El horror volvió a ganarme apenas recordé los detalles de la noche pasada. ¿porqué volvían insistentes esos momentos en que, a pesar de todos mis instintos maternales, la penetración salvaje de que me hacía objeto mi hijo terminó por provocarme un orgasmo tan sucio, prohibido y culposo como espléndido?.
¿Porqué el notar que mientras yo acababa él también lo hacía, en vez de provocar mi rebelión solo consiguió aumentar mi sensación de placer…?. en realidad, en ese instante, aunque odio reconocerlo, sentí lo que cualquier hembra siente al verse correspondida por su macho con una inundación de semen justo en su clímax. demasiado sucio, demasiado para mí.
Es cierto que yo lo traté con unas libertades exageradas y jugué a sus costillas unos juegos impropios, pero nunca busqué en realidad este final.
Apenas pude dominar estos pensamientos, comprendí el riesgo de la situación y regresé a mi habitación. ¡¡¡mi camisón y mi culote destrozados todavía estaban tirados en el piso!!! los levanté y me asomé hacia el interior. afortunadamente mi marido seguía roncando. entré, tomé una ducha y me metí en la cama. en el momento de hacerlo recordé a mi hija. fui a su pieza corriendo, abrí la puerta, allí estaba, durmiendo… o sea que regresó a casa mientras pablo y yo estábamos encerrados en el cuarto… vio mis ropas tiradas, vio a su padre durmiendo solo, pudo haber espiado por la cerradura o salido al patio para atisbar entre las cortinas, que nunca cierran del todo…
Haciendo un esfuerzo, esa mañana me levanté a la hora de siempre a preparar el desayuno para los cuatro. mi hija mariana se mostraba normal, pablo no me miraba, callado como siempre… juan, mi marido, en otro mundo, como de costumbre.
Luego del desayuno los tres salieron, los chicos al colegio y mi marido a su trabajo. quedé más tranquila en la soledad de la casa. decidí poner el asunto como algo desafortunado y que jamás se volvería a repetir. si era necesario hablaría con mi hijo… pensando así transcurrieron un par de horas y al fin el día entero. varios días, a decir verdad, en los cuales lo ocurrido no volvió a surgir, pero el destino no sabe de piedad.
Una de esas mañanas, diez o doce días después de la violación, yo estaba en el cuarto de lavado pasando prendas por el secarropas, cuando unos brazo poderoso me toma del talle mientras el otro se emplea en levántame el vestido y arrancarme la bombacha. no era la situación del primer caso. estábamos solos en la casa, ahora me escucharía y vería luchar. ¡¡pero por dios, cuando comenzaba a pensar esto el ya me había desnudado y su verga buscaba afanosamente mi entrada!!
Grité y luché con todos mis ímpetus, estaba irritada, muy molesta por ser tratada de este modo, y por mi propio hijo…me libré de él en dos ocasiones, y noté que al verme a una cierta distancia, de cuerpo entero, eso avivaba sus deseos… traté de cubrirme con ropas que había por allí, pero me las arrebataba… vi en determinado momento que de su verga colgaban gruesos hilos de baba, producto de su excitación… decaí un momento en mis esfuerzos, cansada y confundida, y él no desaprovechó la circunstancia.
Otra vez conseguía penetrarme… estaba detrás mío, yo boca abajo intentando ponerme de pié y así pudo el maldito de mi hijo meter su baboso miembro entre los labios de mi vagina, para pasar entre ellos a mayores intimidades. sentí lo mismo que en mi pieza esa primera noche, un decaimiento, un aflojarse de mis músculos producto del choque físico y sicológico de la penetración forzada. y mientras yo me aflojaba él me montaba lo mismo que si yo fuera su perra… con un brazo me ceñía el vientre y hamacaba mi cuerpo en vaivén al compás de sus empujones y con el otro brazo se apoyaba en el piso.
Como en su pieza, permanecía silencioso, a pesar de estar haciéndome su mujer con tanta energía… soy una mujer experimentada y comprendo en mi cuerpo y en mis sentidos lo que está ocurriendo en el hombre que me coge… él trataba de estar callado para oír mis sonidos… todo lo que yo emitía, mis retos, mis insultos, mis quejidos, jadeos, suspiros, llantos, todo, todo, lo ponía aún más caliente…
Me tuvo clavándome así quien sabe cuanto tiempo, su energía era mucha, producto de su juventud y grado de excitación… me dominaba de tal forma que aunque yo conseguía cambiar de posición su verga continuaba dentro mío.
Y por segunda vez claudiqué ante el empuje masculino. de nuevo, como ocurrió cuando él me tenía en su cama, la mujer, la hembra, la puta, dejó a un costado a la madre. fue solo concentrarme unos segundos en lo que su pija hacía dentro de mi concha para perder los estribos. presté atención a ese aspecto y perdí mi moralidad… el roce violento de su pija dentro mío no causaba dolor, y era el halago que a su hembra le hace el macho… no pude resistirlo, no pude evitarlo, por un instante fugaz mis caderas y mis piernas buscaron mejorar el contacto, mi hijo pablo no tuvo que sacudir mi torso adelante y atrás al vaivén pues yo ya lo hacía voluntariamente…
Fueron segundos de intencionalidad mía que me pusieron a tiro del orgasmo… y cuando el orgasmo estaba llegando a mis sentidos, la garganta me comenzó a liberar unos sonidos que nunca antes… mi hijo y yo nos movimos en esos breves momentos de perdición como si se tratara de un solo cuerpo…
De nuevo acabé, pero en forma consiente y cómplice, porque mi cuerpo entero y en particular mi concha buscaron satisfacer y sacar satisfacción de la verga de pablo, mi hijo…
Acabé entre balbuceos incoherentes, dejando caer mucha saliva por la boca, con los músculos del vientre duros como una tabla, los brazos rendidos… él me llenó con una enorme flujo de leche durante todo el tiempo que duró mi orgasmo…
Luego, otra vez, quedamos rendidos y nos dormimos en ese mismo lugar.
Anónimo
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