Estábamos mi madre y yo una fría y lluviosa tarde de invierno viendo los noticieros a la Tv, cuando improvisamente sonó el teléfono, era la policía, mi madre se agitó y se alarmó mucho, le avisaron que el auto de papá se había salido de pista y se había estrellado con un camión, inmediatamente mamá me llevó donde la vecina y después de recontarle sobre la llamada telefónica, me dejo ahí a cargo, yo no entendía todo lo que estaba sucediendo, pero viendo la desesperación de mamá, sabía que era algo grave, papá nunca se recuperó, esa misma noche falleció, días después se realizó el funeral y así mamá y yo quedamos solos, nuestras vidas habían cambiado dramáticamente para siempre,
Brígida, es la única madre que conozco, porque mi madre verdadera se divorció de papá cuando yo tenía poco más de un año, las raras veces que papá hablo de ella, me dio a entender que tenía problemas de alcohol, un año después papá conoció a Brígida y después de dos años se esposaron, no tengo mucha memoria de ello porque yo tenía poco más de cinco años, para mi Brígida era y es mi madre pues nunca he conocido otra, papá afortunadamente nos dejó en una buena situación económica y nuestras vidas siguieron adelante, pero yo me di cuenta que mamá se sentía muy sola y la sentí llorar muchas veces, yo me iba donde ella y lloraba con ella, trataba de consolarla, pero dada mi corta edad yo no entendía bien todo su drama interno, ella me decía que yo era el hombre de la casa y tenía que cuidarla, eso me quedó muy interiorizado en mi desarrollo infantil, a mis seis años, sabía que ella estaba bajo mi protección, yo pase a sentirme el hombre de casa sin saber bien todo lo que ello implicaba.
Mi madre verdadera era de origen europeo, de la republica Checa, entonces yo no tengo las semblanzas de Brígida, ella es latina, sus cabellos son oscuros, sus ojos también, su piel es muy blanca, ella es alta como metro setenta y pesa como sesenta kilos, ella era mucho más joven que papá, yo con los años crecí hasta un metro ochenta y cinco, cabellos rubios y ojos verde-gris, quizás por ser hijo único, era introvertido y tímido, a la edad de doce años descubrí los placeres del sexo y me masturbaba bastante a menudo, pero mis imágenes masturbatorias eran mis compañeras de escuela o algunas revistas con desnudos que conseguía con amigos de mi edad.
Brígida, mi madre, sin duda para mí es mi madre verdadera, una mujer muy atractiva con un bellísimo cuerpo, normalmente vestía hábitos anchos que no evidenciaban sus esculturales formas, seguramente ella todavía tenía deseos sexuales, había quedado viuda a treinta años, se había dedicado a mí en cuerpo y alma para darme una buena educación, lo que me permitió un ingreso a la universidad a temprana edad.
Aun cuando ya en el colegio había comenzado a tener algunas aventurillas sexuales, en la universidad las oportunidades se cuadruplicaron, me hice muy requerido sexualmente, salí campeón de natación el primer año y capitán del equipo de baloncesto, las chicas me seguían, también porque se esparció la voz de que mi verga alcanzaba los veintitrés centímetros por seis de grosor y muchas chicas se sentían curiosas de verme y después tocarme y bueno, muchas veces sucedía lo que tenía que suceder, mi poco dinero me lo gastaba casi todo en condones.
Mi madre muy aprehensiva, veía la cantidad de chicas que me giraban alrededor y se preocupaba de aconsejarme de cuidarme y no embarazar a ninguna de ellas, porque me habría arruinado la vida y yo le escuchaba y seguía sus consejos, pero también sentía en ella algo de celos de que hubiese tantas chamacas a mi alrededor, aunque si yo la instaba a buscarse una nueva pareja con la cual rehacer su vida sentimental y sexual, mamá se dedicaba solo a su trabajo y jamás se le veía algún galán entorno.
Ella me aconsejaba de buscar una chica fija y no andar de picaflor con todas las muchachas que me rondaban, yo le decía – porque no te buscas tú un hombre … tú necesitas una pareja – a lo que ella me respondía – yo ya tengo un hombre en casa … tú – entonces yo parafraseaba diciéndole igualmente – yo ya tengo una chica fija … tú – ella halagada venía hacia mí y terminábamos haciéndonos cariño madre-hijo de lo más normal, yo le confesé que se me achacaban muchas aventuras, pero la realidad es que no tenía tantas novias y que me dedicaba más a mis estudios, con las chicas solo unos besos más o unos besos menos, pero que no pasaba de eso, ella dijo que teníamos que reforzar nuestra relación familiar, que últimamente no habíamos compartido lo suficiente y que sería oportuno dedicar más espacio para nosotros, así decidimos de salir juntos el siguiente sábado por la tarde.
El sábado yo llegué temprano del entrenamiento, me bañé y me vestí como para salir en modo informal, como cualquier muchacho de mi edad, me puse ver la tele mientras mamá se cambiaba y preparaba, cuando salió de su cuarto casi me voy de espalda, la miraba con la boca abierta, ella vestía una faldita corta y ajustada a sus caderas, medias negras con taco alto y una blusa con sus pobres botoncitos tirantes, tratando de aguantas esos insolentes senos de mamá que amenazaban con romper la prenda, ella se dio cuenta de la impresión causada en mí y me dijo que quería lucir más joven junto a mí, yo no me cansaba de halagarla por su prestancia femenina.
Llamamos un Uber para trasladarnos al sector turístico de la ciudad, el paseo marítimo, lleno de gente cosmopolita proveniente de los más diversos países, Brígida lucía radiante y más de algún paseante se volteaba a admirar su exuberante belleza, fue en ese momento que comencé a mirarla como la bella hembra que es, miré ese culo suyo redondito y duro, sus pechos turgentes, su armoniosa cinturita, sus piernas bien torneadas y esos muslos carnosos y sexualmente apetecibles, su angelical rostro que se encendía con una hermosa y franca sonrisa, sin duda un portento de mujer, me alegré de que mi padre pudo disfrutar de los favores de tan magnifica hembra, que ahora llamaba totalmente mi atención.
Entramos en un restaurant italiano y degustamos unas exquisitas pastas y algunos frutos del mar, pescados y mariscos, acompañado de un buen chardonnay fresco, terminamos con el típico tiramisú, salimos del local y me di cuenta de que los pasos de mamá eran inciertos, quizás la copa de brandy ofrecida por la casa fue excesiva para nosotros, gente no acostumbrada a beber, los ojos de mamá brillaban y su mirada era diferente, la tomé por la cintura y ella me dijo que la llevara a casa.
Volvimos a llamar a un Uber, le abrí la puerta y ella se dejó caer hacia adentro y su falda se subió tanto que se le vieron las medias sujetadas por el liguero y su tanga celeste que cubría la ranura de su sexo, casi en modo provocador ella abrió sus piernas para acomodarse, dándose cuenta de la situación, ella me miró a los ojos y un dulce estremecimiento atravesó por mi espalda hasta la punta de mi verga, me acomodé al lado de ella y ella se acurrucó a mi lado sonriendo, en modo imperceptible y natural apoyé una mano en su muslo derecho, ella quizás pensó que todo era casual, pero yo empecé a hacer subir mi mano hacia esos calzoncitos celestes, su piel estaba en llamas y casi quemaba la yema de mis dedos que inexorablemente subían y subían, ella como en un trance no me decía nada, casi como si me animara a continuar, y así lo hice, cuando mis dedos tocaron la tela de su tanga, ella escondió su rostro en mi cuello pero no hizo ninguna oposición, finalmente acariciaba esos labiecitos hinchados y calientes.
Brígida suspiraba y gemía pesantemente, pero había una especie de consentimiento no hablado, cuando traté de acariciar su seno y pellizcar sus pezones, ella me bloqueo con su mano por un instante, para luego envolver mi mano con su mano y acompañar mis caricias a sus tetas, sentía el latido de su corazón en la punta de mis dedos, cerró sus ojos y sus gemidos aumentaron, comenzó a temblar, su mano se posó sobre mi pantalón y ella pudo corroborar el evidente estado de erección de mi pene, mirándome una segunda vez profundamente en los ojos, procedió a masajear mi miembro sobre la tela de pantalón, yo miraba sus piernas y su seno agitado por la respiración.
Me acerqué más a ella y la bese en la mejilla, ella se giró y me ofreció sus labios, cerré mis ojos y me uní en un apasionado beso a mi madre, un beso francés, con lenguas que se deseaban y luchaban por acariciarse y compartir la humedad intrínseca y lasciva de ese beso de amantes, la suavidad, ternura y calor de su lengua me enloquecían, abrí un par de botones de su blusa y subiendo su sujetador, atrapé su seno en mi mano, la tersura de su piel era sorprendente, la firmeza de su pecho también, la arrogancia de ese pezón enhiesto era de una magnificencia extraordinaria.
Mamá me tomó de la mano y casi suplicante me dijo que esperáramos de llegar a nuestra casa, así que abotoné su blusa y la volví a besar sediento de pasión, ella me respondió de igual modo, el conductor ignaro de la situación de pasión en el asiento trasero de su vehículo, continuaba a conducir sin prestar atención al drama incestuoso que ocurría cercano a él, haciendo caso omiso, nos llevó sin sobresaltos a casa, después de pagar la carrera, yo descendí primero y tendí la mano a mamá para ayudarla a bajar del carro, otra vez su falda se fue hacia arriba y me regalo una vista de su chochito cubierto de esa tela celeste.
En la entrada a nuestra casa, la besé para acentuar y comunicarle mi deseo de poseerla, la estreché a mí y de seguro sentía la tremenda erección de mi pene que presionaba su vientre, pero ella con dulzura y ternura me miró a los ojos y me empujó alejándome de ella y sus delicias – hijo … por hoy basta … un beso es más que suficiente … para una primera vez – dijo solo eso y se giró para reentrar en casa, la volví a abrazar y la estreché a mí – madre … tenemos que salir otra vez … me gustó mucho estar así cerca de ti … me gustaría que lo repitiéramos … − le dije y ella con tono muy calmo, me respondió – ha sido una tarde magnifica … me he divertido mucho y por supuesto que quisiera que volviéramos a salir – luego se giró entro a casa y se fue directamente a su dormitorio, ella dominaba la situación perfectamente, entré a casa y me fui al baño a lavar mi secreción de semen que había manchado mis boxers, luego volviendo a mi dormitorio sentí los gemidos de mamá que se estaba masturbando, yo fui a hacer lo mismo pensando en todo lo que viví junto a ella, fue una tarde inolvidable.
La mañana siguiente al desayuno, tanto ella como yo estábamos incomodos, ella me dijo que deberíamos hablar, la expresión de su rostro era muy seria y solemne, lo haremos esta tarde dijo. Pensé que se había arrepentido y cambiado de idea por lo que habíamos vivido el día anterior, estuve todo el día pensando en ella. Cuando regresó en la tarde, llamó a mi puerta y yo la hice entrar, se sentó en mi cama al lado mío – sabes … he pensado todo el día a lo que sucedió ayer … creo que es mi culpa … − dijo y luego explotó en llanto, yo la abracé con energía, sus lágrimas me mojaban la mejilla, la mantuve estrecha a mí para que desahogara sus emociones, creo fueran represas desde el funeral de papá – mamá … te quiero mucho … − le dije para confortarla, ella se enderezó – yo también te quiero mucho … necesito de ti … necesito tu afecto … estaba muy ligada a tu padre desde siempre, él era todo para mí … me ha dejado lo más precioso que tenía … tú … − me lo dijo y me hizo emocionar – yo sé que no está bien lo que hicimos ayer … pero me sentí tan bien contigo que me deje llevar irresponsablemente … necesito que seas sincero conmigo … como tu padre lo fue, del mismo modo … necesito poder confiar en ti … debemos empezar a conocernos desde un principio … − termino con un beso veloz en mis labios, después mientras salía agrego – saldremos otra vez este fin de semana … ¿te parece bien? … − rápidamente le dije que estaba bien y ella salió de mi habitación.
Pensando solo en el fin de semana, esta voló y no me di ni cuenta cuando ya era viernes, mis pensamientos estaban centrados en ella, no tenía espacio para nada más en mi mente, en la tarde cuando regresé a casa después del gimnasio, me metí a la ducha y para calmar mis ímpetus fogosos, puse la ducha en agua fría y me duché creyendo de haber aquietado mis sentidos libidinosos, pero no fue así, mi polla se mantenía erguida a mil, entonces di el agua tibia y comencé a masturbarme, apoye mi espalda a los azulejos mientras mi mano movía frenéticamente mi verga, estaba tan concentrado viendo en mi mente figuras de mamá que no sentí que abrieron la puerta justo en el momento que explotaba lanzando chorros de esperma al aire, cuando abrí mis ojos Brígida estaba en el vano de la puerta mirándome atónita, pero con aires de sensualidad, sin pestañear ella cerró y se fue, me quede pasmado pensando en que había cometido una idiotez gigantesca.
Una vez en mi cuarto, me vestí y fui a cenar, mamá estaba en la cocina y me dijo que la cena estaba lista, así que me sirvió y nos sentamos a comer en silencio y sin mirarnos, entonces ella con un luminosa sonrisa dijo – al parecer esa ducha estuvo excitante … ¿no? … no tienes que avergonzarte de nada … todos los chicos de tu edad lo hacen … pero la próxima vez, te sugiero de cerrar la puerta, hijo – no había ningún reproche en su voz, era la cálida voz de una madre aconsejando a su hijo, tal como lo había hecho tantas otras veces, luego vino la pregunta que me puso en aprietos – ¿a qué piensas cuando lo haces? – lo dijo como si me estuviera preguntado si quería té o café, me miraba sin pestañear – bueno …umh … evidentemente a una mujer – le dije tratando de zafar de la conversación, pero ella retrucó − ¿alguna de las nenas de la universidad … eh? – me quedé unos segundos en silencio, luego reflexionando le dije − mamá tu dijiste que deberíamos ser sinceros … entonces espero que no te enojes si soy sincero … la verdad es que pienso en ti, mamá – ella parpadeó como sorprendida y se quedó pensativa, para luego decir – no te vayas a la cama … tengo que bañarme y luego conversaremos – me relajé un poco porque me confundía y turbaba este tema, queriendo ser servicial, le dije – mamá anda … yo me encargaré de la cocina … − ella se levantó y vino a darme un maternal beso en la mejilla – gracias, hijo – luego salió rauda y me dejo con mi cabeza hecha un torbellino.
Lavé la vajilla, desocupé el basurero y limpié el todo, luego salí hacia mi cuarto, la habitación de mamá estaba con la puerta entreabierta, no pude resistir y me acerqué a espiarla, estaba sentada en su cama, vestía su bata de baño y tenía una toalla en su cabeza, su bata se abría alrededor de unos muslos macizos y lisos, luego dejo caer su bata y su esplendorosa belleza quedo expuesta, sabía que no debía fisgonear, pero era tal su hermosura que estaba hipnotizado con sus encantos, con el secador de pelo procedió a secar sus cabellos, mientras sus senos exuberantes se bamboleaban libremente, me resultó cómico ver que apuntando el secador a su chochito, procedió a secar los oscuros rizos que lo cubrían, al mismo tiempo que cerraba sus ojos y echaba su cabeza hacía atrás denotando el placer que le procuraba lo que estaba haciendo.
Mamá volvió a colocarse su bata y se colocó una pequeña tanga celeste, quizás la misma del sábado pasado, me alejé de su puerta y me fui a la sala donde encendí la tele, después de algunos minutos mamá llego vestida con una bata con algún grado de transparencia, esperaba de ver el celeste de sus calzoncitos, pero ya no los portaba, por lo que intuí estaba desnuda – mamá … ¿te gustaría beber un vinito? – le pregunté pensando de relajar la situación y también tratar de refrescarnos del calor de la tarde − ¡uy! que rico sería … es lo que se necesita para soportar esta calor … − dijo mamá muy contenta, así que preparé un valde con hielo y traje una botella de Riesling, un vino dulce y suave, especial para paladares femeninos, mamá lo sorbeteó teatralmente que me causó risa, una sonrisa infantil se dibujó en su angelical rostro – perdóname … pero no pude evitarlo … está muy rico – me dijo en tono de excusa − ¡uy! mamá … estamos solos tú y yo … podemos permitirnos algunas cosas fuera de protocolo – le dije también sorbetéando de mi vaso, nos reímos a carcajadas por unos instantes compartiendo el espléndido mosto.
Mamá luego de un rato tiro dos cojines enfrente de mi y vino a sentarse entre mis rodillas, la vista de su cuerpo era espectacular, la tenue luz de la habitación era cómplice de esconder esas maravillas a mis ojos, pero podía ver la turgencia de sus senos y su piernas plegadas me mostraba sus muslos al descubierto y la bata cubría sus partes pudendas, pero el todo era de una belleza impresionante, mi pene daba testimonio de eso endureciéndose a su máximo, nos quedamos viendo un programa de cantantes que por lo menos, no era aburrido, de ves en cuando yo rellenaba su vaso y el mío, mamá había apoyado su cabeza e mi muslo bien hacia arriba, mi pene palpitaba a menos de diez centímetros de sus cabellos.
Nos bebimos la botella de vino y mamá dijo que había otra en el frigo, lo que entendí que quería beber un poco más, así que acomodando mi erección me fui a buscar la botella, cuando volví mamá estaba sentada en el diván, así que yo me acomodé entre sus piernas, su bata se abrió y ella no hizo ningún gesto para cerrarla, mi mirada se centró en la convergencia de sus muslos, la visión era del todo erótica, pero no se veía nada, me di cuenta que sus ojos estaban cerrados y su cabeza ligeramente ladeada hacía su hombro, ella no aguantaba mucho el vino, se había adormecido, ligeramente tomé su copa y la deposité sobre la alfombra, luego con dedos temblorosos y mi corazón que casi salía por mi garganta, levante su bata y ella abrió levemente sus muslos y apareció en todo su esplendor su conchita apretada y regordeta, mamá se movió un poco y la bata se abrió mucho más, dejando entrever la base de sus senos inmensos, quizás una talla 38c o poco más, esplendidos, esponjosos pero firmes.
Su chocho completamente rasurado, brillaba con la humedad de sus labios vaginales. Mamá estaba algo excitada, me saqué la verga endurecida y comencé a masturbarme, ella volvió a moverse y su labia vaginal se abrió dejando entrever esas rosadas carnecitas, fue demasiado para mi calentura y chorros de esperma salieron de mi polla salpicando por todas partes, un poco avergonzado un poco preocupado limpié todo lo mejor que pude, mamá abrió sus ojos y bostezó ostentosamente – hijo … creo que me dormí – dijo levantándose y ajustando su bata se dio vuelta y se fue a su dormitorio, yo me quedé más preocupado todavía, porque dos de mis chorros habían caído en su pierna y se deslizaban hacia abajo atraídos por la fuerza de gravedad, seguramente ella se dará cuenta de que es ese líquido que escurre por sus piernas y sabrá que sucedió mientras ella dormía, me fui a mi cuarto pensando y preocupándome de su reacción al darse cuenta que me había corrido hasta sobre sus piernas.
La mañana siguiente ella no dijo nada, se había vestido con unos pantaloncitos cortos de yoga y una remera ajustada que resaltaba esos senos suyos que implacablemente fustigaban a ser mirados y admirados, también los labios de su chocho se delineaban claramente en esa convergencia espectacular de sus muslos, teníamos competición de natación y ella normalmente me acompañaba a todos esos eventos, inmediatamente me di cuenta que los ojos de mis compañeros como los de sus padres y algunas mujeres tenían sus ojos fijos en Brígida. Después de la competición que gané con una cierta facilidad, mamá había preparado una canasta de picnic, así que nos dispusimos a saborear los bocadillos que ella había preparado, extendí una cubierta que habíamos llevado para tal efecto y nos comimos los emparedados y nos bebimos unos jugos de fruta llevados por mamá, el sol esplendente hacía el todo más agradable, miré sus dulces ojos claros y le dije – te quiero mucho – su rostro resplandeció en una sonrisa y me dijo – también yo te quiero intensamente –
Sentados bajo el sol, Brígida se quedó dormida en mi regazo, mi mano rozó uno de sus suaves senos, como no hubo ningún signo de rechazo por parte de ella, continué a palpar la dulce redondez de su teta, ella se acomodó y su seno entero ocupó mi mano, la sentí estremecerse cuando su pezón quedó atrapado entre mis dedos, apreté suavemente la puntuda carne y ella gimió acurrucándose más en mi regazo sin abrir sus ojos, era delicioso sentir el peso de esa mama que llenaba la palma de mi mano, improvisamente ella se sentó y refregó sus ojos diciéndome – creo que me adormecí … vamos a caminar un poco – se levantó, se sacudió algunos restos de hierba y comenzamos a caminar por el parque.
Cuando pasábamos bajo la sombra de unas frondosas encinas, la tomé de la cintura y la apreté contra mi pecho, ella abrió sus ojos en sorpresa y luego cuando sintió mis labios sellando su boca con un beso ardiente, se abandonó completamente, le chupé su lengua haciéndola entrar en mi boca, sentía sus maravillosos senos endurecerse contra mis pectorales, como pude aferre uno de sus duros pezones y ella volvió a gemir apretándose a mi cuerpo, sintiendo mi dura verga presionando su vientre, por un momento trato de empujarme, pero sin ninguna convicción, incrementé mi fuerza e intensidad de mi beso, ella me empujó con más fuerza, sus ojos brillaban de excitación – cariño … creo que es hora de que regresemos a casa – me dijo con voz jadeante, yo besé castamente su frente y nos fuimos tomados de la mano.
Estacionamos el auto al ingreso de casa y apenas entramos, se abrazó estrechamente a mí, acarició mi mejilla y mis cabellos, luego con una profunda mirada, me acarició la verga sobre mi pantalón, sin quitar sus ojos de los míos, me bajó el shorts y metiendo su mano dentro del boxers, aferró finalmente mi asta dura como fierro, delicadamente lo tiró fuera y comenzó a masturbarme, mientras lo hacía, su cuerpo lo refregaba contra mi cuerpo, sus duros senos iban y venían a lo largo de mi brazo, después de un par de minutos comencé a correrme con su experta mano, ella recogió todo el semen que pudo en su mano, se lo llevo a sus labios y lamió su mano a seco, después se apretó contra mi cuerpo y nos besamos apasionadamente, el olor y sabor de mi esperma era fuerte – cariño … todo ha sido magnifico … − me dijo, luego se volteo y se fue a su cuarto.
La semana pasó rápidamente, tanto ella como yo teníamos muchos empeños y nos veíamos a ratos, ella me sonreía y yo le lanzaba besitos, el viernes en la tarde ella llego con una montaña de papeles y cosas que debía concluir el fin de semana, yo estaba al computador haciendo un trabajo de la universidad, ella se acercó a mí por detrás – hijo … ¿te parece si nos comenzamos a tratar en modo diferente … yo solo Brígida y tu Doménico o Nino como te llamaba tú padre? – me dijo mientras posaba sus manos en mis hombros – el hecho es que entre tú y yo no hay ningún lazo genético … soy viuda de tú padre y nuestro lazo es afectivo más que nada … − agregó con cierta solemnidad – si eso es lo que quieres, para mí no es un problema … tú me criaste … eres la única madre que conozco, pero entiendo que nuestro comportamiento no es el apropiado de un hijo con su madre y viceversa … pienso que tienes razón – le dije volteando a mirarla – ¡Oh! Nino … no vayas a pensar que no te amo … no es eso mi niño … te amo con todo mi ser, pero lo estoy sintiendo también como mujer y pienso que deberíamos sincerar nuestros sentimientos … lo que ha sucedido estos últimos días ha sido culpa mía … yo soy mayor que tú y debería controlarme y no permitir ciertas cosas … cosas que me asustan … no sé lo que quieres tú … − después de este desahogo se echó a llorar.
− ¡Oh! Brígida mía … eres la única madre que conozco … no quiero perderte – le dije porque la noté muy compungida, no quería que se sintiera tan culpable que rompiera nuestra relación, la sentía desesperada – todo lo que ha sucedido entre nosotros estos últimos tiempos, ha sido maravilloso, he aprendido a verte como mujer y a desearte como tal … nada es tú culpa … ambos somos adultos … no tenemos nexo genético, es verdad … pero, nuestra unión afectiva es mucho más que eso … yo siempre te he amado como madre, pero ese amor ha escalado a otro nivel … te amo como hombre … − le dije mientras me alzaba a abrazarla, ella se estrechó en mis brazos y sollozaba intensamente.
− No nos precipitemos … no vayamos tan rápido … esta relación perdurará, solo si ambos colaboramos … no quiero hacerte daño, Nino – dijo ella refugiándose en mis brazos – no hay razón para apurarnos … nadie debe sufrir … tratare de controlarme yo también – le dije besando sus cabellos, ella pareció calmarse y me sonrió con sus ojitos aún llenos de lágrimas – pero no te olvides que soy un joven impetuoso y arrecho … tengo que desahogarme de vez en cuando – ella se despegó de mí y se alejó con una maliciosa sonrisa mientras decía − ¡umh! … ya lo veremos –
Pasaron algunos días y ella seguía atendiéndome como de costumbre, afablemente, pero sin comportamientos osados, como estábamos en proximidad de otro fin de semana, le pregunté si querría salir conmigo, me respondió que sí, pero con una condición – saldremos juntos, pero tienes que comportarte y no acosarme … juntos tú y yo debemos controlarnos mejor y saber detenernos … − lo dijo tan convencida que lo tuve que aceptar – está bien … tú comandas … entonces ¿este sábado? – mirándome muy seria a los ojos, movió la cabeza de arriba abajo en signo de afirmación.
El sábado fue nuestro día de salida y fuimos a todas partes, paseamos, cenamos, bailamos y nuestro único contacto fueron nuestras manos, caminábamos como una vieja parejas de esposos por toda la ciudad, ya tarde nos regresamos a casa, llegando a casa la tomé de la cintura y le pregunté si le andaba una copita de vino antes de ir a dormir, ella me dijo que sí, pero que iría a cambiarse, yo fui por la botella y traje dos vasos, luego me senté en la sala y me puse a ver los deportes en la tele, Brígida llegó con un camisón azul a medio muslo, no había trasparencias, pero su cuerpo venía delineado en modo encantador, conversando de una y otra cosa nos bebimos casi toda la botella, yo sabía que ella no resistía mucho el vino y cuando la noté con signo de embriaguez cambie la conversación a temas más íntimos de sexo.
− Brígida … ¿es verdad que a las chicas le gustan los penes grandes … o es como dicen por ahí … que el tamaño no importa? – le pregunté, ella me miró y ya hablaba un poco como arrastrando las palabras – no señor … digan lo que digan … el porte de una verga tiene sus lados buenos y otros no tanto … pero mayormente todos son buenos … el roce de piel de un órgano grande y circunciso, con una cabezota acorde al tamaño … te trastorna toda … te escarbas dentro y te remueve todos los rincones … pero eso debe ser acompañado con la justa medida de fuerza y control … porque si es un estúpido que te la mete, le da dentro, se corre y se baja … te deja solo un laceramiento que no querrás volver a sentirlo nunca más … ahí es donde un pene normal, con un tipo que te prende como una princesa, es donde una se siente como la reina de las putas y te hace gozar a mil … no todo depende del tamaño – concluyo bebiéndose la ultima gota de su vaso.
En la forma en que ella me lo explicaba y actuaba para dar sentido a sus palabras me tenía con la verga dura como un palo, había una inocencia innata, por muchos versos ella era mayor que yo, pero su comportamiento la hacía parecer una muchachita adolescente y de una pureza a toda prueba, entonces le pregunté − ¿y tu crees que las chicas disfrutan el sexo oral? – sus ojitos brillaron y mientras se pasaban su lengua por sus labios y como haciendo reminiscencias de algo pasado, me dijo – a la mayor parte de las pibas les gusta mamar pijas … lo que no les gusta a todas es el sabor del semen … algunas lo disfrutan esparciéndoselo por todo el cuerpo, otras lo tragan, otras lo escupen, otras lo alejan lo más posible de ellas … es otro asunto que no es igual para todas … − agregó mientras se llevaba un dedo a su boca y lo chupaba.
Casi me ahogué, porque mientras hacía eso yo estaba bebiendo mi último poco de vino, Brígida me miró con ojos somnolientos, lascivos, divertidos y llenos de deseos, lo se que estaba bajo los efectos del alcohol, cuando se acercó a mi moviendo sus caderas y pasos de gata, yo ya sabía lo que iba a suceder, ella se pegó a mi y yo la estreché a mi cuerpo, ella me beso cerca de la oreja, tratando de morderme el lóbulo, sus pechos mullidos y firmes presionaban contra mi pecho, no me pude contener y atrapé sus mejillas en mis manos y me devoré sus labios carnosos y dulces, sentí su mano sobajeando mi pene y tratando de bajar mis shorts − ¡ayúdame! … − me dijo casi implorando …
Continuara …
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