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lunes, 19 de julio de 2021

Aquel verano con mi tia


Flases que vinieron recientemente de las charlas con mi psicóloga. Este relato son escenas de mi vida, en pasado, y como las contemplo ahora. Efectivamente son pervertidas, me excitan, y son algo que posiblemente no pueda contar nunca en persona . En definitiva, fueron parte de mi despertar sexual. Y fue pronto.

La primera vez que toqué unos pechos fue a los 4 o 5 años. Fue la primera vez que toqué unos buscando cierto placer o diversión. Mis padres nunca han sido muy mojigatos, de hecho eran algo nudistas. Mi madre se cambiaba. Yo entré juguetón, y ví sus pechos ahí grandes, inmensos, como lo son ahora, pero en aquel momento eran para mí, grandes como mi cabeza. Insistí en tocárselos, mi madre me apartaba sonriendo. Mi padre también reía. Paré, y le pregunté a mi madre directamente: “me dejas tocarlos?” Negaba una y otra vez, nerviosa y dándome explicaciones que yo no entendía. Mi padre le animó. Accedió entonces rechistando aún un poco. Mis pequeñas manos se posaron, y masajearon las primeras tetas de mi vida. Cinco o seis años después, la escena volvería a repetirse en la oscuridad de una noche de verano con su hermana, mi tía. El verano en el que mi sexualidad explotó, me corrí por primera vez y todo cambió para siempre. Pero antes, tengo otros flases que no he contado a mi psicóloga

Antes de aquel verano…


Siempre he sido muy sexual. Me encanta el sexo, es un tema recurrente de mi psicóloga. Recuerdo de pequeño, las primeras revistas porno en el colegio que traía un amigo. A saber de dónde las cogía. Recuerdo que hasta ese momento estaba completamente equivocado sobre donde estaba el coño de las chicas. Pensaba que la rajita estaba delante, como tenía yo la colilla. Pronto, comencé a investigar por mi cuenta. Cuando se iban mis padres, recurría siempre a las portadas y páginas centrales de Interviu. También me acuerdo del primer desnudo, una chica del colegio en un reconocimiento médico, por alguna razón la vi. absolutamente desnuda, me impresionó su cuerpo, tan inmaculado, blanco como la tiza, plana y sin ningún vello claro. Esa imagen se me grabó, es uno de mis flases, como el de las tetas de mi madre. No era como las mujeres de las revistas, pero durante un tiempo, me imaginé palpando a esa chica. Me llevaba la imagen a la bañera. La bañera siempre ha sido mi templo sexual, me pasaba largos ratos en ella enjabonándome la polla, dejando caer el chorro de la ducha directamente en mi miembro

A raíz de las conversaciones sobre mis aventuras incestuosas, he estado investigando. La verdad que investigando de una manera muy morbosa, para qué engañarnos. He visto relatos, comics, y algún video porno donde aparecen gemelas, que debe ser lo más incestuoso que debe haber en cuanto a porno. Me he dado cuenta de que no debo ser un bicho raro, que es más común de lo que creía, al menos las fantasías. De hecho estoy más que seguro que muchos de los que me están leyendo habrán tenido alguna fantasía, momento erótico o simplemente curiosidad con alguien de su familia.

Recuerdo en el colegio como un compañero me dijo que su madre le había dicho que si quería que su colilla se hiciera grande, cuando se bañara la debía enjabonar, y hacerse como una paja pero con el jabón, de esta manera se mataban las bacterias y la colilla crecería grande y firme. Es para partirse, pero por entonces yo lo hacía por si acaso, espero que haya dado medio resultado. Este recuerdo también me afloró hace poco, con las conversaciones con mi psicóloga. Está claro que no era un consejo muy normal, lo entiendo ahora . Me pregunto qué pensaba realmente la madre de mi amigo del cole. La misma madre, le mostraba a su hijo porno. Tendríamos 10 años. Le decía a su hijo que prefería mostrárselo ella a que lo descubriera por sus amigos. Eso nos decía él. Era divorciada con dos hijos; mi amigo y su hermana pequeña. No puedo evitar que me excite imaginármelos a madre e hijo en un sillón viendo en la televisión como una polla enorme entra y sale sin freno en el coño de una chica que a su vez devora otro miembro hasta que la llenan. Sobre todo me excita la imagen que tengo de su madre, su punto de vista: viendo el pequeño miembro erecto y enjabonado tras el consejo. O en la misma situación mientras ven porno, excitada, con miedo a traspasar la raya, sintiendo como su hijo se provoca, y como ella está absolutamente mojada y con su mano debajo de una manta, debajo de su pantalón de chándal y sus bragas, empapándose los dedos. Me imagino que mi amigo como yo deseó follarse a su madre y jugar con sus tetas, y le preguntaría que eran esas corridas y cuando él tendría una. Me pregunto también como se comportaría con su hija.

Algunas noches, escuchábamos a mis padres follar. Follaban sin ningún miramiento, mi madre gritaba, gemía como una posesa. La cama no paraba de dar golpes, y se oía claro y nítido. Pasaba de vez en cuando, y lo cierto es que a mí me excitaba. Posiblemente me excitaba porque era sexo más que porque eran mis padres, pero me imaginaba que era yo el que la metía. A veces me masturbaba. De pequeño buscaba maneras de masturbarme extrañísimas, quería experimentar lo que era follar. A veces, doblaba una almohada, metía mi polla en ella, y comenzaba a disfrutar de lo que para mí era lo más parecido a follar. Hacia eso y me imaginaba las tetas enormes de mi madre, me imaginaba las chicas de las revistas porno, una polla entrando y saliendo, a la chica desnuda de mi edad que me encontré, abierta y mi pequeña polla blanca entrando poco a poco en su blanca rajita. Se añadía el morbo que me daba que mi hermano pequeño estuviese en la otra cama. Ahora entiendo que es imposible que no se diera cuenta, y que me vio con la polla en la mano o follándome la almohada. Eso explica por qué un día mientras yo me masturbaba, él también empezó a hacerlo. Se notaba por las sábanas, subían y bajaban rítmicamente, la casa entera estaba llena de sexo, me parecía todo un volcán a punto de explotar, y mi polla seguía dura como una piedra. Como éramos hermanos, pequeños sin mucho pudor, comenzó una confianza sexual que duró muy poco.

Mi hermano tiene 2 años menos que yo. Creo que yo tenía 10 él tendría 8, o puede ser que tuviésemos menos. Espiamos a mis padres. Tenían la puerta medio abierta una de esas noches, (por qué la tendrían entreabierta?) y vimos lo que supongo que más nos ha impactado de nuestras vidas, a mi madre cabalgando a mi padre. Ya lo vimos con pelos y señales, y no era exactamente como lo imaginábamos, por lo menos yo. Estuvimos un rato, excitados e intrigados y con el corazón latiendo a mil por si nos pillaban. Lo hacían con la luz encendida, la de la mesilla. Se veía claramente los pechos de mi madre que botaban, una enorme polla entrando en mi madre, un amasijo negro y húmedo.

Además, en las vacaciones cuando nos quedábamos solos, encontramos unas cintas: películas porno. Mi hermano y yo a veces las vimos juntos. A veces simplemente veíamos, pero en alguna ocasión nos bajábamos los pantalones y sacábamos nuestras colillas. Era un juego, nos empalmábamos. Jugábamos a ser los de la peli y que nos follábamos a una chica los dos, o lo que terciase. Me avergüenza un poco, pero tengo que reconocer que era excitante ver otro miembro como el mío, absolutamente lampiño, erecto y un poco más pequeño. No he vuelto a ver una polla erecta en directo, y también reconozco que una vez hubo contacto. Él a mí y yo a él, por pura curiosidad en el propio juego. Recuerdo sobre todo como juntábamos las pollas una con otra para comparar el tamaño y como las pajeamos malamente, como sabíamos.

Aquel verano:

Mi tía es una persona especial. Vive sóla con mis abuelos y por aquella época calculo que tenía 38 años, siempre ha sido muy “monjita”. Es la mejor persona que he conocido, siempre volcada en mí y en mi hermano. Lectora incansable, y con quien más he podido hablar en mi casa de películas, algún que otro libro… Pasaba muchas horas conmigo y con mi hermano, nos llevaba al cine, a todos lados. Siempre ha sido muy tímida, y creo que nunca ha tenido una relación con nadie. Como veis, la quiero muchísimo y es de las pocas personas que se merece todo. Si me pidiera sexo ahora mismo, haría lo posible por dárselo.

Hace poco, con esta especie de terapia que estoy haciendo, recordé un episodio. Como a muchos, me operaron de fimosis, pero a una edad tardía, 8, 9, antes de mi explosión sexual. Ella al tiempo, cuando ya estaba cicatrizada, me pidió que se la enseñara para “ver como estaba”. Yo lo hice, la saqué y se la enseñé, ella la cogió en su mano y le echó un vistazo. No le dí importancia, al fin y al cabo era la misma persona que hacía pocos años me cogía la colilla para hacer pipí. Y me había cambiado delante de ella mil veces porque siempre fue normal.

Se podría decir que mi tía abusó de mí. Pero la realidad fue: que yo ya era un provocador. Un día por alguna razón estaba jugando en su regazo, bocabajo con mi pelvis en sus piernas. Yo ya podía empalmarme y me empalmé, era tan ingenuo que creía sentir el contacto de su rajita. Me imaginaba que incluso entraba, y apretaba fuerte. Estoy seguro que mi tía lo tuvo que notar, y además la posición no era del todo normal, pero lo consintió. Siempre consentía.

Aquel verano, veraneé con mi tía en la casa de sierra. Mucho tiempo o así lo recuerdo. Durante unos días coincidían mis abuelos en la casa e incluso mis padres. Mi hermano también coincidió pero luego se fue a un campamento por lo que mi tía y yo estuvimos bastante tiempo solos.

Con tanta gente, algunas noches mi tía dormía en el cuarto, conmigo y mi hermano. Mis hormonas estaban al máximo nivel, con 10-11 años. No paraba de ir al baño a tocarme, me estaba mucho en la bañera, y por supuesto en la cama me tocaba. No me daba apuro que estuviese mi hermano y mi tía, las hormonas me cegaban. Una de estas noches, me pudo la tentación, me levanté, me acerqué a la cama de mi tía y posé mi mano en una teta. Era enorme, y redonda. Ella se despertó asustada, y le puse la excusa de que no podía dormir y que oía ruidos.

Cuando vinieron mis padres, por alguna reasignación de camas, me fui a dormir con mi tía a un sillón cama del cuarto de estar, ella y yo. Cuando nos quedamos solos seguimos durmiendo así. Comenzó todo. Me acercaba a ella, apretaba mi polla contra su culo, la abrazaba y ella parecía siempre permitir todo. Por costumbre, sobre todo en verano, dormía con pijama muy fino y sin calzoncillos. Así que me sacaba la polla para notar el contacto todavía más real contra ella que dormía en camisón. Me excitaba con el simple tacto de mi polla desnuda con la tela de su camisón.

Aunque es tímida, siempre ha sido muy tocona, lo sigue siendo ahora. Recuerdo como veíamos pelis en el sillón, con mi pijama que era prácticamente nada y ella. Los dos e el mismo tumbados, ella detrás de mí. Veíamos pelis pero yo prácticamente no dejaba de pensar en sexo, en sus pechos que me tocaban la espalda y en su coño que intentaba ver de cualquier manera espiándola. Seguía con mi inocente provocación, me metía la mano debajo de mi pantalón, tocando mi polla dura, por aquella época yo no sabía bien lo que hacía, veía con normalidad meterse la mano en el pantalón. Recuerdo que a veces con mi mano estiraba la goma de mi pantalón, dejando que mi polla fuera visible desde algunos puntos de vista. El de mi tía era perfecto. Desde su punto de vista, me imagino como debía ser ver la película, notar que su sobrino jugaba por debajo de su pantalón, y después, ver como al levantar un poco la goma, dejaba de ver cada cierto rato su pene erecto. Por pequeño que fuese ese pene y el cuerpo de su sobrino, debía de ser absolutamente tentador y lleno de ansiedad. ¿No desearías que ese momento de ver ese sexo a través del hueco del pantalón se repitiese una y otra vez durante dos horas de película?

Una noche vimos una película erótica, tipo Emanuelle, no sé muy bien cual era. Recuerdo unos segundos donde un líquido espeso goteaba de la cama al suelo. Yo estaba erecto. Como de costumbre ella me manoseaba, siempre tocaba, por dentro del pijama. Me acariciaba la espalda, la tripa el pecho. Me echaba potingues aceitosos por el sol, porque siempre íbamos a la piscina. Pero esa vez, veíamos como en la peli follaban tios y tias, ella fue bajando de la tripa a la goma del pantalón, con su mano aceitosa, y fue bajando resbalando por mi vientre. Sin ningún límite de vello que acotarse esa tentación. La mano seguía acariciando hasta mi pubis y volvía a subir. Mi polla finalmente rozó el dorso de su mano. Me acariciaba otra vez el culo, y el pecho. Acariciando lo que para ella debía ser un pequeño cuerpo, duro, lampiño que podía abarcar fácilmente con su gran cuerpo, entre sus grandes tetas. Me dí la vuelta y apreté mi polla fuertemente contra ella que estaba boca arriba, acomodando mi cara entre sus tetas. Ella con sus manos dentro del pantalón me seguía acariciando el trasero. Todo me parecía normal, es lo curioso. Me quedé dormido en sus enormes senos

Más tarde me llevó a la cama. En la cama yo fui más allá. Ella dormía, o sinceramente, se hacía la dormida, pero yo no lo sabía, volví a tocarle las tetas, apretar mi polla fuera de mi pijama contra ella, incluso me atreví con su coño por encima de las bragas, ella no despertó, esta vez no tenía excusa si me pillaba. Pero era un ambiente enrarecido, donde en el fondo sabía que no pasaría nada. Mis tocamientos eran casi caricias, pasaba mis dedos por sus bragas notando como su vello acolchaba un poco la tela, pasaba también el dedo más a bajo, y lo notaba caliente. Me frotaba contra su culo, contra su pierna. Ella tenía que notarlo, seguro que estaba mojando. Me pajeaba, y creo que ella lo sabía. Una noche en la que noté también movimientos por su parte. No le presté atención, pero supongo que no pudo contenerse. Me imagino en su lugar, y entiendo que era excitante para ella. Si yo notase como una sobrina, como aquella chica de mi cole, tocaba su pequeño coño en mi cama, una noche tórrida de verano, posiblemente tendría sucias tentaciones. Posiblemente esté mal, pero quizás eso sería lo más excitante.

Hubo días calientes, antes o después, no recuerdo la cronología. En uno de ellos mi tía se metió conmigo en el baño, yo estaba bañándome, y vino ella. No recuerdo el motivo, pero supongo que me pareció normal. Se desnudó. Fue la primera vez que vi los pechos de mi tia, su coño. Las tetas enormes y redondas. Me pidió que me levantase para ponernos de otra manera. Se sentó ella y o entre ella dándole la espalda apoyado en sus tetas y notaba los pelos de su coño contra mis lumbares. Me dijo que nos íbamos a relajar y que me iba a hacer un masaje. Me acarició como siempre el pecho, y los brazos. Mi polla ya estaba dura pero no se veía por la espuma. Se notaba que seguía indecisa, pero esta vez deslizó su mano por mi vientre, y la tocó, la cogió y acarició muy suavemente, desde la punta hasta los huevos. Yo avergoncé, le dije que lo sentía, ella dijo que era normal que se pusiera así de dura y que no era malo. Siguió un rato así mientras en mis lumbares ahora notaba una mano. Posiblemente se frotaba mientras me recorría el pene. Nos incorporamos, ella puso la alcachofa a modo de ducha. Y en unos de mis flashes, recuerdo perfectamente su mirada lasciva sobre mi pene. Yo no avancé, estaba tímido, esta vez era yo el cortado. Ella cogió el jabón, se echó parte sobre sus tetas enjabonándoselas brevemente y dejándolas brillantes y luego comenzó por mí, pasándome la mano por todos los rincones de mi cuerpo, echandome fuerte contra ella, mi cara entre sus tetas. Uno en frente del otro. Aquí tengo otro flash fotográfico, mi pequeña polla enjabonada y su mano recorriéndola masturbándola durante buen tiempo. Me animé e hice lo mismo. Mientras ella aun me agarraba la colilla yo le masajeaba los pechos, los segundos pechos que toco. Estaban enormes, brillantes, suaves… Instintivamente metí uno en la boca, como si tuvieran leche, y lo hice. Succionando, posiblemente esas cosas todavía no se me daban bien. Doctora, la imagen me sigue excitando ahora. Yo lamiendo sus tetas, enjabonados ambos, enjabonada mi polla que era acariciada y masturbada por ella.

Los episodios se repetían, dormíamos, veíamos pelis, nos tocábamos o acariciabamos también en la piscina. Fue un verano húmedo. Ella también experimentaba. En la cama, con una mano se tocaba, con la otra me cogía la colilla. Ahora creo que veía porno, porque yo por entonces no entendía lo que hacía. Con sus tetas me hizo un intento de cubana. Mi polla era tan pequeña que lo único que recuerdo eran sus tetas restregándose contra mi polla, y mi pequeña polla prácticamente perdida en sus tetas. Un masaje impresionante Le encantaba observar como me daba ese espasmo y salían las primeras gotitas.

En otra ocasión, en la bañera, me echó jabón en la mano y la llevó hacia su coño. Fue una sensación rara, notar el vello, el calor, y mi mano frotaba ese coño guiada por su mano, sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Al rato apreté mi polla contra sus muslos, pensando que quizás alcanzaría su coño. Era complicado, su cintura quedaba más alta que mi cintura. Finalmente, ella hizo un esfuerzo, cogió mi colilla, y empezó a restregarla por su raja, me encantó, y mis ansias por penetrar crecían. Le pregunté si podría meterla. Sonrió y dijo que haríamos otras cosas. Se agachó y siguió pajeándome a una distancia corta de su boca. Para ella también todo era novedad, se notaba en su cara, dudaba, miraba con mi asombro mi cola, y a la vez, su otra mano frotaba rítmicamente su coño como lo estaba haciendo yo minutos antes.. Recuerdo fotográficamente esta escena, mientras me pajeaba, despacio con el jabón, ella miraba de cerca, de repente me dio un espasmo, un poco de líquido salió de mi polla, sin grandes salpicaduras, como el que salió en alguna noche anterior, ahora a la luz vi que era blanco, y entendí que era lo mismo que en la peli erótica que vimos goteaba de una cama en un plano del director y que a mi tía le pregunté que era sin que ella me contestas. Se sorprendió, y entonces pasó algo muy sensual. Mi polla seguía aún dura, ella acercó sus labios entreabiertos, hacia la punta de mi polla manchada y me dio un beso carnoso en la punta, dejando al apartarse un hilillo que terminó en cortarse. Se pasó la polla dulcemente por los labios, la humedeció con su lengua y poco a poco dejó entrar mi pequeña polla en su boca hasta tocar con sus labios la base de mi pene, repitiendo esto una y otra vez mientras agarraba mis nalgas, tocaba mis piernas, mis huevos y me apretaba hacia su cara. Volví a tener otro espasmo, y supongo que salió algo en su boca que tuvo que notar. Después la cosa terminó un segundo antes de que ella dijera: "Ale a secarse"

El verano acabó pasando. Nunca hubo penetración, quiero entender que no quiso quitarme eso o no se atrevió. Después de aquel verano, nunca jamás pasó nada. Olvidé hasta la terapia todo esto.

Con esto termino el exorcismo doctora. He intentado ser lo más abierto posible como usted me pidió.

Era tarde, en una noche cerrada. Helena, miraba atónita la pantalla del portátil. No podía imaginarse lo que acababa de leer, el email tan pervertido de su paciente. Se sorprendió al terminar, su mano entre sus piernas, sus dedos en su coño rasurado. Absolutamente empapados. Cerró la pantalla del portátil y se levantó.

– Buff, es hora de irse a dormir- se dijo a sí misma. Mientras bebía un vaso de agua en la cocina, no podía quitarse aquellas imágenes de la cabeza, la polla de su paciente cuando era un crío, su cuerpo, tal cual ella se lo imaginaba, parecido al de su hijo de 13 años que dormía en su cuarto. Los cuerpos enjabonados, el inicio de un chico que se masturbaba escuchando los gemidos de su madre.

– ¿Hará Javier lo eso?¿Nos habrá oído? Se preguntaba parada en el umbral del cuarto donde sus hijos dormían. Mientras le observaba dormir su mente le llevaba a sitios oscuros.

Recordó cosas, pensamientos que no reconocería jamás. Que tuvo curiosidad. Recordó como una vez en una playa nudista su chico se le echó encima sobre su culo mientras ella bocabajo tomaba el sol y leía. Y le pareció sexy. También recordaba como en esos lugares el pequeño Javier se empalmaba. A ella y a su marido les hacía gracia, era algo natural en el mundo naturista.

Desde el umbral de la puerta, se imaginó brevemente acercando a su hijo dormido, levantando las sábanas, y palpando su pantalón y su polla.

En la otra cama estaba su hija Ana de 14 años. No pudo evitar pensar en aquella chica que recordaba su paciente, desnuda, blanca sin un vello, inmaculada. Así era Ana hace unos años. Recordó un sueño que tuvo con ella en el pasado, y que le trastocó durante unos días. En él, Andrés, su marido le lamía el coño a Helena, pero de repente, Andrés pasó a ser su pequeña hija Ana, lamiendo sin parar, con ganas, profundamente. Luego Helena y Ana frotaron sus sexos húmedos, el de Helena mucho más grande parecía comerse el de Ana. Ambos coños empapados uno velludo, otro blanco como una perla. Labios mordiéndose mutuamente, deslizándose en el lubricante.

Desde el umbral de la puerta Helena se bajó hasta mitad de los muslos su pantalón y sus bragas. Comenzó a acariciar su húmeda hendidura con la adrenalina corriendo por sus venas, igual que lo estuvo David, su paciente, cuando miraba a sus padres. Se metía los dedos una y otra vez, le entraron ganas de gemir, se imaginaba todo, se imaginaba sus pechos succionados, una joven polla en su boca, un pequeño coño lamido por su lengua. lo indescriptible. Finalmente paró, su conciencia:

– ¿Dios, estás perdiendo la cabeza, eres una pederasta?- se dijo mientras se subía las bragas.

– Esto lo tengo que arreglar- Dijo mientras entraba en la cama con su marido.

Le cogió su polla flácida y desnuda. Comenzó a lamerla con la lengua, metiéndosela hasta el fondo mientras notaba como iba creciendo, como su marido iba despertando y le comenzó a acariciar la cara y el cabello. Ella seguía chupando, mientras se acariciaba el ano, a Helena le encantaba estimular el ano. Se chupó el dedo y se introdujo una falange. Mientras llenaba de babas la polla de Andrés, le cogía los huevos, le pajeaba mientras le chupaba la punta. Se imaginó de repente a su paciente con 11 años introduciendo su pene en su culo. Se metió más de una falange y la punta de otro dedo. Pronto, su paciente era su hijo como en aquella playa nudista. "Mierda", se dijo mientras cambiaba de postura para quitarse esa idea de la cabeza. Se sentó encima de la polla de Andrés, que entraba abriendo poco a poco el coño de la doctora. Le puso las tetas en la cara, mientras este levantaba el púbis violentamente arremetiendo contra Helena que gemía. Por su mente en un segundo David le chupaba un pezón a su tía en la ducha. "Necesito correrme y olvidar todo esto" pensaba. Cogió el miembro de Andrés, que esa noche era más suyo que nunca, poco a poco lo empezó a meter por el culo, le encanta. Andrés no podía entender el motivo de todo aquello pero gozaba.

Ella comenzó a cabalgar, mientras él le frotaba el coño rasurado con su mano. Helena pensó en Ana lamiéndole el coño, pensó en ella lamiendo la pequeña raja de Ana, lamiendo el culo de Ana. Cogió la cara de Andrés, "follame joder como nunca lo has hecho". El se incorporó, dio la vuelta a la situación, la inmovilizó contra el colchón bocabajo, cogiéndole el trasero, follándola aún por el culo con una violencia que nunca habían utilizado. Del culo fue otra vez al coño. Se acercaban a la explosión. El clítoris hinchado, los labios rojos y húmedos, Helena comenzó a temblar y sus muslos se contraían. Llegó antes que Andrés, claro que ella ya llevaba rato tocándose. Tras recobrar el aliento, Helena agarró la polla de su marido, la comenzó a devorar, no quedaba demasiado. "Quiero ser tu actriz porno esta noche", comenzó a pajearle mientras le chupaba la punta. "Me voy dijo él"; a los segundos un chorro impresionante llenaba la boca de Helena, manchaba sus pechos y su cara. Su marido seguía con espasmos. El semen resbalaba por sus labios, que volvieron a meterse la polla mientras ésta seguía con espasmos. Helena volvió a pensar en su paciente, en la ducha, en la polla en la boca de su tía. "No sé como voy a verle el próximo martes" pensó limpiándose la boca.

En la puerta, unos ojos curiosos y excitados, vieron a sus padres como nunca se los habían imaginado. Eran los ojos de Ana espiando tras la puerta entreabierta.

Por Ingenuo

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