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miércoles, 14 de julio de 2021

Mi primera vez fue con mi padrastro


Capitulo 1

Hola a Todos, mi nombre es Cecilia. Soy una adolescente como tantas, que vive con su madre, que es médico, y su padrastro, que es ginecólogo.

Hace un año que mi madre se casó con Andrés, su actual marido, que es un hombre maravillosamente comprensivo y que tiene la edad que tendría hoy mi papá, si viviera, 40 años.

Hasta mis 16 años solo había tenido las experiencias sexuales de una chica normal, alguna caricia, algún beso, hasta me había animado a acariciarle el miembro a algún novio del colegio.
Cuando cumplí mis quince, tuve una experiencia que me marcó determinantemente.

Vivía sola con mamá, que aun no se había casado con Andrés, estábamos solas en casa, cada una en su dormitorio, cuando mi madre llamó a mi puerta, eran las 11 p.m., y me dijo que debía salir de urgencia al hospital.


Pero algo me dejó pensando,

No vayas a entrar en mi cuarto, bajo ningún concepto, ya que dejé todo en desorden y tengo unas notas sobre la cama que no deseo que veas. – dijo en tono autoritario y salió terminando de vestirse.

Estas palabras me retumbaban en la cabeza, ya que ambas teníamos nuestro espacio y nunca nos atrevíamos a invadirlo, al menos, sin el consentimiento de la otra.

¿ Por qué tanto interés en mantenerme fuera de su dormitorio ?.

No lo pensé más, salté de mi cama, apenas vestida con mi camiseta de dormir y mi tanga metidita en mi cola, y corrí a husmear entre las cosas de mamá.

¡Oh sorpresa !, apenas abrí la puerta del cuarto de mi madre, un olor altamente cargado a sexo, entró en mi nariz, la cama estaba desordenada, pero no habían papeles sobre ella, así que me acerqué a revisar entre las sábanas.

Y allí lo vi, un enorme pene de goma, que según mis inexpertos cálculos, medía unos veinte centímetros y que, seguramente, era lo que mi madre no quería que viera.

Lo tomé con mi mano derecha y lo sentí húmedo, tenía como una sopapa en la base y apenas lo rodeaba con mi mano, era realmente excitante sostenerlo y se amontonaron en mi cabeza las mismas sensaciones que acudían a mi cuando había sostenido alguna verga de verdad entre mis dedos. Estaba realmente como loca.

Casi por instinto caminé hasta una silla de madera que mamá usa para apoyar sus cosas y presioné la sopapa del pene de goma, fijándolo en el asiento y me arrodillé a olerla. Sentía el olor a la vagina de mi madre, y pensé que hacía media hora estaba adentro de ella., asi que me bajé la tanguita y me puse sobre la silla con las piernas a los lados, y lentamente me la coloqué en la entrada de mi conchita.

Estaba que ardía, yo era virgen, pero quería sentir una pija asi adentro mio, asi que deje deslizarse el miembro unos centímetros dentro de mi cuerpo.

- uffff. - jadeaba, me movía y mi vagina se abría para recibir semejante pedazo, era delicioso sentirlo, apenas entraba hasta que toparse con la resistencia de mi himen, pero me alcanzaba para gozarlo.

De pronto, comencé a sentir que mi cuerpo se convulsionaba y de mi sexo manaban todos los jugos posibles, estaba completamente mojada, invadida, deliciosamente penetrada por ese miembro enorme, así que me dejé envolver por el orgasmo más salvaje que había sentido hasta ahora en mi vida, y me dejé caer sobre ese maravilloso pedazo de hombre.

Un ardor leve me invadió en medio de mi orgasmo, pero no impidió que gozara. Lo tenía todo dentro de mi.

Estuve como media hora cabalgándolo hasta que dos, tres, cuatro orgasmos se sucedieron en un secuencia delirante .

Al terminar me di cuenta que junto a la base del enorme pene, sobre el asiento de la silla se había producido una pequeña mancha de sangre.

Rápidamente ordené todo, limpié y me fui a mi cuarto exhausta.

Desperté al mediodía cuando mamá me llamó a comer.

Capitulo 2

Con el paso del tiempo mi madre se casó con Andrés, su ginecólogo, que la había conocido en la clínica donde ambos trabajaban.

Andrés es un tipo muy cariñoso conmigo y a pesar que pasó a ocupar el lugar de mi papá, no sentí el mas mínimo enojo, dado que ya había superado la muerte de mi verdadero padre en un accidente automovilístico, cuando yo, apenas tenía cinco años.

El se instaló en nuestra casa, que era muy grande para nosotras y el cuarto de mi madre se convirtió en el de ambos. Apenas nos separaba un habitación pequeña que usábamos para guardar útiles de limpieza.

Desde la experiencia que les relaté al comienzo, mi vida sexual no había tenido mayores cambios, excepto por que ahora, de vez en cuando, si me encontraba sola, entraba al cuarto de mi madre y podía usar el enorme falo que guardaba en su armario, ya que la presencia de Andrés lo hacía inútil para ella y casi ni se acordaba que existía.

Por las noches mientras los escuchaba haciendo el amor, me metía el miembro hasta las entrañas, gritando como loca, ya que ellos ni se daban por enterados.

Algunas veces los espiaba desde la oscuridad del pasillo y me metía los deditos observando a Andrés penetrar a mi madre.

Un sábado a la noche, en que mi madre estaba de guardia, nos quedamos solos, Andrés y yo.

Por la tarde había salido con unos compañeros del cole y me había excitado sobremanera ver a Lorena, mi mejor amiga, toquetearse de continuo con Mario, su novio.

Tenía todos mis sentidos puestos en la hora en que Andrés se fuera a dormir. Quería poder irme a mi dormitorio a jugar con el juguete de mi madre, el cual había sustraído de su lugar la noche anterior.

El viernes, enterada de la guardia de mamá pensé en quedármelo hasta el domingo a la mañana y poder así, tenerlo para mi todo el sábado.

Cenamos, y nos quedamos viendo un poco de televisión, Andrés estaba muy amable conmigo, y no se por que lo intuía mirando mi trasero cada vez que le daba la espalda.

Cecilia, ¿puedo hablar algo contigo? - me pregunto, mientras entraba a la cocina, donde me encontraba sirviéndome un refresco.

Seguro, ¿Qué pasa?

Mira, anoche, con tu madre, detectamos la falta de una de sus pertenencias del cajón superior de su ropería. ¿habrás sido tu quien la tomó?

No se a que te refieres – le dije poniendo cara de tonta.

Cecilia, nadie ha entrado a la casa desde el jueves pasado excepto nosotros tres, y el viernes por la mañana todavía se encontraba en ese cajón, así que de no ser que tu madre me haya mentido, tu lo tomaste.

Perdóname Andrés – dije resignada – es que me da mucha vergüenza reconocerlo, ¿me comprendes?

Eso me place más – me dijo sonriendo – que reconozcas que lo hiciste, que por otra parte, a tu edad, es algo muy natural tener curiosidad.

Es que no sólo tenía curiosidad, como comprenderás, también tenía "necesidad".

¿Cómo es eso, Cecilia?

Es que vuestro dormitorio está tan cerca del mío, que escucho siempre a mamá cuando hacen el amor, y bueno, creo que es natural que sienta deseos.

El se acercó a mi y se paró muy cerca, casi podía sentir el calor de su cuerpo, se le notaba que mi respuesta lo había sacado de si, ya no hablaba con su hijita adolescente, hablaba con una mujer que le decía algo que el no estaba dispuesto a pasar por alto.

Puso sus manos alrededor de mi rostro y me miró a los ojos, y luego acercó su boca a la mía y pegó sus labios a los míos, abriéndolos despacio con su lengua.

Yo la dejé entrar en mi, para saborearla

De pronto estaba entre los brazos de mi padrastro, mientras me besaba con lujuria y deseo.

Sus manos recorrieron mi espalda hasta posarse en mi trasero, al que apretó con fuerza, haciéndome pegar a él para que pudiera sentir la presión de su verga contra mi entrepierna.

De pronto colocó sus manos en mis axilas y me elevó, depositándome luego, sentada, sobre la mesa de la cocina.

Me hizo recostarme y apoyar mis pies en el borde para poder quitarme el short y la tanguita que traía, al mismo tiempo.

Ahí estaba yo semidesnuda en la mesa de la cocina, con mis piernas abiertas y mi padrastro lamiendo el interior de mis muslos.

Era extremadamente enloquecedor. Sentía su lengua subir por mis piernas hasta detenerse en el inicio de mis labios vaginales, para volver a bajar y hacer de nuevo el recorrido.

Con mis manos le agarraba del pelo, trataba de atraerlo a mi vagina, pero el se tomaba su tiempo.

Al fin, después de unos minutos, sentí su húmeda lengua en mi conchita, y exploté.

Era mi primer orgasmo con mi padrastro, yo era su nenita, y ahora me estaba chupando la conchita como nunca nadie me lo había hecho aun.

Se separó y me atrajo, hacia el borde de la mesa, colocando mis piernas apoyadas en sus hombros.

Tomó su pene de entre sus ropas y tomándolo con una de sus manos, comenzó a deslizarlo por entre los labios de mi vagina.

¡Era la gloria!

¿Te gusta, putita ?

Siiiiiiii, papi, siiiiiiii

¿Quieres que te lo meta todo?

Por favor , papi, todooooooo

Fue lo ultimo que dije antes de gritar de placer.

Me lo ensartó totalmente, despacio pero de una.

Al sentirlo llegar al tope, me faltó el aire y una oleada de calor me invadió, me estaban cogiendo por primera vez, y era mi padrastro en mi propia casa.

Me bombeaba y paraba, de pronto lo hacia lento, de pronto rápido, y de pronto se pegaba a mi como para hacerme sentir hasta donde podía metérmelo y era en ese momento, en el cual, al sentir la presión sobre el final de mi pequeña conchita, me venía en orgasmos profundos y sonoros.

Juro que perdí la cuenta de cuantas veces me hizo acabar, estaba exhausta, pero el no paraba de bombear.

De pronto la sacó por completo y me tomó de los brazos reincorporándome, me miró a los ojos y me abrazó para besarme.

Quiero darte mi leche, pero no puedo llenarte la conchita, así que arrodíllate acá – me dijo señalándome el suelo

Yo lo hice y su verga quedó a la altura de mi cara.

El me tomó del pelo, por la nuca y con una mano dirigió la verga a mi boca

¡Abrí la boca, puta!

¿ Así, papi ? – le dije sin sacar mis ojos de su pija.

El no contestó, solo la metió en mi boca lentamente, hasta llenarme.

Yo intentaba chuparla, pero era inexperta en eso, y aparte, estaba tan sacado que casi me cojía la boca.

De pronto la sentí tensarse y su mano en mi nuca me apretó inmovilizándome.

Sentí la descarga en mi garganta, en mi boca.

Nunca había sentido semejante sabor., era delicioso.

Capitulo 3

Un martes por la noche me encontraba estudiando en casa de una compañera del colegio, tenía por entonces 17 años, recién cumplidos, eran aproximadamente las 11 p.m. y se nos había ido el día casi sin darnos cuenta de ello.

¿ Qué tal si entramos a la red, y navegamos por alguna página xxx ? - me dijo mi amiga Jenny, muy entusiasmada.

¿ Por qué no ?, respondí casi con el mismo entusiasmo.

Buscamos y buscamos algo gratis y con mucha acción, y al final encontramos una, donde el incesto era el tema.

Las fotos eran maravillosas y apuntamos a las de padres e hijas, ya que a ambas nos gustaban los hombres maduros.

A los quince minutos de estar navegando en ella, nuestra excitación iba en aumento, pequeñas señoritas, que se veían de nuestra edad, eran penetradas por enormes penes, mamaban de ellos y obtenían el producto de sus actos con enormes corridas en sus caras, pechos y hasta en sus bocas.

Estábamos muy juntitas, mirando la pantalla con mucho morbo y de pronto sentí el deseo de estar en contacto con mi amiguita, así que pasé mi brazo por el respaldo de su silla y apoyé mi mano en su hombro, mientras ella movía el ratón con su mano derecha.

Apenas la apoyé, ella me miró, y pude ver en sus ojos la excitación de la que era presa.

Nuestros ojos mantuvieron un contacto largo, casi diez o doce segundos, y nuestras caras se fueron acercando lentamente, cuando me di cuenta, nuestras bocas estaban unidas por nuestras lenguas, fundidas en un profundo beso, nuestras manos se perdían bajo nuestras faldas, buscando el húmedo tacto de nuestras vaginas inchadas por la calentura que nos producía todo el entorno.

Tenía el dedo de Jenny dentro de mi sexo, cuando sonó mi celular. Era mi madre para decirme que por la hora no debía volver sola a casa, que esperara que me irían a buscar en cinco minutos, ya que mi padrastro estaba cerca y pasaría camino a casa a recojerme.

Apenas conteste un lacónico si antes de colgar y estremecerme en un enorme orgasmo, proporcionado por el dedo de mi amiga que no había parado de moverse dentro mio mientras mi madre me hablaba.

Cuando acabé de gozar mi orgasmo, sentí la necesidad de devolver a Jenny el placer que me había proporcionado, así que me arrodille entre sus piernas, y corriendo su tanguita mojada sumergí mi lengua en sus jugos vaginales, lamiendo con urgencia el canal que separaba los labios de sus sexo. Me apoderé de su clítoris con mis labios, y lo lamí sin soltarlo, mientras lo apresaba dentro de mi boca. Así era como me gustaba a mi que me lo hicieran y no me equivoqué al hacérselo a ella, ya que al cabo de un instante recibí de ella un increíble orgasmo, mientras me sostenía la cabeza con sus dos manos.

Nos acomodamos rápido, ya que no estábamos solas, fui al baño a lavarme, justo antes que su madre tocara la puerta para avisar que mi padrastro había llegado por mi.

Cuando me acomodé en mi asiento, no pude dejar de pensar en lo que había pasado unos minutos antes, arrancó y a las dos cuadras detuvo el auto para saludarme como a mi me gusta que lo haga.

Metió muy profundo su lengua en mi boca y me abrazó como sólo se abraza a una amante, y yo respondí a su beso apretándome contra el.

Los dos sabíamos que mi madre nos esperaba en casa, preocupada por la hora, así que también sabíamos que no teníamos tiempo ese día, para otra cosa que no fuera ese beso apasionado.

Pero el separarnos para que el reanudara la marcha, noté su prominente erección debajo de su pantalón, y mi dirigí mi mano a su bulto, para tocarlo por sobre su ropa.

Hoy no puede ser, mi nenita – me dijo él casi desconsoladamente.

Tu conduce, y ya verás.

El encendió el motor del auto y comenzó a andar por el boulevard casi desierto que nos conducía a casa.

A los pocos metros ya había logrado desprender su pantalón, sacando su enorme pene erecto fuera y lo sostenía con mi mano.

El apenas me miró comprendió mis intenciones y redujo la velocidad, colocando el auto en el carril interior, casi pegado a la acera.

Yo me incliné sobre su pene y sentí el olor a hombre que manaba de él y sentí el deseo incontenible de lamerlo, y lo hice. Lo lamí varias veces, desde el tronco a la cabeza, con la lengua bien gruesa para saborearlo todo, el conducía despacio, yo pensaba que la gente sobre la acera podría vernos y eso me excitaba aun más.

De pronto el puso su mano derecha sobre mi nuca, sin soltar su otra mano del volante y presionó suavemente sobre mi.

Quería que su nena le chupara la verga, y lo hice.

De un solo bocado me metí el glande en la boca y lo chupé con fuerza, estábamos llegando y necesitaba tragarme su semen tibio antes de llegar.

Mi chupada cada vez abarcaba más y mas verga dentro de mi boca, y el se acomodaba como para soltar toda su carga de esperma con fuerza dentro de mi.

Cuando sentí su miembro tensarse, apreté mis labios alrededor de su pija y esperé.

El primer chorro de semen, llegó a mi garganta y respiré, el segundo vino como un torrente y el tercero me desbordó los labios.

A lo largo de su pene y entre éste y mis labios, un pequeño hilo de esperma se me escapaba hacia su escroto.

Tragué el que tenia en mi boca y saqué su miembro de mi boca para lamer el tronco y recoger el semen que se escurría, no quise perder ni una gota.

Cuando llegamos a casa, mamá nos recibió con una sonrisa, contenta de que su nena y su hombre hubieran llegado.

Por ceci_de_papi

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