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lunes, 29 de marzo de 2021

Mi niño


Se que lo que voy a contar hay mucha gente que lo ve mal, e incluso yo misma dudo si esta bien o mal, pero las cosas a veces ocurren de una cierta manera, y nadie puede cambiarlas.

Tengo 35 años, estoy casada y tengo un hijo de 15 años. Como todos los veranos, cuando el chico comienza sus vacaciones, nos trasladamos a una casa que tenemos en la playa. Yo paso allí el verano con el, y mi marido viene los fines de semana a descansar del trabajo con nosotros. Pero el verano pasado sucedió algo que hizo que todo cambiase.

Mi marido, desde que mi hijo era muy pequeño, siempre que se marchaba le decía que cuidase de su madre, y el tomándoselo muy en serio, no se separaba de mi ni un momento. Incluso por las noches, cuando mi marido no estaba, dormía conmigo. Esto había sido una costumbre de todos los años, pero este verano fue diferente.

La primera noche que pasamos solos, algo me despertó. Mi hijo estaba completamente pegado a mi y con su mano sujetaba mi cadera. Note como su pene estaba erecto y lo rozaba contra mis nalgas. Me puse muy nerviosa y no supe que hacer, así que me quede inmóvil y decidí hacer como si siguiera dormida. Cada vez lo rozaba con mas fuerza hasta que oí como se escaba un gemido de su boca e inmediatamente se giro hacia el otro lado para eyacular sobre las sabanas. Al cabo de unos minutos se levanto y fue al baño a lavarse. Yo me di la vuelta y palpe con mi mano las sabanas para comprobar que era cierto lo que había sucedió, porque todavía no era capaz de creérmelo. Efectivamente toque con mis dedos su eyaculación sobre las sabanas. Cuando oí que volvía a la habitación, me coloque como estaba y seguí haciéndome la dormida. El, limpio las sabanas con unos pañuelos de papel y se tendió en la cama para dormir.


Estuve toda la noche dándole vueltas a lo que había pasado, no sabia que hacer. No me atrevía a decirle nada porque mi hijo siempre había sido un niño muy retraído y sabia que un comentario mío sobre eso haría que se encerrase en si mismo. Quizás lo que había ocurrido es que había tenido un sueño erótico y se había despertado en ese estado, y yo le estaba dando mas importancia de la que en realidad tenia.

A la mañana siguiente, decidí comportarme con total normalidad. Al principio, mi hijo no se atrevía a mirarme de frente, me esquivaba la mirada, pero como yo seguí comportándome con normalidad, según fue transcurriendo el día, el recobro también la normalidad.

Al llegar la noche, me acosté pronto porque la noche anterior prácticamente no había pegado ojo y estaba realmente cansada. Mi hijo se quedo viendo la tele hasta tarde, pero (lo que somos las madres ) en cuanto entro en la habitación me desperté. Me quede inmóvil haciéndome la dormida para ver lo que hacia. Se tumbo en la cama, un poco incorporado, y note como una de sus manos tocaba mis muslos. Los rozaba suavemente para no despertarme, mientras con la otra mano tocaba su pene. Poco a poco su mano fue subiendo hasta llegar a mis nalgas, metió sus dedos por debajo de la goma de mis braguitas y las retiro un poco.

Me acariciaba suavemente, como con miedo. Sus dedos fueron bajando hasta llegar a la entrada de mi vagina, los mojo en ella y se los llevo a la nariz para olerlos, luego los llevo a su boca y los chupo. La mano que tenia en su pene cada vez se movía mas deprisa, se notaba que estaba enormemente excitado. Al cabo de un rato de acariciar mi vagina, se pego a mi, e introdujo el glande dentro de ella, dejando el reto del pene fuera, que seguía masajeando con su mano. Note como se tensaba todo su cuerpo y como entraba su leche caliente dentro de mi vagina. Mi excitación fue tremenda, la mayor de mi vida, pero yo no podía moverme, tenia que seguir haciendo que dormía. Al cabo de unos minutos mi hijo se levanto y fue al baño a lavarse y regreso al dormitorio con una toalla húmeda con la que me limpio con mucho cuidado.

Estaba muy confusa, por un lado pensaba que eso no estaba bien, que era su madre y no podía dejar que eso ocurriera, y por otro lado estaba teniendo la experiencia mas bonita y mas excitante de mi vida. Mi hijo, mi dulce niño, estaba descubriendo el sexo conmigo. Recordaba cuando era pequeño, cuando tenia un par de años, esa edad en la que descubren todo, y recordaba como con esa edad cogía mis pechos en cualquier sitio para jugar con ellos, haciéndome pasar a veces verdadera vergüenza. Por otra parte pensaba que tenia una edad en la era normal que empezase a tener deseos sexuales, y que, cuando fuese mas mayor y tuviese una novia, todo eso pasaría y quedaría olvidado. Así que por que no dejar que siguiese aprendiendo y disfrutando.

A la noche siguiente, antes de irme a dormir le dije:

- Mira hijo, esta mañana estuve en el medico porque llevo unos días que me encuentro algo cansada y con dolor de cabeza, y me dijo que posiblemente era porque no estoy descansando bien, así que me ha dado unas pastillas para dormir. Si ves que me llamas para algo y no me despierto no te asustes, porque con estas pastillas voy a dormir muy profundamente.

Al decirle esto, note como sus ojos se iluminaron. Era perfecto, había inventado una escusa para que el pudiera disfrutar libremente de mi cuerpo sin ningún reparo.

Me acosté y al cabo de una hora entro mi hijo en la habitación. Me llamo varias veces y me movió para asegurarse de que estaba profundamente dormida. Yo permanecí totalmente inmóvil. Se desnudo totalmente y me volvió para que quedase boca arriba sobre la cama. Se puso de rodillas sobre la cama y comenzó a desnudarme. Acariciaba mis pechos con las dos manos como si estuviera tocando algo prohibido. Notaba su pene erecto sobre mis muslos.

Note como bajo mis bragas hasta sacarlas y como su mano rozaba suavemente mi vello púbico, enredaba sus dedos en el. Separo un poco mis piernas para dejar mi sexo a la vista y comenzó a acariciarlo con sus dos manos, lo miraba y lo tocaba, abría mis labios y pasaba sus dedos por ellos, por mi clítoris. Yo permanecía quieta y me concentraba para que no se escapase de mi boca ningún gemido, porque estaba tremendamente excitada. Introdujo uno de sus dedos en mi vagina y comenzó a moverlo en círculos, luego introdujo otro. Note como acercaba su boca a mi sexo y como su lengua salía de su boca para ir recorriéndolo, su lengua se introducía en mi vagina, sus labios presionaban mi clítoris y su pene cada vez mas erecto rozaba mis piernas mojándolas con las primeras gotitas que se escapaban de el. No pude aguantar mas y note como un fuerte orgasmo se apoderaba de mi cuerpo convulsionándolo.

Mi hijo ante esto se excito todavía mas y abrió mas mis piernas para ponerse entre ellas y fue metiendo su pene en mi coño suavemente hasta que llego al fondo. No le había dado tiempo todavía a moverse, cuando su leche comenzó a salir inundándome por completo. Su boca estaba sobre uno de mis pechos y se agarraba con fuerza a mi pezón mientras sentía la locura. Tras el orgasmo permaneció quieto dentro de mi, y al cabo de unos minutos su pene volvió a ponerse duro y tenso y comenzó a bombearme, primero despacio y luego cada vez con mas intensidad, sus manos se agarraba a mis pechos como un naufrago a un salvavidas y su lengua se introducía dentro de mi boca.

No pude mas, no podía permanecer mas tiempo inmóvil, estaba sintiendo como ardía todo mi cuerpo así que abrí los ojos, correspondí a mi hijo en sus besos y me abrace a el para mover mis caderas al ritmo que marcaban sus embestidas. Sujetaba sus nalgas con mis manos para apretarlo fuertemente contra mi, y el parecía como loco, entrando y saliendo de mi cuerpo y gimiendo como un animal. Note que llegaba mi orgasmo y entre gemidos de placer le dije " sigue mi niño, lo estas haciendo muy bien, no pares" y un temblor recorrió todo mi cuerpo mientras sentía a mi hijo corriéndose dentro de mi como un toro.

Estuvimos toda la noche, y muchas noches mas follando como locos, y ese ha sido nuestro secreto desde entonces.

Por Alejandra

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