Mi madre es casada por segunda vez, mi ahora padrastro es hijo de Joseph (que es mitad inglés y mitad latino, aunque en él predominó lo inglés), quien es un hombre de 56 años, fornido, con rasgos de que fue bien parecido de joven porque aún es un hombre guapo. El es arquitecto, tiene su propia empresa de construcción, pero él prefiere pasar sus días en una casa que construyó cerca de la montaña, eso si, tiene todos los servicios. Solo frecuenta su empresa una o dos veces por semana para supervisar, y lleva sus trabajos a su casa donde los dibuja.
Como decía, Joseph es mi abuelastro, si es que existe esa palabra. De tanto rodeo, me presento ahora, soy Gabriela o “Gaby” de 22 años, solo que en ese momento yo tenía apenas 11 añitos, soy trigueña, de ojos verdes, en ese momento muy delgada, senos aún pequeñitos, lindas piernas y una traserito llamativo sin ser voluminoso.
Me gustaba ir a pasar el fin de semana a la casa de mi abue y degustar de la naturaleza, debo decir que yo era muy traviesa y un poco rebelde a esa edad, en cuanto al sexo era muy despierta, me gustaba la lectura erótica, las peli de adultos aunque no de sexo explicito, sino de aquellas en donde hay desnudos, pero no se ve las partes del hombre y de la mujer, solo los movimientos haciendo el amor, eso me calentaba mucho y terminaba frotándome mi conejito, hubo una vez que metí mis dedos en mi rajita viendo una peli erótica y me sangré un poco, creo que rompí una parte de mi himen.
Bueno, para regresar al relato, ese fin de semana fui de nuevo a la casa de mi abue, mi madre me dejó allí y no se quedaría conmigo, solo me encargó con Joseph, a quien yo lo tenía catalogado de muy guapo, varonil y que cuando se ponía una pantaloneta se le marcaba un enorme bulto, y eso que no la había visto erecta. El era un tipo alto, colorado y ya con una calvicie, pero bastante simpático.
Ese día no recuerdo exactamente la travesura que hice, pero se enojó tanto que me puso a jugar en la misma habitación donde tenía su mesa y equipo de dibujo, lo hizo para tenerme cerca y que no hiciera travesuras. Esa tarde yo tenía puesto un blusita de tirantes color celeste que se pegaba a mis senos, no tenía sostén, de hecho mis senos eran aún pequeñitos volcanes, y una falda super corta, una braguita rosada al igual que mi faldita y tenis.
Comencé a jugar con unas muñecas y peluches que tenia allí, mi abue estaba a unos cuatro metros de donde yo jugaba. No sé como me vino la idea de seducirlo, bueno algunas veces soñaba que mi abue me penetraba con su enorme bulto que aún no conocía. Me puse en cuatro para jugar y mi falda corta dejaba ver mi braguita y mi trasero al descubierto, yo sabía que él me miraba, luego volteaba y él seguía trabajando. Lo hice varias veces y pude notar que el bulto del pantalón de Joseph iba creciendo, incluso lo pillé acomodándose la pija dentro del pantalón de lo erecta que la tenía.
Unos minutos después me quité los zapatos y calcetas, él seguía viéndome detenidamente, yo sentía su pesada mirada. Dije que había calor en voz alta para que me oyera, y me quité la falda, me quedé en braguitas, me puse a jugar boca abajo, de espaldas a él, para que me viera mi traserito. Creo que ya no pudo más y lo vi recostarse en su silla reclinable de su escritorio, que me quedaba a un costado. Me puse de pie descalza y en braguitas y caminé hacia él, Joseph no me quitaba de su vista un solo instante. Yo seguía mi jueguito. Camine sonriente y me fui encaramando sobre sus piernas de frente a él y me senté sobre su notable bulto, -ayy abue estoy aburrida!-, le dije. El viejito estaba nervioso, mi trasero se acomodó sobre su paquete.
-¿ehh, este, porque no juegas otra cosa?- me dijo, pero su vista no se despegaba de mi cintura hacia abajo.
-Ya intenté y sigo aburrida!- le volví a decir.
-y que quieres jugar..?- me dijo en doble sentido.
Yo moví mis caderitas y eso hizo que mi rajita se frotara contra su bulto dentro de su pantalón, al tiempo que decía -juguemos al caballito!- y seguí moviéndome, el quiso decir algo, pero no le salieron las palabras, yo también me estaba calentando mucho, sentí un calor que me subía al rostro. El casi por inercia, me tomó de la cintura con sus grandes manos y ayudó a moverme sobre él, por un instante Joseph cerró los ojos como gozando el momento.
Yo me excité profundamente, quería seguir a ver qué pasaba, pero al seguir frotándome más fuerte me hizo gemir de pasión. El oir mis gemidos le hizo tomar valor a mi abue, me fue quitando la blusa, diciendo que hacía calor, mis pequeños senos quedaron a su disposición, el comenzó a jugar con ellos con sus manos, me acariciaba todo el torso y luego apretaba mis senos y frotaba mis pezoncitos. Allí perdí el control de la situación, el agarró mi braguita y sin paciencia la rompió y la tiró lejos, quedé completamente desnuda, luego desabotonó su pantalón y lo bajó un poco, solo para tener espacio suficiente para sacar su pija colorada, era enorme, era el doble de largo y grueso que la de mi último novio (quien me desvirgó) y se miraba dura y con las venas hinchadas en el tronco.
-Sigue haciendo el caballito!- me pidió. Así que comencé a hacer lo mismo que hace un momento, solo que ahora sin bragas mi rajita se frotaba directamente con lo largo del tronco de su pija que estaba en posición horizontal, la cual estaba dura y sentí lo caliente de su carne. En unos minutos de estar frotándome, sentí como mi rajita se mojó toda y mis labios vaginales se humedecieron, yo estaba al borde de un orgasmo solo con la frotación de nuestros sexos. Joseph me tomó de la espalda y acercó mis pechitos a su boca y los comenzó a chuparlos casi desesperado, eso acabó en que me corrí y emití varios quejidos, él se excitó tanto oírme venir que casi mordió mis pezones, lo que me causó un poco de dolor.
Con su fuerza, me tomó de la cintura y me cargó en peso y me recostó sobre su escritorio, se sentó de nuevo en su silla, me abrió las piernas y comenzó a comerse mi conejito. Su lengua era áspera y caliente, no había probado nada parecido, su lengua exploraba toda mi rajita mojada y limpiaba mi anterior venida. Uso sus dedos para abrir más los labios de mi rajita y su lengua se frotaba contra mi clítoris, eso me hizo aullar del placer, y él al oír eso aumentó la lamida sobre mi botoncito. Sentí que la habitación daba vueltas y vueltas, ¿era un orgasmo eso?, el tiempo me diría que si lo era. El abue ya me tenía en su poder, luego de comerse todo mi conejito, él levantó mi pequeño trasero e inició a comerse ahora mi rayita y mi agujerito pequeño (mi culito), yo de nuevo comencé a aullar del estimulo que me daba Joseph con su lengua ensalivada.
Su lengua jugaba con mi ano y su dedos con mi clítoris, era algo muy excitante, yo perdí la razón, toda la experiencia de mi abue se imponía, no me importaba si allí mismo me quería follar y en donde quisiera, pero creo que mi abue pensaba que yo era virgen, porque en vez de meter sus dedos en mi rajita me metió uno en mi culito, de allí si era virgen, ese lugar aún era inexplorado para mi, Joseph fue el primero el chupármelo y hacerme venir a través de esa vía. Al principio sentí incomodo y doloroso su dedo grueso y tosco en mi orto, pero conforme me lamía mi rajita y me metía su dedo pude sentir mucho, pero mucho placer. Le regalé otra tanda de mis jugos íntimos.
Yo estaba un poco agotada, pero Joseph no había terminado, me dejo allí acostada sobre su mesa y dando la vuelta al mismo se bajó el pantalón y sacó su pija que estaba hinchada y brillosa, la tomó con su mano la frotó un par de veces y me la puso en los labios, él quería que se la mamara, me fui acomodando de modo que quedé boca abajo y sobre mis rodillas, me llevé su gruesa pija a la boca para chuparla. La lamía, la chupaba y la metía en mi boca por tiempos, mientras ahora era él quien gemía, no era la primera pija para mi, pero yo miraba que Joseph disfrutaba más que otros chicos con los que había estado. Debo decir que Joseph fue el primer hombre maduro con el que yo tenía sexo.
Cuando mi abue ya estuvo a punto, me tomó de la cabeza y comenzó a bombearme su pija en la boca con frenesí, de pronto comenzó a gemir más fuerte y yo sentí su venida en mi boca, era calientita y salada, no fue una gran cantidad, luego él se sentó en su silla y se reclinó, yo me bajé de donde estaba y me comencé a vestir, él me llamó a donde estaba sentado y dándome un beso en la mejilla me dijo que era una chiquilla traviesa pero muy linda. Más tarde cuando mi madre llegó por mi, me regaló dinero y me dijo que siempre me esperaba allí, de lo cual me encargue que fuera lo más pronto posible, ya que me había quedado las ganas de llegar a más con él.
Como tres semanas después, nuevamente pedí a mi madre que me llevara a la casa del abue, le dije una mentirilla, le dije que Joseph me daría un regalo, ya que para mi cumple se le había olvidado, mi madre no muy convencida me dijo que me pasaría a recoger al medio día. Nuevamente me puse una mini, esta vez de jeans, un pequeño top, sin hombros y donde mostraba mi ombliguito.
Entré a la casa, me encontré a la sirvienta y me dijo que don Joseph estaba aún acostado en su cama, eran como las 8:30 am, la sirviente me indicó que había trabajado hasta tarde la noche anterior, ya que no era común que él permaneciera hasta tarde en la cama.
Aproveché la oportunidad y me dirigí a su habitación, abrí la puerta, la habitación estaba en penumbra, me acerqué a la cama, Joseph dormía, me fui al otro lado de la cama, abri las sabanas y me fui deslizando por debajo hacia su entrepierna. Meti mi mano entre su pantaloncillo corto que él usaba para dormir, y acaricié su pija flácida, el inmediatamente se asustó, levantó las sabanas y me vió, -que haces tu aquí!!- me dijo algo asustado, yo no respondí, solo saqué su pija y la metí en mi boca y comencé a mamárselo, el se quedó viéndome un ratito y luego volvió a poner las sabanas en su lugar, dejándome abajo.
Se la chupé por todos lados, en dos minutos su pija estaba erecta, más que la vez anterior. En eso el retiró las sabanas me acostó y con lujo de fuerza me quitó toda mi ropita, se metió entre mis piernas y comenzó otra sesión inolvidable de sexo oral, me hizo estremecer todo el cuerpo, su lengua parecía una serpiente que se metía en todas partes de mi rajita, no tardé mucho en correrme. Luego él levantó mis piernas y mi trasero, para lamerme de nueva cuenta mi culito, al parecer le gustaba mucho esa parte de mi cuerpo. Su lengua pasaba y daba vueltas por mi agujerito pequeño, yo le decía que siguiera asi, que no parara.
Siempre con cuidado, aún creyendo que era virgen, metió uno de sus dedos en mi rajita, al ver que no encontró ningún obstáculo físico, vi que se relajó y comenzó a pajearme con su dedo mientras lamía mi clítoris. Ahora con más decisión al saber que no era señorita, se montó sobre mi y me clavó su dura pija, luego comenzó a moverse encima de mi metiéndola y sacándola, me llevó al cielo de nuevo, yo notaba que él le ponía bastante esfuerzo y dedicación a su penetración . El viejito bufaba cada vez que me la metía. Además buscó mis senos para chupármelos. Mi abue es un hombre pesado y se dejaba caer sobre mi para follarme, eso provocaba que su pene se fuera hasta lo más profundo de mi vagina, donde nadie hasta ese momento había llegado. Me hizo llegar a un par de orgasmos brutales y el no dejaba de follarme en la misma posición, ahora me llamaba “su perrita”.
Luego de varios minutos por fin lo oí casi gritar al llegar a su clímax, sacó su pija de mi rajita y me echó su semen sobre mi vientre. Yo apenas podía ponerme en pie para limpiarme porque estaba acabada muy agotada.
Después de vestirnos, le confesé que le había mentido a mi madre y lo que le había dicho. Pues para seguir con tu mentira vamos a un centro comercial y pide lo que quieras, me dijo el abue. Fuimos y escogí un par de cositas.
Lo hicimos unas cuatro veces más. Siempre lo recordaré.
Anónimo
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