de Daniela, supongo?»-«Buenas noches, muy bien, gracias….sí, efectivamente soy la madre de Daniela y vengo a ver, quien es la persona que va ayudar a mi hija con su tarea»-» Claro, entiendo…soy yo, mi nombre es Camila y soy ingeniería civil, además de su vecina, por eso le  ofrecí a Dani mi ayuda»-«Entiendo- dice la madre-…..y usted…mmm…cómo decirlo….»-«¿qué si vivo sola? (pregunta Camila)»-«Sí, exactamente, sabrá usted que no puedo dejar a Daniela con solo 12 años de edad en una casa desconocida, donde pueda correr algún tipo de peligro…entiéndame, no es por desconfiar de usted, pero una madre debe estar segura»-«Claro, la entiendo – respondió Camila – no hay ningún problema…. y sí, yo vivo sola, no hay ningún riesgo»-«Está bien, solo quería verificar para que mi hija este segura…..le agradezco mucho su ayuda, porque yo realmente, estoy en teletrabajo y me queda muy difícil ayudarle a mi Dani»-«Entiendo, no hay de que, es con mucho gusto»-«Bueno Dani, entonces te dejo con Camila, para que hagas la tarea y apenas acabes, vas al apartamento…son las 6 pm ¿será que a las 10 pm, ya han acabado?»-«Sí mami, yo creo que sí» finalmente respondió Daniela. La madre se despidió y se devolvió a su apartamento, mientras que Daniela, entró al de Camila. Daniela entró tímidamente y Camila lo notó, entonces le acarició el hombro y le dijo «tranquila, sigue, estás en tu casa». Daniela se sentó en el living del apartamento, mientras que Camila iba a la cocina, por dos jugos. 

Volvió e iniciaron sus labores. Daniela le explicó a Camila, cuál era el trabajo y empezaron a desarrollarlo. Mientras lo hacían, hablaban de todo un poco y Camila notaba, como Daniela estaba algo agitada y nerviosa, cada vez que ella la miraba a los ojos o la tocaba sin querer, por la cercanía de las sillas. También notó, que Daniela, le observaba con atención y con detalle, especialmente en su cuerpo.  En un momento, Camila percibió, como Daniela se quedó al menos 6 segundos, observando sus pechos, que resaltaban en su camiseta. La niña intentaba disimular, pero no podía hacerlo bien, pues miraba un punto fijo por mucho tiempo. Camila, sintió curiosidad, de la especial atención por parte de Daniela y entonces le pregunto: «¿qué ves? jaja»-«¿did..dime?¿yo?» -respondió Daniela algo asustada- » sí, tú, Dani jaja, hace rato llevo viendo que me ves, pero no sé que»-«No, nada, no estoy viendo nada»-sonrojada respondió Daniela- «sí, yo te vi Dani, jaja, tranquila, dímelo con confianza, no hay problema, yo soy tu amiga»-«mmmmm…..bueeno está bien, te estaba viendo los pies»-«¿los pies?» – pregunto Daniela confundida- «sí, discúlpame, es que me llamaron la atención, porque tienes unos pies muy lindos y me gustó mucho el esmalte que llevas en tus uñas…ese azul y esas florecitas de decoración se ven muy bien…a mí me gustaría…», entonces Daniela se quedó en silencio, porque aunque sabía muy bien que iba a decir, lo cierto es que parecía que no era lo que realmente estaba pensando. 

Ella quería decir, que su deseo era pintarse las uñas igual, pero realmente, al indagar en su mente e intentar decir esas palabras, parecía que no concordaban con su idea, por eso calló, y miro hacia el suelo, bastante confundida. Entonces Camila completó la frase y le dijo: «te gustaría, pintártelas igual, supongo….¿cierto?»-«Sí eso, eso me gustaría», afirmó Daniela, para no parecer extraña delante de Camila. «Mmm ya, te entiendo mi Dani- dijo Camila- pero sabes que, no fue lo único que vi que mirabas jaja, también, sentí tu mirada clavada en mi pecho ¿qué te llamó la atención de ahí?», absolutamente sonrojada y apenada, Daniela guardo silencio y Camila sonrió, diciéndole que era una broma, que la estaba molestando. Entonces, prosiguieron con su tarea y hablando de todo un poco. Camila le contó de su escasa vida amorosa, de sus años por la universidad, de sus viajes, de su trabajo y de todo lo que había hecho hasta el momento. 

Daniela, mucho más tímida y con menos por contar, mencionó algunos aspectos y situaciones de su vida, pero nada más. En todo ese tiempo, Camila la observo y detallo a profundidad. Definitivamente, Daniela era una niña tierna, que empezaba a convertirse en una mujercita, por cierto, muy bella, pues su piel blanca, cabello rubio, nalgas prominentes (para su edad), piernas torneadas, abdomen y ombligo femenino y su pequeño busto, eso pintaban. Sin darse cuenta, la hora se les había ido y aunque hace más de dos horas, habían terminado el trabajo, seguían charlando y riendo sin parar. Daniela, ahora mucho más en confianza, se atrevía a bromear con Camila y hacer varios comentarios con relación a su cuerpo, de forma disimulada. Cuando Camila vio la hora, en el reloj marcaban las 12 am, es decir, había llegado la madrugada. Camila entonces le dice a Daniela «mira la hora, está tardísimo, tu mami, se va a molestar»-«Sí, está muy tarde, se nos fue el tiempo…..pero no te preocupes, porque si no ha venido a golpear, es porque seguramente se quedó dormida sobre el computador, como algunas veces le sucede»-«Ah vale, entiendo… pero bueno, igual mejor te llevo, porque si se despierta y no te ve, lo más seguro es que se moleste, especialmente conmigo»-«sí, tienes razón, vamos entonces”. Ya en la puerta del apartamento de Daniela, Camila estaba de pie junto a ella y  quien las viera, diría que Camila parecía una enamorada dejando a su cita en la puerta de la casa, especialmente por la forma en que jugaba con su pelo y contorneaba su cuerpo. Por otro lado, al observar a Daniela, se veía a una novia tierna y dulce, que enamorada mira con los ojos encendidos y una gran sonrisa en el rostro, a su pareja. 

Eso parecían, aunque ellas no se daban cuenta. “Muchas gracias por tu ayuda Cami, realmente no sé qué hubiera hecho sin ti”-“No te preocupes Dani, es con mucho gusto, puedes  contar conmigo para lo que necesites….además, debo decir que la pasé muy bien, me gusto mucho compartir contigo”-“Claro, por supuesto, olvidaba mencionarlo, realmente me divertí muchísimo y disfrute bastante contigo…incluso-dijo Daniela en tono de broma-podríamos repetirlo el próximo viernes”-«por supuesto, yo estaría encantada mi Dani, incluso si no tienes tareas, podemos dedicar el tiempo exclusivamente para las dos, divirtiéndonos mucho más…entonces qué dices, ¿quedamos para el próximo viernes”, Daniela, muy sorprendida y sonrojada, pues su comentario había sido una broma, solo pudo decir: “por supuesto, me encantaría”. Así, finalmente se despidieron, con un sentido beso en la mejilla y un fuerte abrazo. Mientras Daniela cerraba la puerta, Camila al verla por última vez esa noche, con una sonrisa en los labios y al guiñar el ojo dijo “linda noche, Mi Dani”. Camila entro a su apartamento, se tumbó en la cama e inevitablemente, empezó a pensar en Daniela. No sabía el porqué, pero no podía sacarla de su pensamiento. Realmente era una niña muy tierna y demasiado agradable. Además, admiraba su belleza, que, para tan corta edad, ya destacaba. Pero el pensamiento más recurrente y poderoso en su mente, era ese prohibido y libidinoso, el cual, le indicaba, que tal vez Daniela, no la miraba tan inocentemente y en verdad, existía algún tipo de morbo, en sus ojos. 

No sabía por qué, esa idea la emocionaba y ciertamente la excitaba. Es cierto, Daniela era apenas una niña y ella precisamente una mujer, la cual, claramente “no era lesbiana”, ni tampoco sufría de pedofilia, pero en ocasiones sucede, que en los seres humanos “más normales”, surgen profundos, intensos y prohibidos deseos, los cuales, deben ser saciados por la carne, pues el llamado de la naturaleza así lo exige. Sí, era una mujer “adulta, profesional, seria, heterosexual y sin ningún tipo de desequilibrio”, pero inevitablemente, había empezado a sentir una creciente y fuerte atracción por Daniela. Concluyó entonces, en dejar fluir todo y no poner presión sobre la situación, ni sobre sí misma, a causa del prejuicio social. Sería un secreto, su secreto, y llegaría, hasta donde la situación la llevara. Sabía, que no podía evitarlo, esa idea estaba penetrando como una filosa lanza, a través de su mente, hasta clavarse en lo más profundo y entrañable de sí. Además, la emocionaba y rompía con estruendosa fuerza, el aburrimiento de la vida. Cerró sus ojos, y durmió profundamente. Daniela, aún seguía despierta, pues no podía conciliar el sueño. Una serie de desconocidas, poderosas y emocionantes sensaciones, se apoderaban de su cuerpo y su mente. No podía parar de recordar a Camila y cada momento de esa noche. 

Su presencia la cautivaba, su sonrisa la emocionaba, pero por sobre todas las cosas, sin entender la razón y absolutamente extrañada, el cuerpo femenino y voluptuoso de Camila, despertaba en ella, deseos nunca antes vistos. Recordaba atentamente, ese último abrazo, en donde sintió de cerca a Camila, y se deleitaba, al pensar en los enormes senos de esa mujer, llegando incluso a pensar, que deseaba ser una bebé de nuevo, para poder besarlos y chuparlos, como si la estuviera amamantando. No lo planeó, simplemente, esas ideas surgieron naturalmente. No sabía, ni entendía lo que le pasaba, pero en su mente, Camila gobernaba. Ahí estaba la realidad: una niña de 12 años dando vueltas en la cama, con una mujer adulta atravesada en la mente y el corazón, con una sexualidad casi inexplorada y teniendo todo tipo de sensaciones, emociones y pensamientos extraños e intensos, relacionados con una mujer. Nacía una lesbiana empedernida, una come coños desaforada. Aún no lo sabía, con Camila, lo iba descubrir. Nadie puede corregir a la madre naturaleza, nadie puede decir que está bien, o que está mal, si de deseo y amor genuino y compartido, se trata.

Pasaron varios días, y el deseo de una y otra, aumentaba. Aprovechaban disimuladamente en el pasillo y el ascensor, para rozar sus cuerpos y compartir el mayor tiempo posible. Como no podían estar mucho tiempo a solas, eso aumentaba aún más el deseo. Claro está, ninguna le diría a la otra, pues para Camila era solo una fantasía, que pensaba, no estaba más que en su cabeza y no quería dañar nada con Daniela, y para Daniela, era un deseo desconocido y difícil de interpretar, que además no estaba bien, pues Camila era una mujer y además adulta. Juntas con deseo y ambas ocultándolo.

Fue entonces, cuando llegó el anhelado viernes. Durante esa semana, en los múltiples encuentros, ambas detallaron una y otra vez, la vestimenta y apariencia de la otra. Para Camila, el gusto aumentaba, cuando veía a Daniela, en su uniforme de colegio y sentía un deseo enorme, de jugar a la profe y a la alumna, manoseando a ese delicioso bombón y comiéndole la delicada y exquisita vagina, con la lengua. Se excitaba al pensar, en colocarla sobre sus piernas boca abajo, subirle su falda y corregir a su “niña mala”, con varias nalgadas. Le encantaba la idea verla en uniforme y pensar que esa niña era su pareja y amante sexual. Verla en medias de colegiala y follarla, como una hembra en celo. Daniela sería su niña y ella su mami. También le gustaba verla en leggins, le encantaba ver, como se marcaba el triangulo invertido que conduce a su vagina y deleitarse, imaginando, cómo sería, esa exquisita parte. “¿Ya tendrá vello púbico?”, se preguntaba en ocasiones. También le gustaba verla en leggins, pues su pequeño pero respingado culo, se veía muy atractivo y Camila soñaba son besarlo y nalguearlo. Le encantaba ver la inocencia de esa niña, para luego pensarla convertida en una perra en la cama y devorando su vagina. 

Para Daniela, sin mucha claridad en su mente, los atuendos favoritos, fueron los de la “ropa relajada” de Camila, pues sin comprender aún su deseo sexual, le encantaba ver la entre pierna y las piernas de Camila, pues se veían muy bien torneadas, femeninas y sensuales (sin entender muy bien, que era la sensualidad). De ese mismo atuendo, lo que más le gustaba, era como se le veían los senos y los brasieres que usaba, pues se alcanzaban a ver, en la transparente camisa blanca. Seguía con su deseo de besar tan grades tetas, de agarrarlas, de chuparlas, de succionarlas y por que no, de morderlas, claro está, sin causar daño. Le encantaba pensar a Camila, como una mujer adulta, con la que iba hacer cosas ricas (sin saber muy bien que), mientras ella sería su niña. También le gustaba ver a Camila, con su ropa deportiva, pues observaba su entrepierna y le parecía muy llamativa, la vagina de Camila, pues parecía tener unos labios gruesos y pronunciados, le encantaba la idea de poder verlos, desnudos. mientras Camila, estaba abierta de piernas. La pequeña niña, se deleitaba al ver a su atractiva mujer adulta, en el uniforme de dotación, pues la hacía ver algo masculina y en su mente se confundían las sensaciones del instinto protector que ofrecen los varones y de la belleza de su hembra, que ahora, cumpliría ese rol. El deseo y el instinto sexual, creció mucho esa semana, ahora había llegado el viernes y seguramente algo sucedería entre esta mujer y esta niña………………..

Capitulo 2

Eran las 5 de la tarde del viernes y Camila, se estaba arreglando para la noche y su invitada Daniela. No entendía muy bien que le sucedía. Así como fantaseo morbosa y lujuriosamente con Daniela durante toda la semana, también se confrontó a sí misma, una y otra vez, porque entendía muy bien, lo descabellado de su pensamiento y además, que podía ser tildada, de enferma o loca. Es que era algo, completamente salido de los cabales. En realidad, sentía deseo y atracción por esa niña y aunque fue algo que surgió de una manera rápida y desato de su ser, pensamientos y emociones desconocidas hasta entonces, lo cierto era, que no se podía negar la realidad. Precisamente, la vertiginosa velocidad, en la que creció como espuma, el deseo sobre Daniela, le confirmaba aún más, que era algo autentico, que no lo estaba imaginando, ni confundiendo. 

No llegó a darse cuenta, en que minuto, en que hora, pasó de ser una “chica normal y adulta”, a una mujer, que deseaba mantener relaciones sexuales y afectivas (sin tener muy clara, todavía esta parte), con una pequeña niña de 12 años, con una preadolescente, que ni siquiera el busto, tenía del todo desarrollado. Camila durante su vida, sostenía habitualmente, relaciones heterosexuales y bastante normales. Su vida en ese aspecto, nada de perverso tenía. Jamás había sentido verdadera curiosidad por su mismo sexo. Nunca tuvo que preguntarse, si le gustaban las mujeres, porque sencillamente, jamás, encontró un conflicto emocional en esa parte. Tuvo varias amigas durante su vida, las vio desnudas, en ropa interior, en traje de baño, compartió con ellas cientos de cosas, entablo lazos afectivos, pero jamás, llegó a sentirse atraída, por alguna de ellas. Por eso, le sorprendía tanto lo que le estaba pasando y más aún, con una niña. La vida sexual de Camila, hasta el momento, era bastante normal. 

No accedía a realizar acciones, fuera de lo establecido en un coito promedio. Sí, le hacía felación a su pareja, le gustaba que se le vinieran en las tetas o en el ombligo, le encantaba que le practicaran sexo oral (a pesar de no disfrutarlo por completo, pues no encontró a un hombre, que supiera hacerlo, realmente bien),  su pose favorita era estar en cuatro, pues le fascinaba la sensación de estar dominada y sobre todo de sentirse como una perra, utilizaba ropa interior sensual especialmente tangas e hilos, con brasieres de encaje, incluso, había masturbado el pene de un ex novio, entre sus enormes tetas y básicamente, hacía y dejaba que le hicieran, las cosas, a las que acceden la mayoría de mujeres, nada realmente especial o demasiado pervertido. Por ejemplo, no le gustaba tragarse la leche, ni que se le vinieran en la boca o en la cara, no le gustaba el sexo anal, para nada compartía gustos excéntricos en el sexo, como sadomasoquismo u otros por esa misma línea, no tenía fantasías perversas o prohibidas relacionadas con hombres, no le llamaban la atención las orgias o lo intercambios y sencillamente, no compartía, todo aquello, que rompía con la “normalidad natural”, del sexo entre un hombre y una mujer. 

No era moralista, pero se mantenía dentro de los límites. Por eso, Camila no lograba comprender, de donde había aparecido el deseo por Daniela y más aún, de la forma pervertida, en que este se presentaba. Camila pasó de ser una adulta con deseos muy normales, a querer “comerse” a una niñita de 12 años, en uniforme escolar. Es que cuando pensaba en Daniela y la imaginaba con morbo, surgían inmediatamente decenas de pensamientos y fantasías, que le gustaría practicar con ella. Era como un rio imparable, simplemente al abrir la represa de su mente, se desbordaba absolutamente y con una fuerza estruendosa por toda su cabeza. 

Es como cuando alguien descubre, un tipo de música que no sabía que le gustaba y al escuchar la primera canción de este desconocido género, queda impactado, deseando saber más y más, buscar nuevas canciones y sumergirse profundamente en este nuevo placer. No es la voluntad consciente de la persona quien gobierna, realmente es el deseo e instinto puro, que instiga al ser, para que, en el caso del ejemplo, se esfuerce en encontrar más de estas canciones, para satisfacer al cerebro. Por eso, naturalmente, el cerebro cede y empieza a producir ideas de forma inconsciente, relacionadas con el tema a tratar. Cuando el gusto o el deseo aparece naturalmente, como producto de las circunstancias, la persona no planea tener “x” o “y” idea sobre determinado tema de interés, es el cerebro, quien de forma natural y más allá de la consciencia, empieza a revelarle al sujeto, los nuevos deseos y lo que de alguna forma quisiera, fuera una realidad. De esta forma, es comprensible, porque una mujer normal como Camila, empezó a tener tan lujuriosos pensamientos, sobre una niña. En palabras castizas, el gusto, fuera de todo razonamiento lógico, había surgido de forma natural y el cerebro de Camila, por esta misma línea, empezaba a parir ideas, que satisfacían este nuevo deseo. 

Era natural, era normal, simplemente Camila quería devorarse a su pareja y disfrutar cada aspecto de ella, fantaseaba con su niña, porque ahora era su mujer, su enamorada y sin importar la diferencia de edad o que fueran del mismo sexo, el cerebro de Camila comprendía con total normalidad y naturalidad, que nada raro había, pues esa niñita era quien a Camila le atraía y por eso la proyectaba mentalmente, como un sujeto sexual, con el que tranquilamente, se podían tener pensamientos licenciosos. Además, lo sumamente morboso de su pensamiento, también era entendible, no estaba enferma, tan sólo le daba rienda suelta al curso establecido en las leyes naturales, pues al Camila ser una adulta, con deseo de estar con una niña, el rol instintivo del dominio y el poder, aparecía. Por eso le gustaba verla en uniforme, porque la llenaba de morbo, verla como la niña que era y saber, que ella como adulta, tenía el poder suficiente, para hacer lo que se le antojara y entrar en los juegos o roles que quisiera. Igualmente, el morbo de ser mujer adulta, teniendo relaciones sexuales con una niña preadolescente de 12 años, era un motivo bastante comprensible; lo prohibido de la situación, la hace irresistible. Eso lo comprendía el cerebro de Camila, pero todavía no, su consciencia.

Camila no terminaba de comprender lo que le pasaba y tampoco de aprobarlo, pero el deseo inconsciente la empujaba y ciertamente la dominaba, por eso, a pesar de su conflicto interno y de sus temores, siguió el curso de la situación, tal cual le detallaban sus instintos. De forma parcialmente consciente, escogió la vestimenta para la noche. Se estaba arreglando bastante emocionada, como si de una cita primeriza se tratará. El atuendo escogido, tenía este propósito. A pesar de que no tenía claridad de sus objetivos en esa noche con Daniela, se jugó por escoger ropa interior a la altura. Pero antes de eso, humectó su cuerpo con varias cremas y esencias, para que su piel y su ser, estuvieran impolutos, frescos y con un olor y tacto agradable. 

Era básicamente, una mujer preparándose para tener relaciones sexuales esa noche. Camila no tenía problema con el vello púbico y por eso decidió, no depilarse la vagina, pues también, de alguna forma sentía que el pelo en su parte intima, sería una señal indudable, de quien estaba al mando y quien tenía el poder, la hembra adulta tiene pelos en la vagina y los exhibe siendo dominante, mientras la hembra joven, lleva su vagina depilada, para que su mujer pueda devorarla con tranquilidad. Luego de eso selecciono una tanga de hilo negra, en la que no dejaba nada a la imaginación y su culo se veía por completo, mientras que su vagina, apenas era cubierta por el triangulo frontal de su prenda íntima. Como se dio cuenta, que a Daniela parecía atraerle sus senos, decidió darle gusto y aumentar el morbo en esa parte, para que su niña estuviera más a gusto y pudiera detallarla mejor. El brasier escogido, fue uno de color rojo, el cual, le quedaba algo pequeño a Camila, pues sus tetas, en los cambios hormonales, variaban de tamaño y ese brasier específicamente, hace algún tiempo no le quedaba del todo bien a Camila. Sus tetas, estaban algo espichadas y se desbordaban hacia los lados, hacia abajo y hacia la parte superior. 

Realmente, era una imagen muy excitante de ver. Aunque el brasier le incomodaba un poco, lo llevaba con placer, pues sabía que sería inevitable la mirada e Daniela llena de morbo, sobre las tetas prominentes y desbordadas. Prosiguió con un pantalón tipo jean, muy holgado, para que resaltara su figura y especialmente, el área de su monte de Venus y su vagina. La blusa seleccionada, fue un sencillo esqueleto azul, que le quedaba bastante ceñido al cuerpo y donde evidentemente, se notaba el contraste con el brasier rojo que llevaba. Igualmente, su propósito era que sus tetas resaltarán para Daniela, ya que estas eran su mayor atributo. No seleccionó ningún tipo de zapatos y en cambio opto, por de nuevo utilizar esas chanclas femeninas, en donde sus pies desnudos, en palabras de Daniela, se veían lindos. Ese era el toque perfecto, pues así, no sería evidente, que Camila estaba supremamente arreglada para Daniela y, por el contrario, se vería un poco más liviana, un poco más fresca, como una chica, un viernes en su casa, nada raro o fuera de lo común. 


Y bueno, aunque Camila se lo negaba, también lo hacía porque en la última ocasión, Daniela estuvo mirándole los pies y no quedó del todo clara su intención, ¿sería posible, que, a tan corta edad, esta niña, tuviera algún tipo de fetiche o atracción por los pies femeninos? Eso no lo sabía, pero dejaba la posibilidad abierta, para averiguarlo. Finalmente, recogió su cabello, en una especie de moña, de donde se desprendían algunos mechones del pelo, haciéndola ver como una muñeca de manga japonés. Acabo por pintarse los labios, con un labial rojo y procedió a sentarse en su sala de estar, para esperar a que Daniela llegara. Estaba bastante ansiosa y nerviosa. Así es el amor.

Daniela, una y otra vez se miraba frente al espejo ubicado en su ropero. No estaba segura, no la convencía, no se sentía “tan bonita”, quería verse mejor, pero no sabía cómo. ¿Por qué o para qué, deseaba verse “más linda”? No lo sabía, no lo entendía, Daniela con tan solo 12 años, era más instinto que razón y a pesar de algunas preguntas, actuaba según le parecía la situación. No tenía maldad o premeditación alguna, en ella todo aparecía naturalmente. 

No sabía el por qué, sólo quería verse linda y ya. Si algo entendía, es que quería verse linda, para ir a visitar a Camila y por eso, se esforzaba en hacerlo. Sabía que ella era una niña y su ropa, estaba en ese mismo margen; sin embargo, no quería verse así. Intentaba aparecer algo más madura y con un atuendo que le permitiera mostrar, que ella ya se estaba convirtiendo en una mujer, o mejor, que era una mujer. Le fue difícil escoger, pues no tenía gran variedad de opciones, pero aun así lo intento. Es bastante curioso, como actúa la naturaleza instintiva, porque revela, lo complejo y profundo del ADN humano, donde ya viene programada toda la información, respecto a la vida, incluso, sobre temas desconocidos. Daniela, no tenía maldad y escasamente, había intercambiado contacto romántico con el sexo opuesto. Había tenido un noviecito de colegio, cuando tenía 10 años, pero era simplemente el juego de una niña y un niño, imitando a los adultos. 

Fuera de dos o tres “picos” (como se le dice en Colombia a un beso sin lengua), y algunas agarraditas de mano, no había sucedido nada más. A su noviesito lo cambiaron de colegio y hasta ahí llegó esa historia. Por eso, es curioso y sorprendente, como Daniela, sin saber nada profundo sobre la sexualidad, intentó escoger ropa interior apropiaba para la ocasión. Ella no sabía que era el sexo o el juego de la lujuria, con prendas provocativas, pero escogió unos pantis rosados “los menos infantiles”, que tenían una pequeña florecita, en el costado izquierdo y los cuales, en la parte trasera, cortaban a media nalga, permitiendo ver, una parte de su culito parado y respingado. No entendía el por qué, pero eso la hacia sentir, “deseada”, “atractiva”, “muy linda” y de alguna forma, al ver su culito en esos pantis delante del espejo, y pensar en Camila, su corazón se aceleraba. Sus téticas, apenas se estaban desarrollando y en su pecho, había tan sólo un poco grasa mamaría acumulada. En ese sentido, lo que más resaltaba, no eran sus tetas, sino sus pezones, pues ya se habían expandido y ocupaban un área notoria del seno. Eran rosados, con algunos tintes hacia el rojo y ya tenía bastante formada la glándula mamaría, más conocida, como la punta del pezón. 

Estaban muy bien formados y bastante duros. Era una maravilla de ver. Entonces, se inclinó, por no usar brasier, ya que consideraba, que los dos brasieres que tenía, no se le veían muy bien y obviamente, no iba a ir con un acostumbrador infantil, como los que usaba, desde los 10 años. Siguió con su vestimenta. Y como sabía que tenía unas lindas piernas para su edad, utilizó una falda de pliegues negra, que llegaba hasta su ombligo, marcando su pequeña figura femenina y descubriendo del muslo, hacia abajo, pues la falda, estaba al menos 5 centímetros arriba de la rodilla. Hábilmente, como prenda superior, se puso una blusa muy sencilla, de color rosado, la cual, le quedaba algo ajustada y permitía ligeramente, ver la sombra o relieve de sus pezones y además, combinaba, con su ropa interior. Era increíble, como esta niña sin tener ningún tipo de perversión o conocimiento relevante sobre el sexo, manejaba los matices de la sensualidad, para resaltar sus partes más prominentes y jugar con la combinación de las prendas. Estaba destinada a convertirse en una desenfrenada y sexualizada lesbiana, y su instinto genético, le dictaba los pasos. 

Cerró, con un saco blanco con capota, algo deportivo, el cual usaba cuando estuvo en el equipo de porras de su colegio. Amarró los cordones de sus tenis blancos, con combinación rosada y así, estuvo frente al espejo. Estaba inmersa en su dilema, acerca de ¿qué tan bien se veía? y si a Camila, le iba a perecer una mujer bonita. Aún con dudas, decidió sobre las 6pm, partir a su “reunión” con Camila y sencillamente dar lo mejor de sí, para compensar su inseguridad. Se despidió de su madre, la cual ya había sido notificada previamente sobre el encuentro, concediendo su permiso, pues Daniela le había mentido, diciéndole que iba a realizar otra tarea, ayudada por Camila. Como Maria, la madre de Daniela, no notó nada raro la primera vez y le pareció que Camila era una mujer adulta bastante “seria y madura” (jaja craso error, porque mandaba a su hijita con plena confianza, a la boca del lobo), la dejó ir sin mayor inconveniente en esta segunda ocasión. Le dio un beso en la frente a Daniela y le dijo “te me portas bien mi amor, no te vayas demorara mucho, te quiero”. Salió entonces Daniela del apartamento y dirigió sus pasos hacia el de Camila. 

Por el pasillo, llevaba el estómago revuelto y el corazón a mil, pues la emoción, la ansiedad y la tensión, la desbordaban. En algún momento, pensó en no ir, en devolverse para estar tranquila, pero sabía, que su deseo no era tal. Por eso impulsada por su instinto y voluntad, decidió seguir adelante y tocó en la puerta de Camila. Sonaron dos toques y Camila abrió………

 

CONTINUARA








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