Mucho se ha escrito sobre la iniciación al sexo, pero creo que nunca será lo suficiente, porque cada persona puede vivirla de distinta manera, a veces satisfactoria y otras, traumática, pero en cualquier caso, es algo que siempre recuerdas y en cierta forma, marca tu vida.
Igualmente, hay muchas teorías sobre cuál debe ser el momento adecuado para ese inicio, promoviéndose debates absurdos sobre edades de iniciación, ignorando que cada persona es distinta, con periodos de maduración diferentes, así como circunstancias de su vida y entorno en el que vive.
Yo, por mi parte, puedo hablar sobre la mía, sin que tenga que ser ejemplo de nada y sin que me importe la aceptación o el rechazo de otras personas, con prejuicios sobre estos temas, que desde siempre he querido desmitificar, dándoles la naturalidad que siempre debe de tener el sexo, como parte fundamental de nuestra vida.
Por eso, ante lo que me pasó a mí, rechazo expresiones como “robo de la inocencia”, “abuso”, “perversión de menores” u otras similares, cargadas de culpabilidad y como decía antes, prejuicios impuestos por una sociedad que castra el placer como forma de poder sobre los demás, que considera el sexo como algo más colectivo que individual de cada persona que debe vivirse de forma privada, ya que si hacemos que el sexo sea algo regulado y expuesto a los demás, es más fácil de controlar, de ahí el riesgo de exponer a los demás las vivencias personales de cada uno.
No sé si mi inicio en el sexo fue muy pronto o en el momento que surgió, porque yo también lo quise y lo acepté de una forma natural, libre de traumas y sentimientos de culpa por mi culpa, aunque siempre es inevitable tener esos pensamientos sobre si lo que haces está bien o mal.
Mi tío Arturo, hermano de mi mamá, vivía en nuestra casa y era quien más se ocupaba de mí a causa del trabajo de mis padres, así que yo estaba siempre con él, pendiente de lo que hacía, como cuando se ponía en su habitación a ver unas películas que a mí me llamaban la atención, porque estaban todos desnudos y solo se oían gemidos y gritos.
Solía ponerlas cuando estábamos solos en casa y yo iba a su habitación para verlas con él, sin que me dijera nada ni me echara de allí, pero yo notaba que le gustaba observarme para ver como reaccionaba con esas escenas que por mi edad no acababa de entender muy bien, ni cuál era el argumento de esas películas, aunque tenían algo que hacía que yo me quedara paralizada mirando la pantalla.
Yo me daba cuenta de cómo mi tío, a veces mientras las veía, se tocaba por encima del pantalón, como si le picara algo, algo que acabé entendiendo porque a mí me pasaba algo parecido cuando veía esas películas, sintiendo una especie de picor entre mis piernas, a la vez que tenía una extraña sensación en todo mi cuerpo, sin saber exactamente la razón de por qué me sentía así.
Mirando esas películas empecé sin darme cuenta, a meter mi mano por debajo del pantalón de mi pijama para calmar esos picores en mi vagina, pero en vez de que se me pasaran, me daban ganas de seguir tocándome por el gusto que sentía, haciendo que mi vagina se mojara toda, así como mis dedos y la mano entera, sintiendo como si me hubiera meado, lo que me causaba más confusión, porque tampoco era exactamente eso.
Todo esto pasaba sin que yo tuviera una idea clara de lo que era el sexo y lo que significaba para los adultos, pero al estar la habitación en penumbra, solo iluminada por la pantalla, tampoco me daba mucha vergüenza hacer eso delante de mi tío, que debía de observarme muy divertido por mi actitud, mientras yo miraba absorta en la pantalla a esos chicos jóvenes y hombres mayores con unos penes más grandes de lo que yo pudiera imaginar ni que hubiera visto a otros niños de mi edad, viendo como las mujeres se los metían en sus bocas o entre las piernas, por sus vaginas y su culo, impactándome mucho todo eso que veía.
En una de esas ocasiones, me fijé en como mi tío tenía agarrado su pene fuera del pantalón y era tan grande y estaba tan duro como los de las películas, lo que me produjo mucha curiosidad no pudiendo evitar quedarme mirándole.
Él, al darse cuenta de cómo le miraba, me preguntó si quería tocarlo, aceptando rápidamente porque estaba deseando hacerlo, y al poner mi mano en él, lo sentí duro y caliente, pero agradable al tacto al apretar ligeramente con mis dedos, moviéndolo de un lado al otro con curiosidad.
No sé si muchas otras niñas a esa edad habrán tenido oportunidad de tener una polla en la mano, pero era algo que ya me iba a fascinar para siempre, y así seguía sin poder soltarla mientras mi tío empezaba a acariciarme, sin que a mí me importara que me fuera quitando la ropa para tocarme por todas partes.
Cuando toco con sus dedos mi rajita, sentí una descarga eléctrica que me hizo temblar, pero él seguía apretando mis labios vaginales, a la vez que metía un dedo entre ellos.
Todo eso, mientras seguíamos viendo los vídeos en la pantalla, me llevó a un estado que nunca había experimentado hasta ese momento, por lo que casi, sin pretenderlo, estaba descubriendo lo que era realmente el sexo, ya que recuerdo esa vez como la primera en la que me corrí y tuve un orgasmo.
Pero esa primera experiencia trajo unos recuerdos a mi memoria, que creía borrados u olvidados, quizás porque era demasiado pequeña para comprender lo que veía cuando iba a la casa de mis abuelos y veía a mi prima mayor en la cama con el abuelo, así que mi destino quizás estaba predestinado a tener un inicio en el sexo como ese, dentro de mi familia.
A partir de ese día, ese tipo de juegos se fueron sucediendo de forma habitual, avanzando cada vez más y haciendo cosas más atrevidas que a mí me iban apeteciendo, no porque mi tío me las mandara hacer especialmente, ni me forzara a nada. Él se dejaba hacer, dejando que yo fuera la que llevara la iniciativa de lo que me gustaba hacer en cada momento.
Como en las películas que veía con él, las mujeres le chupaban la polla a los hombres, a mí también me daban ganas de hacer eso con mi tío, así que otro de los días que estábamos juntos viéndolas, de lo excitada que estaba, aparte de masturbarle, me la metí en la boca ante la complacencia de mi tío, al que se notaba que le había encantado mi iniciativa, aunque no sé si ya lo estaría esperando a causa de todos esos estímulos que estaba recibiendo, pero yo, de esta forma seguía con mi inicio inconsciente en el sexo, no sé si precoz o en el momento adecuado, pero me estaba llenando de satisfacción y curiosidad, pensando en ese momento que todo eso era una de las cosas que más me gustaban en la vida a mi corta edad.
Una vez iniciada en ese camino, solo me quedaba ir dando los pasos adecuados hasta llegar al sexo total, sin limitaciones, como el que se podía tener entre un hombre y una mujer adulta, pero mi tío nunca tuvo prisa porque yo fuera más rápido de lo que realmente deseaba, por lo que ahora me doy cuenta del fuerte control físico y mental que tenía él, para no haberme follado desde el primer momento en el que yo mostré interés por el sexo.
De este modo, cuando yo empecé a chuparle la polla de forma habitual, él se dedicaba a lamerme la vagina con una dulzura, que cada vez que lo hacía, me sentía como desmayada por todo ese placer que iba provocando mis pequeños orgasmos de niña, lo que acrecentó mi idea de que el sexo era lo más maravilloso del mundo y pensando con mis alocadas fantasías de la edad, en que cuando fuera mayor, me iba a pasar el día en la cama con un hombre que me estuviera follando siempre que se lo pidiera.
Pero esas películas que veía con mi tío, estaban siendo como una especie de guion para mí, de lo que tenía que ir haciendo en cada momento y aunque hasta ahora, yo no había pensado en que mi tío pudiera meter su polla tan grande en mi pequeña vagina, como veía en esos vídeos, dentro de mí sentía la curiosidad por hacerlo, porque era como el momento culminante en el que se acababa el sexo con la corrida del hombre, así que le expuse mis dudas a mi tío Arturo:
—También tengo ganas de que me metas la polla, pero yo todavía tengo la vagina pequeña y no va a caber.
—Pues aunque no te lo creas, sí que te cabe, porque las vaginas de las mujeres se dilatan mucho y les pueden meter pollas muy grandes.
—Es que veo que les da mucho gusto a las mujeres, pero tengo miedo de que me duela.
—¿Tú de verdad tienes ganas de que te la meta?
—Sí, muchas, pero no me atrevo.
Como mi tío siempre buscaba convencerme de forma que yo estuviera muy segura de lo que iba a hacer, me dijo:
—Mira esto que te voy a enseñar ahora.
Y me puso un vídeo donde una niña de una edad parecida a la mía era penetrada por un hombre mayor y veía como su polla entraba en la vagina de la niña sin que se quejara mucho, moviéndose sobre ella y poniendo cara de gusto:
—¡Caray! Le entra toda. ¿Cómo puede ser?
—Ya te lo dije, cuando estás muy excitada, se te dilata y se pueden meter pollas grandes, así como estás viendo.
—¿Podemos probar?
—Si quieres, sí, pero primero te la voy a chupar bien, para que se te vaya abriendo y poniéndose con muchos jugos para que entre mejor.
Mi tío se dedicó un buen rato a chuparme el coño, metiéndome los dedos cada vez más adentro y cuando vio que ya me entraban bien, puso su polla entre mis piernas, apretando poco a poco hasta que se iba metiendo dentro y cuando yo me quejaba, paraba y volvía a apretar, y así varias veces hasta que su glande estaba ya todo metido dentro de mí, moviéndolo pero sin apretar más, lo que me daba mucho gusto porque rozaba mi clítoris y eso hacía que derramara muchos líquidos, lo que aprovechó él para seguir metiéndola más adentro y aunque me dolía, podía aguantarlo perfectamente, hasta que apretó más fuerte y ahí ya sentí más dolor, saliendo un poco de sangre de mi vagina, por lo que me asusté, pero él me tranquilizo diciéndome que ese dolor era porque me había desvirgado, por lo que ya era una mujer y me iba a empezar a dar más gusto la polla dentro de mí.
Y tenía razón, porque ya me estaba follando como en las películas, pero con cuidado de no hacerlo muy rápido. Sólo quería que yo la sintiera dentro y supongo que a él también le estaría gustando sentir su polla metida en un coño tan pequeño, hasta que llegó un momento en el que paró de follarme, sintiendo como me echa un líquido caliente dentro, que hace que su polla resbale dentro de mí con más suavidad, por lo que me empieza a follar más rápido y eso hace que yo me corra con un orgasmo más fuerte que los anteriores.
Nos quedamos tumbados en la cama, con su polla todavía dentro de mí y cuando me salí vi como tenía el glande todo rojo y pegajoso echando gotas de un líquido blanco y no sé por qué me apeteció mucho chuparlo todo eso, lo que le dio todavía más placer a él.
En ese momento había visto el cielo, ese lugar del que tanto hablan donde la gente es muy feliz, y yo sentía que no podía ser algo muy diferente a como yo me había sentido.
Por supuesto, eso mismo lo volvimos a repetir casi cada día de los que estábamos en casa solos y ya se había convertido en un vicio para mí, aunque no sé si mi tío estaba un poco agobiado por mis demandas continuas para follar con él.
Llegaba el verano y como mis padres siempre estaban trabajando en el bar y para que yo pudiera ir un poco a la playa, le dijeron que mi tío me llevara a alguna de las que estaban cerca de allí, pero lo que no sabían mis padres es que él me iba a llevar a una que era nudista, a la que solía ir otras veces.
Mi tío no me había dicho nada de eso, y al llegar allí me fijé en que estaba todo el mundo desnudo, preguntándome él si me importaba que fuera así, contestándole que no, que me daba igual, porque yo lo que quería era estar en la playa y bañarme.
Después de desnudarnos los dos, nos fuimos a dar un paseo por la orilla del mar. Él me llevaba de la mano y yo iba toda orgullosa a su lado, notando como me miraban los hombres mayores, ya que eran la mayoría de los que había por allí, aparte de alguna pareja, pero no había más niñas como yo ni familias, y aunque lo veía todo un poco raro, porque yo no estaba acostumbrada a ir a playas nudistas, me estaba gustando esa experiencia.
Después de estar paseaando un rato, le dije a mi tío que me iba a bañar y me metí en el agua mientras él me esperaba fuera. Mientras me bañaba, se acercó un hombre a mi tío y se puso a hablar con él:
—¿Es tu hija?
—No, es mi sobrina.
—¡Ah!, bueno, es bonito enseñarlas desde pequeñas este mundo para que se den cuenta de que es algo muy natural. ¿Sus padres saben que la trajiste aquí?
—No lo saben, porque no sé cómo se lo iban a tomar, pero ya ves que la cría lo está disfrutando y espero que le guste y quiera venir más veces.
—Seguro que vuelve si tiene buenas experiencias. Es una pena que no traigan a más crías, así como ella aquí. Siempre te alegran la vista verlas así. A mi mujer, desgraciadamente no le gusta esto y tengo que venir yo solo.
—Vaya, hombre, es una pena, pero ya me di cuenta de que no suelen venir muchas familias aquí.
—En agosto sí que viene alguna familia extranjera, sobre todo, y a mí me encanta porque se ve cada preciosidad. Además, ellos tienen otra mentalidad y la verdad es que los envidio por poder estar de esa forma todos juntos en familia.
—Ya, son más liberales y lo viven todo de otra manera. Yo también los vi alguna vez y me quedo mirando cómo se comportan.
—¡Ah!, ya te entiendo, ves a las crías tocar la polla al padre o hasta darles alguna chupada, ¿no?
—Sí, es tremendo. Lo vi alguna vez y acabo con unas buenas empalmadas, teniendo que irme al agua a relajarme, jeje.
—¿Con tu sobrina has llegado a hacer algo?
—En casa sí, alguna cosa, pero aquí en la playa no creo que me atreva, a no ser que a ella le apetezca.
—¡Uuuufff!, no me digas eso, que ya me lo imagino y me pongo malo. ¿Me dejáis estar con vosotros?
—Bueno, nosotros tenemos las toallas ahí. A ver si sale ya del agua y tomamos un poco el sol.
Cuando salí del agua, fui a secarme y me quedé tumbada en la toalla para que me diera el sol, por supuesto, desnuda, con mi tío y ese señor que seguía hablando con él, allí sentados.
Yo me fijé en como el señor se tocaba la polla y se le ponía dura mirándome con disimulo, pero cada vez más descaradamente, diciéndole a mi tío.
—Está preciosa tu sobrina. Eres muy afortunado de poder estar con ella.
—Sí, es un encanto. Además, es muy buena y obediente.
—¿Quieres decir que se deja hacer de todo entonces?
—Bueno, la verdad es que hace lo que ella quiere, porque yo no la obligo a nada.
—O sea, que la cría cuando se calienta, se pone a tocarte la polla sin que tú se lo digas.
—Pues sí, aunque no te lo creas, es así.
—Pero eso maravilloso, amigo, que suerte tienes, lo que daría yo. La estoy viendo con esa piel tan suave y me dan ganas de acariciarla toda.
Mientras decía eso, el señor estaba ya casi masturbándose delante de mí, sin que mi tío le dijera nada, por lo que me sentía un poco incómoda, pero a la vez, no podía apartar la vista de esa polla tan gorda que estaba al alcance de mi mano, y creo que él se dio cuenta, porque le dijo a mi tío.
—Creo que a tu sobrina le gustan mucho las pollas, porque no deja de mirármela.
—Mi tío me miró, sonriendo:
—¿Es verdad eso?
Yo me puse toda roja, y enfadada porque mi tío me estuviera provocando de esa forma, pero él continuó poniéndome a prueba:
—Yo te dejo tocársela, si quieres, y si el señor quiere, claro.
No me podía creer lo que me estaba proponiendo mi tío, pero su amigo se apresuró a decir:
—Por mi estaría encantado, sin problema.
Y casi sin dejarme decir nada a mí, porque tampoco sabía que decir, mi tío le dijo al señor:
—Ponte aquí a su lado, y me pongo yo delante tampodoos para que no os vea la gente.
El amigo de mi tío, rápidamente se cambió de sitio y se puso a mi lado, sentado en la toalla en la que estaba yo tumbada, enseñándome su polla para que la agarrara con la mano, diciéndome mi tío:
—¡Anda!, no tengas miedo. Así puedes tocar otra polla que no sea la mía.
Yo no sé porque lo hice, pero al tener esa polla delante de mi cara, me daban ganas de todo y empecé a tocársela con los dedos para acabar agarrándosela firmemente con la mano, moviéndosela, lo que estaba encantando al señor, que aprovechó para empezar a acariciarme él también, pasando su mano por todo mi cuerpo y haciéndome abrir las piernas para tocarme la vagina, que al verla, exclamó:
—Qué cosa más rica, por Dios. ¿Tú te has comido este manjar? —dirigiéndose a mi tío.
—Sí, unas cuantas veces, jeje, —para ponerle los dientes largos al señor y excitarlo más todavía de lo que estaba.
Por lo que él se atrevió a pedir a mi tío:
—¿Podré chupársela un poco aquí?
—Sí, no hay mucha gente cerca y no se darán cuenta.
Y sin que yo pudiera objetar nada, el señor se tumbó entre mis piernas y empezó a lamerme la vagina con un ansia parecida a la de mi tío la primera vez que me lo hizo, pero enseguida empezó a darme placer y ya estaba a punto de correrme, por la forma en que metía su lengua dentro de mi coño, diciéndole mi tío:
—Parece que a la cría le está gustando. Está a punto de correrse ya.
Y nada más acabar de decir eso, solté un chorro por mi vagina que mojó toda la cara del señor, que seguía chupándomelo todo entusiasmado:
—¡Oooohhh! Qué maravilla. Es exquisito. Nunca le había comido el coño a una cría de esta edad. Muchas gracias, amigo. Te debo la vida, pídeme lo que quieras……
—Bueno, hombre, no pasa nada. A mi sobrina le está gustando también.
—De verdad te lo digo. No sé cómo pagarte eso.
—Está bien, ya habrá oportunidad, pero aprovecha ahora que mi sobrina quiere comerte la polla, porque lo está deseando desde que te la vio.
—¿Sí? ¿Es verdad eso, cariño? —me preguntó el señor.
Yo asentí con la cabeza y el pobre hombre estaba que no se lo creía lo que le estaba pasando, pero acercó su polla a mi boca y empecé a lamérsela hasta tenerla metida toda dentro, llena de ese jugo preseminal que le estaba saliendo, sin que hubiera llegado a correrse todavía, pero dentro de mi boca, no pudio aguantar mucho más y tuvo que sacármela, pensando que a mí no me iba a gustar tragarme su corrida, que me la echó encima del pecho, aunque yo volví a metérmela en la boca para chuparle los restos de semen que le salían, lo que asombró todavía más al señor, diciéndole a mi tío:
—¿Pero tú que has hecho con tu sobrina? Si parece una Diosa del sexo, y con esta edad, ¡uuuffff! Me vais a matar entre los dos, jeje.
Todos nos reímos de las cosas que decía, pero me estaba dando cuenta de que le había dado la mayor alegría de su vida, aunque para mí fuera solo una experiencia más, de las muchas que iba a tener, aunque él insistía a mi tío:
—Ahora solo falta que me digas que te la follas también……
La sonrisa de mi tío debió de servirle de respuesta afirmativa, porque el señor exclamó:
—No, no puede ser, que cabrón estás hecho y que envidia me das, jaja. ¿De verdad se la metes?
—Desde hace poco, pero sí. Está hecha una buena putita mi sobrina.
—Desde luego, debe de ser la gloria eso, pero ya sería mucho pedir que me dejaras follarla aquí.
—Hombre, aquí en la playa no, pero podemos ir al coche, que lo tengo en un lugar apartado.
Mi tío busco con la mirada mi aprobación y como le dije que vale, allí fuimos los tres.
Al llegar al coche, nos mandó ponernos en el asiento de atrás:
—Poneros ahí, que yo vigilo mientras, que no venga nadie.
El señor me preguntó:
—¿Te la vas poder meter toda? Mira que yo la tengo más grande que tu tío.
—Sí, mi tío me dijo que la vagina se dilata mucho y que pueden entrar todas las pollas.
—¡Madre mía! Qué desparpajo tienes. Tú tío no sabe la suerte que tiene contigo.
Yo me reía, diciéndome él:
—Pero primero te voy a preparar, ¿vale?, que no quiero hacerte daño.
Me tumbó en el asiento de atrás para chuparme el coño y meterme los dedos, como había hecho mi tío la primera vez que me folló, pero él al ver como se abría mi coño tan fácilmente, no quiso esperar más y me mandó sentarme encima de él.
Así empecé a metérmela poco a poco, poniendo la mano para que no me la metiera de golpe y cuando me entró toda, ya me puse a subir y bajar sobre él mientras él me sujetaba de la cintura poniendo una cara de placer total:
—Esto es el cielo, preciosa. Tantos años deseando algo así y un ángel me lo ha concedido, porque todavía no sé si tú y tú tío sois reales, porque no me puedo creer que exista una niña tan puta como tú.
El señor estuvo un buen rato corriéndose dentro de mí, en varias descargas, como si no pudiera parar, hasta que al final me abrazó fuerte, dándome besos por todos lados y diciéndome:
—¡Gracias, gracias…..! Me has hecho el hombre más feliz del mundo y gracias a tu tío también, porque estaré toda la vida en deuda con él.
—Me dijiste que tus hijas eran mayores ya, pero cuando tengas alguna nieta, esperaré a que me la traigas —bromeando mi tío con él, que se río, asegurándole que lo haría.
Después nos quedamos hablando un rato, preguntándonos si íbamos a ir más días por allí, pero mi tío le dijo que no sabía, que dependía de lo que dijeran mis padres, diciendo el señor:
—Claro, y tus padres sin enterarse de que el tío se está follando a su niña, ¡madre mía!, no quiero ni pensarlo si se enteran….
Diciéndole yo:
—Si no se lo decimos, no se van a enterar.
—Ya, anda, tener cuidado de que no os pillen por casa…… Yo vendré aquí todos los días esperando a que volváis.
El caso es que por unas cosas y otras, mi tío no pudo volver a llevarme a esa playa y ese señor se quedaría con la duda de saber si lo que le había pasado ese día con nosotros habría sido real o un sueño calenturiento de él mientras se quedaba dormido tomando el sol en la playa.
Anónimo
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