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miércoles, 22 de junio de 2022

Cuando conocí a su madre

 

Capitulo 1

Era el invierno del 2016. Andaba soltero, salía mucho, pero no enganchaba con nadie. Un invierno antes mi prima había tenido un bebé. Cumplido el año hizo una pequeña fiesta de primer año, esas fiestas donde el motivo es el 1er año del niño, pero el fin es emborracharse y festejar.

Ese día conocí al pequeño Santino, bueno, en realidad conocí a su madre. Con quien entablé una pequeña conversación aludiendo su poca edad. Ella coqueta después me aclararía que tenía mucho más pero que le gustaba aparentar menos. Santino tenía 7 años. Debo aclarar que la confusión no fue coqueteo, sino porque ella parece muy menor. Es petisa muy culona y una carita de adolescente traviesa que enamora.

martes, 21 de junio de 2022

Sueca bisexual necesita semental (1982)

 

Felipe es una persona que ama la vida, pero lamentablemente tiene un accidente y está confinado a una silla de ruedas.

Magnet Link
Español



Dvdrip | 1.59GB | 98:42mins | 718×478 | mkv

Enkou Rock 'n' Roll Fever, Manga

 




Brígida madre, novia, esposa: Capitulo 2 FINAL

 

Brígida respondía a mis besos y su mano viajaba por toda la longitud de mi miembro que latía fuertemente, mis boxers cayeron al suelo y ella acerco su vientre a mi polla, por la diferencia de estatura mi pene estaba casi penetrando el orificio de su pequeño ombligo, ella espalmaba las incipientes gotitas de semen en su abdomen plano — quiero un hijo tuyo … — me dijo en un susurro y yo la estreché a mí sintiendo esos maravillosos senos que estaban aptos para alimentar a cualquier bebé.

Ella estaba con sus brazos flojos caídos a sus lados, deslicé la delgada tela del camisón sobre sus hombros y la fuerza de gravedad hizo el resto, la prenda se esfumó casi invisible hacia el piso dejándola ante mí completamente desnuda, estaba bajo mi embrujo, rodeé su cuello y la levanté en mis brazos, ella rodeó mi cuello con los suyos, la llevé como una prometida novia a sus aposentos, la puerta de su dormitorio estaba entreabierta y superamos el vano de la entrada y su lecho matrimonial me pareció el pasaje lógico a un nuevo nivel en nuestra relación, estaba a punto de tomar posesión carnal de la viuda de papá, la deposité delicadamente sobre el lecho, acerqué mis labios a su boca roja y sensual, pero ella me detuvo —¿estás seguro?— me preguntó con sus rendidos ojos —sí … más que antes … más que nunca— le dije y ella me abrazó con fuerzas, nos besamos por largo rato, no había ninguna prisa, no había ningún espacio, no había ningún tiempo, solo nuestra especial dimensión de amor.


Entre besos y caricias me despojé de mis vestidos, compartíamos todavía el agradable y dulce sabor del moscatel fresco y espumante que nos habíamos bebido, sus senos de terciopelo se dejaban acariciar por los vellos de mis pectorales y sentía sus duros pezones como si quisieran traspasar mi piel, las sinuosas y femeninas formas de ella se acomodaban a la tosca humanidad de mi atlético cuerpo de macho, la hacían parecer frágil bajo mi ímpetu y fogosidad, nuestras manos exploraban nuestros cuerpos cóncavos y convexos, la protuberancia de sus senos me hechizaba, mientras ella estaba encantaba ante la prominencia y grosor de mi verga, me desplacé entre esas colinas blancas y túrgidas y me apoderé de sus pezones, Brígida gemía y yo respirada con afano, continué a mover mis labios sobre su vientre afelpado, su ombligo me pareció interesante de explorar con mi lengua y me detuve a succionar y lamer la pequeña cavidad, pero mi viaje tenía un destino, así que reanudé mi navegación en ese mar de sinuosas curvas, me detuve ante la insolencia de un clítoris enhiesto y arrogante, apenas cubierto de delgados pliegues rosados, desafiante al ataque de mi lengua, lo rodee seguro de vencerlo, latía y brillaba, húmedo y caliente, mi lengua se encorvaba y se preparaba a la escaramuza, como un rayo le di un latigazo y escuche un gemido, casi un quejido, había dado en el blanco, me lancé en avante y lo aplasté con mi lengua refregándolo sin misericordia, un chillido rompió el aire, el oponente reaccionaba y sucumbía con estertores, la lid no estaba ganada, había una nueva reacción enérgica, así que extendí las fuerzas de mis labios y con una continua maniobra de succión, la contendiente se rindió con espasmos convulsivos y gritos guturales, un torrente de fluidos inundaban la hendedura fragante, cálida, invitante y deliciosa.

Brígida mantenía sus dedos enredados en mis cabellos, mientras su pelvis continuaba a estremecerse en mi boca, su respirar cansino en la agonía de su orgasmo, su cabeza estaba girada a un flanco y su lengua humectaba una y otra vez sus labios entreabiertos, sus ojos completamente cerrados y su frente ceñuda estaba cubierta por un velo de sudor, sus esplendidos senos subían y bajaban al ritmo afanoso de su respiración, me acomodé con mi verga a punto de explotar, acariciando su rostro angelical —¡oh! mi dios, Nino … creí morir … estuvo fabuloso— me dijo abriendo sus ojos claros y tratando de encuadrar mi imagen.

Le respondí con un beso en su frente, mientras mis brazos la estrechaban en una caricia envolvente y protectora —no saldrás más de mis brazos … no saldrás más de mi vida— susurré en su oído y ella se acurrucó a mi con dulzura, permanecimos sin hablar, no había necesidad, nuestra conexión era perfecta, su mano se había aferrado a mi pene e insinuaba una suave caricia, una vez recuperada de su exaltación, procedió a besarme la barbilla, las mejillas, mi nariz, mi frente, luego su lengua hurgueteó en mis labios, haciéndose espacio y buscando la compañía de mi lengua, ambas se entregaron a una intriga de caricias que nos hacía gemir a ella y a mí, me empujó con energía sobre mis espaldas y su mano volvió a adueñarse de mi miembro, sus ojos vidriosos de deseos, ponían en la mira la cabezota de mi glande bruñido y emanando gotas perladas de semen, fue como un imán para sus labios.

La vi que se inclinaba y la tibieza de sus labios me envió directo al paraíso, las venas de mi cuello se hincharon y un gran flujo sanguíneo se concentro en mi sexo, permanecía con mis ojos cerrados pero podía sentir cada cosa, su respiración estimulando mi piel, sus manos iban de mis bolas a mi vientre, descendían a mis muslos, para volver a envolver mis cojones, su cabeza subía y bajaba y mi pene dentro de ella podía advertir la variedad de movimientos de su lengua y también la estrechez aterciopelada de su garganta, si podía haber poesía en una mamada, este es el caso, ella veneraba mi pija, como idolatrándola, rindiendo un voto casi religioso y reverencial a la felación.

Esa boca fervorosa la quería en mis labios, así que con delicadez la atraje hacia arriba, sus labios tenían sabor a mí, la bese con mucha pasión, mi pene encabritado reclamaba su sexo, poco a poco ella me monto a horcajadas y comenzó a rozar mi glande con su monte de venus, la hendedura de su conchita paseaba sobre mi glande arriba y abajo, Brígida se posesionó de mi asta y la introdujo en su estrecha vagina lanzando un gemido y quejido al sentirse penetrada, nuestra unión era divina, mis sensaciones eras las suyas y la calidez y sensualidad de su cuerpo me transmitía sus sentimientos que eran los míos, estábamos integrados el uno en el otro, con una pasión que sobrepasaba el todo, en modo inconmensurable.

Hicimos el amor con mil caricias, nuestros gemidos y quejidos se confundían en esa dimensión foránea, en un mundo nuevo, habíamos iniciado una nueva vida, éramos pareja finalmente, nuestra felicidad infinita, Brígida danzaba con su vientre y mi verga seguía su ritmo, sin apremios yo me brindaba a ella como ella se entregaba a mí, la pasión y fogosidad comenzaron a rebasar nuestros sentidos, la sentí agitarse y estremecerse, mi ímpetu iba en aumento, Brígida estaba bramando y gimiendo sin control, sus músculos vaginales masticaban y sobajeaban mi verga que sin poder resistirse a tanta estimulación, disparó los primeros borbotones dentro de su sexo palpitante, parecía que parte de mi cerebro y mi esencia se versaban en esa cavidad cálida y acogedora, el cuerpo entero de ella convulsionaba sobre mí transmitiéndome espasmos de placer y lujuria.

Participios y gerundios no bastaban para expresar la pasión conjugada del verbo amar que ella me procuraba y que yo le retribuía envolviéndola en un abrazo que irradiaba un calor infinito, no había adverbio que pudiese complementar las oraciones que emanaban nuestros espíritus y corazones, ese amor libre, ese amor perpetuo, ese amor digno, ese amor generoso, sincero, veraz y real, mi respiración afanosa junto a la de ella, era el vestigio del apetito sexual en que ambos nos habíamos satisfecho y saciado en este momento mágico, nos mirábamos con ojos soñadores llenos de promesas tacitas, nos sentíamos dueños del mundo y como tal ya nada importaba, nos teníamos el uno al otro, nos pertenecíamos, la coraza del amor nos protegía.

—Nino … ¿crees que seremos criticados? — preguntaba preocupada ella —no lo sé … tampoco me importa … si restamos juntos ya nada importa … importa solo lo que sentimos— dije con un tono de voz nítido y seguro abrazándola para transmitirle el ímpetu y brío de este incipiente sentimiento que nos involucraba, ella era mi novia, mi prometida esposa, todo mi futuro estaba con ella, nada podría interponerse en nuestra felicidad y si ella quería un hijo mío, yo estaba dispuesto a darle muchos más.

—Amor … somos un hombre y una mujer … nos amamos … nada podría contener la fuerza de nuestro amor … para mí eres toda mi vida …— le dije posando mi mano ávida de su sinuoso cuerpo en su amplia cadera, así de costado como estaba sus senos descansaban casi uno sobre el otro con esos pezones que no se condicen con el tamaño de esas tetas exuberantes, me sentía revivir en esa erección en ciernes que aminoraba la distancia con su piel hasta casi tocarla, mi verga volvía a estirarse, Brígida ciertamente se percató, pero no hizo nada, no se movió, como hechizada del tamaño que estaba alcanzando mi pija, solo cuando vio que ya no crecía más, su mano trato de envolver mi asta enhiesta, no lográndolo del todo, se enderezó y con ambas manos apresó mi pene, luego levanto sus manos y con el circulo formado por la circunferencia de mi polla, me miro a través del agujero sonriendo feliz, me causo risa también a mí, agarré sus manos y la tiré sobre mí para besar esa boca de niña malcriada que a veces adoptada su rostro, ciertamente la amaba, ciertamente me hacía muy feliz.

Una mano de Brígida no soltaba su presa, así como mis besos sobre sus labios la excitaban, su mano masturbaba exquisitamente mi miembro, sentía como su pulgar se detenía en el ápice de mi verga y jugaba con las gotas que afloraban incesantemente del profundo de mis huevos, ella no pudo resistir y con devoción se plegó hasta alcanzar ese miembro que ahora le pertenecía por completo y como tal lo comenzó a saborear, lamiendo sus flancos venosos, descubriendo mi glande perlado haciendo escurrir mi prepucio hacia abajo mientras acariciaba mi escroto presionando suavemente mis cojones, su abrigadora boca acogía benévola toda la longitud de mi polla, hasta presionar ese tejido muscular donde termina el paladar, casi introduciéndolo en su garganta.

Mi mano alcanzó su pierna y la crucé sobre mi pecho, luego aferré sus caderas y poco a poco fui tirando su chocho hacia mi boca, nos fusionamos en un solo ser amorfo y salvaje, nos estábamos devorando nuestros sexos, alimentándonos de erotismo y lujuria, nutríamos nuestra pasión con fogosas lamidas y apasionadas libaciones, el sensible clítoris de ella se mostraba en toda su belleza y no perdí tiempo en agredirlo con mi lengua, la sentí temblar y gemir, su felación era perfecta, audaz y atrevida, pero yo quería subirme otra vez a ese carro que me llevaba a la paz física y espiritual de correrme al interior de su concha, así que la empujé sobre su espalda, quedándome entre sus muslos, presenté mi verga a la entrada de su chocho y mirando su rostro angelical, me hundí en ese océano de fluidos que me portaban a derroteros de placer.

Una vez más estábamos haciendo el amor, Brígida envolviéndome en un abrazo de bienvenida de piernas y brazos, sus tetas lucían aplastadas por  mi fogosidad, nuevamente nuestros cuerpos se acoplaban perfectamente, como una maquinaria de movimiento perpetuo, mis pistón subiendo y bajando en la estrecha camisa de su chocho sediento de mi semilla, hembra caliente esperando de recibir el semen que la fecundaría, su coño receptivo se contraía para ordeñar mi vástago y extraer el caldo semen dentro de su fértil conchita, macho y hembra buscando la reproducción para la continuación de la especie y no solo por el placer y el goce que eso conllevaba.

Brígida sentía en sus entrañas mi pene y su regocijo era evidente, lo sentía y sus movimientos ardorosos eran para satisfacerme, deseaba hacerlo, quería que esa unión carnal fuese mucho más que eso, nuestras almas se habían saldadas con esa conexión connubial y nos trasportaba como en un sueño de deseos y anhelos frescos, ese afán de querer sentirse junto a mí, de pertenecerme y de adueñarse de mí, de necesitar esas caricias, esos sonidos, la tibieza de mi cuerpo junto al suyo, ella me sabía de ella como yo la sabía mía, nuestro ardor reiterado nos procuraba goces exquisitos, bajo el peso de mi cuerpo, con mi pene en lo profundo de su sexo, los gemidos de mi princesa se hacían cada vez más ardientes, sus uñas arañaban mi piel y su pelvis luchaba por absorber más de mí, me imploraba en susurros y sollozos que le diera más, que se lo hiciera con más fuerza, sus chillidos temblorosos y sus piernas y sus muslos trepidaban con desesperación, su cabeza se movía de lado a lado con su respiración agitada buscando aire, buscando bocanadas de oxígeno, ahogada en el placer de su orgasmo, empujando mis nalgas, amarrando mis glúteos con sus piernas haciéndome rociar sus paredes vaginales con mi esperma líquido para extinguir ese incendio, esa pira que ardía al interior de su esencia de mujer.

Sus ojos claros centelleaban como una candela al aire en una tempestad, parecía despertarse de un sueño eterno, su rostro pleno de satisfacción con una sonrisa diáfana, nos besábamos y acariciábamos sin cesar, como para cerciorarnos que estábamos viviendo una realidad, mi pene goteando mis jugos masculinos hizo abandono de esa gruta acogedora que lo abrigaba, con un gemido ella se aferró a mi para mantenerme a su flanco, para no dejarme huir, la calidez de su cuerpo, su abrumadora aroma de mujer, obnubiló mi mente y me sumergí en la bruma de un sueño sosegado, de paz.

Pasaron los días y semanas y nuestras vidas continuaban a arar el fértil terreno de nuestra pasión, donde íbamos creando surcos donde sembrar el fruto de nuestro amor, la pasión se concentraba mayormente en una activa actividad sexual, ambos jóvenes, nos sentíamos con esa fuerza, con ese ardor, con esa fogosidad característica de la juventud, ella adoraba mis caricias y se mantenía cercana y al alcance de mis manos que la buscaban una y otra vez, los pequeños toques, el roce ligero a sus pezones, un beso reposado a sus parpados, un mordisco leve a sus labios para robarle un beso, todas caricias que nos regalaban esa atmosfera adecuada a la pasión que se desataba y nos compelía a unir nuestros sexos y copular repetidas veces tanto durante el día, como durante las horas de la noche, era una sed insaciable que sentíamos el uno por el otro, ambos teníamos iniciativas para incitar al otro a enredarse en esa jungla de garatusas donde terminaban nuestros cuerpos fusionados dándonos placeres infinitos.

Esa noche, fuera se había desencadenado un temporal de viento y lluvia, relámpagos y truenos ensordecedores, Brígida salía de la ducha y yo la esperé con una copita de vino en la mano, por primera vez ella me rechazó la bebida, me extrañó pero no quise darle ninguna importancia, su sonrisa franca me decía que nada sucedía, solo que no quería beber, así que yo me senté en el diván a terminar de ver el noticiero en la Tv, ella se fue a terminar de vestirse al dormitorio, al cabo de un rato, vestida con su negligé que apenas cubría su chochito cubierto por unos calzoncitos tipo bikini de color violeta, se sentó junto a mí mientras yo sorbeteaba mi Riesling, pase mi brazo por sus hombros y le ofrecí un sorbo, pero ella movió su cabeza en sentido negativo, entonces bebí un poco y atrayendo su rostro, la bese en los labios haciéndola sentir el sabor del mosto, ella levantó su cabeza para mirarme con una sonrisa esplendida, dulce e idílica —no seas malito … no tengo intención de beber … — me dijo y yo bese su frente

Se acurrucó a mi sintiéndose segura en mis brazos, como que necesitaba ser protegida, quería sentirse apapachada y para mí era como estar en la gloria, la tenía muy juntito a mi y su calor me irradiaba esas sensaciones ya conocidas de deseos por su ser, por su cuerpo, muy luego estábamos besándonos, nuestras caricas se hacían poco a poco más osadas, mis manos trataban de colmar la magnitud de sus senos desnudos, mis dedos rozaban una y otra vez sus macizos pezones, Brígida movía sus muslos donde su conchita comenzaba a encenderse, sus dedos dibujaban la forma de mi verga bajo mis shorts, le bajé su calzoncito hasta las rodillas y ella hábilmente termino de deslizarlos a sus tobillos, para finalmente hacerlos caer al piso, puse una mano en su vientre y ella me la tomó con ternura y la frotó suavemente sobre su piel haciéndome acariciar su tersa tez, como si fuera una caricia especial para ella, mantuvo mi mano cerca de su ombligo y me pareció sentir algo inexplicable dentro de mí, pero poco a poco moví mis dedos hasta alcanzar su túrgido clítoris.

Brígida se estremeció y abrió su boca en un gemido, junto sus muslos como para esconder su lascivia y su lujuria, estaba tan caliente como yo o quizás más, aún cuando nuestras copulaciones eran frecuentes, hacer el amor con ella no tenía nada de rutinario, era siempre una cosa fresca, intuitiva, adivinando el deseo del otro, recibir y entregar amor y pasión, nos descubríamos una y otra vez, siempre habían novedosas sensaciones y esto era como algo nuevo, más sentido, más deseado, más afectivo y esperado, conocíamos nuestros cuerpos a la perfección, pero recorríamos los centímetros de piel explorando su tersura y calidez por nuevas sendas, adivinando el embrujo y el hechizo de ese sentimiento, la acomodé sobre el diván con sus piernas abiertas y me arrodille fervorosamente ante ese templo de placer, me incliné con fervor y mi lengua acarició sus muslos, bese su vientre y ella se estremeció, su pubis pronto brillaba con mi saliva y mi lengua comenzó a hundirse en la hendedura de su sexo que emanaba su esencia delicada y cautivante.

El exquisito sabor salino de sus rosadas carnes, era libado por mí lengua y portado a mis papilas que lo recibía con delicia, mis besos continuaban a viajar por la suave piel de su entrepierna, ella confiadamente se dejaba acariciar por todas partes, incluso cuando levanté sus piernas y expuse a mis ojos la maravilla rosada y rugosa de su ano, no hizo más que gemir y acomodarse para facilitarme la degustación de tan acogedor orificio, me concentré a besar y lamer su ojetillo y mi deleite tanto como el suyo se incrementaron, volví a lamber sus labios vaginales y con mis dedos separé el portal de ingreso de su chuchita mojada e inflamada de ardor, mi boca entera succionó ese fluido continuo de zumo sabroso y apetitoso, Brígida comenzó a manipular mis cabellos tirando de ellos y refregando mi rostro en su chocho, sus quejidos y gemidos terminaban en sollozos y chillidos, estaba cercana al orgasmo y yo lo sabía, inserí me lengua en la profunda tibieza de su coño y luego atrapé su clítoris en mis labios y no lo solté hasta sentir sus temblorosas sacudidas.

—¡Aaahhh! Nino … ¡ooohhh! … ¡ssiii! … ¡asiii! … — Brígida gritaba y convulsionaba en un espasmódico orgasmo, sus muslos habían aprisionado mi rostro y solo mi lengua no cesaba de moverse en el ápice de su sexo estimulando ese botoncito que le ocasionaba estremecimientos y sacudidas junto con gritos de placer, puse mis manos en su vientre acariciándola dulcemente y ella tomo mis manos y acompaño mis caricias, ella pausadamente abrió sus piernas y yo comencé a subir con mis caricias, bese su pancita y me encontré con esas colinas blancas y esponjosas de sus senos, me comí sus pezones y subí a besar su cuellos y mordisquear sus lóbulos, besé sus parpados que cubrían esos ojos que tanto me gustan, mi pene casi escapaba de mis shorts así que con un rápido movimiento me los saqué y apoyé la puntita en su pubis, ella inició un movimiento buscando el ápice de mi verga y la hizo deslizarse entre los hinchados labios de su vulva.

Nuestras caricias continuaron con una que otra palabra para transmitirnos ese amor que estábamos sintiendo, luego ella tomó mi pene y los hizo entrar en su acuosa vagina, la tibieza y ardor de su panocha, poco a poco fue cediendo espacio a mi verga, ella bajó un poco su pelvis y mi miembro entero desapareció en su conchita, estaba empalada totalmente y gimiendo mientras rotaba sus caderas, con mucha ternura comencé a meter y sacar mi polla desde su acogedora gruta, Brígida no hacía más que gemir y acomodar su pelvis a mis mullidos embates, todo era con mucha dulzura y con mesurada pasión.

No se si la palabra sería “disfrutar”, pero nos complacíamos a cabalidad nuestra sana lujuria, el ver sus pechos que rebotaban arriba y abajo, tomando mil formas diferentes, sus muslos abiertos y levantados para permitir el máximo de penetración, sus manos aferrando mis antebrazos para atraer mi cuerpo y maximizar mis movimientos de impregnación, como macho yo quería depositar mi semilla en su fértil matriz una y mil veces con el sueño de que uno de mis nadadores violara la fortaleza de su ovulo y dar por fin inicio a la descendencia que tanto ella como yo queríamos.

Brígida me amarró con sus piernas y comencé a darle unas violentas embestidas, el arqueo de su espalda me anunciaba su orgasmo inminente, atrapé sus pequeños pezones para inmovilizar esas tetas que saltaban de un lado a otro y ella se estremeció toda y comenzó a convulsionar, su hermoso rostro estaba desfigurado en una mueca de goce y dolor, como en un trance mágico, su hechizo me hizo explotar y me corrí con fuerza, sintiendo la rociada de esperma que expelía mi verga en un estertor de fuego, mi propio rostro se deformó en ese agónico clímax.

Quede desfallecido y con una respiración jadeante y afanosa, ella igualmente estaba tratando de recuperarse y me había abrazado también con sus brazos —¡Oh, amor! … ha sido maravilloso — dijo ella mientras besaba mí hombro —estoy dichosa … me haces tan feliz en todos los sentidos … y ahora más que antes … — agregó en un tono con cierto alborozo boyante —¿Y por que mí amor? … ¿Qué es lo que te rinde tan feliz esta vez? … — le pregunté un tanto intrigado —¿Realmente no te has dado cuenta? … — me dijo estimulando aún más mí curiosidad —Te lo juro tesoro que no sé que intentas decirme … — repliqué, ella me sonreía y tomo mi mano para colocarla en su vientre —Tengo más de cuatro semanas de atraso y me hice la prueba que me compré en la farmacia … y su resultado fue positivo, tesoro … ¡positivo! … — me dijo eufórica, a mi no me salía el habla —¿Quieres decir que estamos embarazados? … bueno … quiero decir que tú … ¿tú estás embarazada? … ¿que esperamos un bebé? … — le dije casi balbuceante —Sí amor mío … tengo hora para mi ginecóloga la próxima semana, para ya tengo una muestra positiva … creo que será confirmado en breve, cuando vea a mi ginecóloga … — me dijo exultante.

Fue una tarde muy conmocionada, le hice mil preguntas y ella busco en mí mil respuestas, estábamos ambos eufóricos y no terminábamos de hablar del o de la bebé, para mi bastaba que naciera una personita sana para darle tanta felicidad como a su madre y ella se tranquilizó, nos quedamos dormidos, ella muy acurrucada a mí y yo protegiéndola a ella y a nuestro futuro hijo o hija.

Brígida confirmó con la ginecóloga su gravidez, al cabo de un tiempo supo que esperábamos un varoncito y al segundo mes de embarazo me presenté ante ella con un anillo de compromiso y le pedí de ser mi esposa, con sus ojos nublados en lagrimas y muy emocionada, Brígida acepto y poco antes del cuarto mes nos convertimos en marido y mujer con un encargo en camino.   Hasta el día de hoy que mi hijo Andrés cumple doce años, jamás me he sentido tan feliz de amar a mi esposa, nuestro amor sigue renovándose día a día, mi madrastra se transformó en mi prometida y ahora es la esposa que siempre soñé.

Por luisa_luisa4634@yahoo.com

lunes, 20 de junio de 2022

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Cannabis (1970)

 

Serge Morgan es un asesino que trabaja para la mafia americana. Tras cumplir un contrato en Nueva York para sus jefes, toma el avión de vuelta a París y, durante el vuelo, conoce a Jane, la rica hija de un embajador. Una vez en el aeropuerto de Orly es herido de gravedad por los hombres del capo francés Henri Emery. Sin embargo, consigue escapar de ellos y se refugia en casa de Jane. La pasión se instala entre el asesino y la joven. A partir de entonces, el sexo se entrelazará con la sangre y la muerte. Para bien o para mal...

Francés | Subtítulos: Inglés

También conocida como: French Intrigue


Dvdrip | 1.61GB | 92:18mins | 716×430 | mkv

Donna Ko mo SeFri ni Dekichau Saiminjutsu o Te ni Ireta!, Manga

 



Brígida madre, novia, esposa: Capitulo 1

 

Estábamos mi madre y yo una fría y lluviosa tarde de invierno viendo los noticieros a la Tv, cuando improvisamente sonó el teléfono, era la policía, mi madre se agitó y se alarmó mucho, le avisaron que el auto de papá se había salido de pista y se había estrellado con un camión, inmediatamente mamá me llevó donde la vecina y después de recontarle sobre la llamada telefónica, me dejo ahí a cargo, yo no entendía todo lo que estaba sucediendo, pero viendo la desesperación de mamá, sabía que era algo grave, papá nunca se recuperó, esa misma noche falleció, días después se realizó el funeral y así mamá y yo quedamos solos, nuestras vidas habían cambiado dramáticamente para siempre,

Brígida, es la única madre que conozco, porque mi madre verdadera se divorció de papá cuando yo tenía poco más de un año, las raras veces que papá hablo de ella, me dio a entender que tenía problemas de alcohol, un año después papá conoció a Brígida y después de dos años se esposaron, no tengo mucha memoria de ello porque yo tenía poco más de cinco años, para mi Brígida era y es mi madre pues nunca he conocido otra, papá afortunadamente nos dejó en una buena situación económica y nuestras vidas siguieron adelante, pero yo me di cuenta que mamá se sentía muy sola y la sentí llorar muchas veces, yo me iba donde ella y lloraba con ella, trataba de consolarla, pero dada mi corta edad yo no entendía bien todo su drama interno, ella me decía que yo era el hombre de la casa y tenía que cuidarla, eso me quedó muy interiorizado en mi desarrollo infantil, a mis seis años, sabía que ella estaba bajo mi protección, yo pase a sentirme el hombre de casa sin saber bien todo lo que ello implicaba.


Mi madre verdadera era de origen europeo, de la republica Checa, entonces yo no tengo las semblanzas de Brígida, ella es latina, sus cabellos son oscuros, sus ojos también, su piel es muy blanca, ella es alta como metro setenta y pesa como sesenta kilos, ella era mucho más joven que papá, yo con los años crecí hasta un metro ochenta y cinco, cabellos rubios y ojos verde-gris, quizás por ser hijo único, era introvertido y tímido, a la edad de doce años descubrí los placeres del sexo y me masturbaba bastante a menudo, pero mis imágenes masturbatorias eran mis compañeras de escuela o algunas revistas con desnudos que conseguía con amigos de mi edad.

Brígida, mi madre, sin duda para mí es mi madre verdadera, una mujer muy atractiva con un bellísimo cuerpo, normalmente vestía hábitos anchos que no evidenciaban sus esculturales formas, seguramente ella todavía tenía deseos sexuales, había quedado viuda a treinta años, se había dedicado a mí en cuerpo y alma para darme una buena educación, lo que me permitió un ingreso a la universidad a temprana edad.

Aun cuando ya en el colegio había comenzado a tener algunas aventurillas sexuales, en la universidad las oportunidades se cuadruplicaron, me hice muy requerido sexualmente, salí campeón de natación el primer año y  capitán del equipo de baloncesto, las chicas me seguían, también porque se esparció la voz de que mi verga alcanzaba los veintitrés centímetros por seis de grosor y muchas chicas se sentían curiosas de verme y después tocarme y bueno, muchas veces sucedía lo que tenía que suceder, mi poco dinero me lo gastaba casi todo en condones.

Mi madre muy aprehensiva, veía la cantidad de chicas que me giraban alrededor y se preocupaba de aconsejarme de cuidarme y no embarazar a ninguna de ellas, porque me habría arruinado la vida y yo le escuchaba y seguía sus consejos, pero también sentía en ella algo de celos de que hubiese tantas chamacas a mi alrededor, aunque si yo la instaba a buscarse una nueva pareja con la cual rehacer su vida sentimental y sexual, mamá se dedicaba solo a su trabajo y jamás se le veía algún galán entorno.

Ella me aconsejaba de buscar una chica fija y no andar de picaflor con todas las muchachas que me rondaban, yo le decía – porque no te buscas tú un hombre … tú necesitas una pareja – a lo que ella me respondía – yo ya tengo un hombre en casa … tú – entonces yo parafraseaba diciéndole igualmente – yo ya tengo una chica fija … tú – ella halagada venía hacia mí y terminábamos haciéndonos cariño madre-hijo de lo más normal, yo le confesé que se me achacaban muchas aventuras, pero la realidad es que no tenía tantas novias y que me dedicaba más a mis estudios, con las chicas solo unos besos más o unos besos menos, pero que no pasaba de eso, ella dijo que teníamos que reforzar nuestra relación familiar, que últimamente no habíamos compartido lo suficiente y que sería oportuno dedicar más espacio para nosotros, así decidimos de salir juntos el siguiente sábado por la tarde.

El sábado yo llegué temprano del entrenamiento, me bañé y me vestí como para salir en modo informal, como cualquier muchacho de mi edad, me puse ver la tele mientras mamá se cambiaba y preparaba, cuando salió de su cuarto casi me voy de espalda, la miraba con la boca abierta, ella vestía una faldita corta y ajustada a sus caderas, medias negras con taco alto y una blusa con sus pobres botoncitos tirantes, tratando de aguantas esos insolentes senos de mamá que amenazaban con romper la prenda, ella se dio cuenta de la impresión causada en mí y me dijo que quería lucir más joven junto a mí, yo no me cansaba de halagarla por su prestancia femenina.

Llamamos un Uber para trasladarnos al sector turístico de la ciudad, el paseo marítimo, lleno de gente cosmopolita proveniente de los más diversos países, Brígida lucía radiante y más de algún paseante se volteaba a admirar su exuberante belleza, fue en ese momento que comencé a mirarla como la bella hembra que es, miré ese culo suyo redondito y duro, sus pechos turgentes, su armoniosa cinturita, sus piernas bien torneadas y esos muslos carnosos y sexualmente apetecibles, su angelical rostro que se encendía con una hermosa y franca sonrisa, sin duda un portento de mujer, me alegré de que mi padre pudo disfrutar de los favores de tan magnifica hembra, que ahora llamaba totalmente mi atención.

Entramos en un restaurant italiano y degustamos unas exquisitas pastas y algunos frutos del mar, pescados y mariscos, acompañado de un buen chardonnay fresco, terminamos con el típico tiramisú, salimos del local y me di cuenta de que los pasos de mamá eran inciertos, quizás la copa de brandy ofrecida por la casa fue excesiva para nosotros, gente no acostumbrada a beber, los ojos de mamá brillaban y su mirada era diferente, la tomé por la cintura y ella me dijo que la llevara a casa.

Volvimos a llamar a un Uber, le abrí la puerta y ella se dejó caer hacia adentro y su falda se subió tanto que se le vieron las medias sujetadas por el liguero y su tanga celeste que cubría la ranura de su sexo, casi en modo provocador ella abrió sus piernas para acomodarse, dándose cuenta de la situación, ella me miró a los ojos y un dulce estremecimiento atravesó por mi espalda hasta la punta de mi verga, me acomodé al lado de ella y ella se acurrucó a mi lado sonriendo, en modo imperceptible y natural apoyé una mano en su muslo derecho, ella quizás pensó que todo era casual, pero yo empecé a hacer subir mi mano hacia esos calzoncitos celestes, su piel estaba en llamas y casi quemaba la yema de mis dedos que inexorablemente subían y subían, ella como en un trance no me decía nada, casi como si me animara a continuar, y así lo hice, cuando mis dedos tocaron la tela de su tanga, ella escondió su rostro en mi cuello pero no hizo ninguna oposición, finalmente acariciaba esos labiecitos hinchados y calientes.

Brígida suspiraba y gemía pesantemente, pero había una especie de consentimiento no hablado, cuando traté de acariciar su seno y pellizcar sus pezones, ella me bloqueo con su mano por un instante, para luego envolver mi mano con su mano y acompañar mis caricias a sus tetas, sentía el latido de su corazón en la punta de mis dedos, cerró sus ojos y sus gemidos aumentaron, comenzó a temblar, su mano se posó sobre mi pantalón y ella pudo corroborar el evidente estado de erección de mi pene, mirándome una segunda vez profundamente en los ojos, procedió a masajear mi miembro sobre la tela de pantalón, yo miraba sus piernas y su seno agitado por la respiración.

Me acerqué más a ella y la bese en la mejilla, ella se giró y me ofreció sus labios, cerré mis ojos y me uní en un apasionado beso a mi madre, un beso francés, con lenguas que se deseaban y luchaban por acariciarse y compartir la humedad intrínseca y lasciva de ese beso de amantes, la suavidad, ternura y calor de su lengua me enloquecían, abrí un par de botones de su blusa y subiendo su sujetador, atrapé su seno en mi mano, la tersura de su piel era sorprendente, la firmeza de su pecho también, la arrogancia de ese pezón enhiesto era de una magnificencia extraordinaria.

Mamá me tomó de la mano y casi suplicante me dijo que esperáramos de llegar a nuestra casa, así que abotoné su blusa y la volví a besar sediento de pasión, ella me respondió de igual modo, el conductor ignaro de la situación de pasión en el asiento trasero de su vehículo, continuaba a conducir sin prestar atención al drama incestuoso que ocurría cercano a él, haciendo caso omiso, nos llevó sin sobresaltos a casa, después de pagar la carrera, yo descendí primero y tendí la mano a mamá para ayudarla a bajar del carro, otra vez su falda se fue hacia arriba y me regalo una vista de su chochito cubierto de esa tela celeste.

En la entrada a nuestra casa, la besé para acentuar y comunicarle mi deseo de poseerla, la estreché a mí y de seguro sentía la tremenda erección de mi pene que presionaba su vientre, pero ella con dulzura y ternura me miró a los ojos y me empujó alejándome de ella y sus delicias – hijo … por hoy basta … un beso es más que suficiente … para una primera vez – dijo solo eso y se giró para reentrar en casa, la volví a abrazar y la estreché a mí – madre … tenemos que salir otra vez … me gustó mucho estar así cerca de ti … me gustaría que lo repitiéramos … − le dije y ella con tono muy calmo, me respondió – ha sido una tarde magnifica … me he divertido mucho y por supuesto que quisiera que volviéramos a salir – luego se giró entro a casa y se fue directamente a su dormitorio, ella dominaba la situación perfectamente, entré a casa y me fui al baño a lavar mi secreción de semen que había manchado mis boxers, luego volviendo a mi dormitorio sentí los gemidos de mamá que se estaba masturbando, yo fui a hacer lo mismo pensando en todo lo que viví junto a ella, fue una tarde inolvidable.

La mañana siguiente al desayuno, tanto ella como yo estábamos incomodos, ella me dijo que deberíamos hablar, la expresión de su rostro era muy seria y solemne, lo haremos esta tarde dijo. Pensé que se había arrepentido y cambiado de idea por lo que habíamos vivido el día anterior, estuve todo el día pensando en ella.   Cuando regresó en la tarde, llamó a mi puerta y yo la hice entrar, se sentó en mi cama al lado mío – sabes … he pensado todo el día a lo que sucedió ayer … creo que es mi culpa … − dijo y luego explotó en llanto, yo la abracé con energía, sus lágrimas me mojaban la mejilla, la mantuve estrecha a mí para que desahogara sus emociones, creo fueran represas desde el funeral de papá – mamá … te quiero mucho … − le dije para confortarla, ella se enderezó – yo también te quiero mucho … necesito de ti … necesito tu afecto … estaba muy ligada a tu padre desde siempre, él era todo para mí … me ha dejado lo más precioso que tenía … tú … − me lo dijo y me hizo emocionar – yo sé que no está bien lo que hicimos ayer … pero me sentí tan bien contigo que me deje llevar irresponsablemente … necesito que seas sincero conmigo … como tu padre lo fue, del mismo modo … necesito poder confiar en ti … debemos empezar a conocernos desde un principio … − termino con un beso veloz en mis labios, después mientras salía agrego – saldremos otra vez este fin de semana … ¿te parece bien? … − rápidamente le dije que estaba bien y ella salió de mi habitación.

Pensando solo en el fin de semana, esta voló y no me di ni cuenta cuando ya era viernes, mis pensamientos estaban centrados en ella, no tenía espacio para nada más en mi mente, en la tarde cuando regresé a casa después del gimnasio, me metí a la ducha y para calmar mis ímpetus fogosos, puse la ducha en agua fría y me duché creyendo de haber aquietado mis sentidos libidinosos, pero no fue así, mi polla se mantenía erguida a mil, entonces di el agua tibia y comencé a masturbarme, apoye mi espalda a los azulejos mientras mi mano movía frenéticamente mi verga, estaba tan concentrado viendo en mi mente figuras de mamá que no sentí que abrieron la puerta justo en el momento que explotaba lanzando chorros de esperma al aire, cuando abrí mis ojos Brígida estaba en el vano de la puerta mirándome atónita, pero con aires de sensualidad, sin pestañear ella cerró y se fue, me quede pasmado pensando en que había cometido una idiotez gigantesca.

Una vez en mi cuarto, me vestí y fui a cenar, mamá estaba en la cocina y me dijo que la cena estaba lista, así que me sirvió y nos sentamos a comer en silencio y sin mirarnos, entonces ella con un luminosa sonrisa dijo – al parecer esa ducha estuvo excitante … ¿no? … no tienes que avergonzarte de nada … todos los chicos de tu edad lo hacen … pero la próxima vez, te sugiero de cerrar la puerta, hijo – no había ningún reproche en su voz, era la cálida voz de una madre aconsejando a su hijo, tal como lo había hecho tantas otras veces, luego vino la pregunta que me puso en aprietos – ¿a qué piensas cuando lo haces? – lo dijo como si me estuviera preguntado si quería té o café, me miraba sin pestañear – bueno …umh …  evidentemente a una mujer – le dije tratando de zafar de la conversación, pero ella retrucó − ¿alguna de las nenas de la universidad … eh? – me quedé unos segundos en silencio, luego reflexionando le dije − mamá tu dijiste que deberíamos ser sinceros … entonces espero que no te enojes si soy sincero … la verdad es que pienso en ti, mamá – ella parpadeó como sorprendida y se quedó pensativa, para luego decir – no te vayas a la cama … tengo que bañarme y luego conversaremos – me relajé un poco porque me confundía y turbaba este tema, queriendo ser servicial, le dije – mamá anda … yo me encargaré de la cocina … − ella se levantó y vino a darme un maternal beso en la mejilla – gracias, hijo – luego salió rauda y me dejo con mi cabeza hecha un torbellino.

Lavé la vajilla, desocupé el basurero y limpié el todo, luego salí hacia mi cuarto, la habitación de mamá estaba con la puerta entreabierta, no pude resistir y me acerqué a espiarla, estaba sentada en su cama, vestía su bata de baño y tenía una toalla en su cabeza, su bata se abría alrededor de unos muslos macizos y lisos, luego dejo caer su bata y su esplendorosa belleza quedo expuesta, sabía que no debía fisgonear, pero era tal su hermosura que estaba hipnotizado con sus encantos, con el secador de pelo procedió a secar sus cabellos, mientras sus senos exuberantes se bamboleaban libremente, me resultó cómico ver que apuntando el secador a su chochito, procedió a secar los oscuros rizos que lo cubrían, al mismo tiempo que cerraba sus ojos y echaba su cabeza hacía atrás denotando el placer que le procuraba lo que estaba haciendo.

Mamá volvió a colocarse su bata y se colocó una pequeña tanga celeste, quizás la misma del sábado pasado, me alejé de su puerta y me fui a la sala donde encendí la tele, después de algunos minutos mamá llego vestida con una bata con algún grado de transparencia, esperaba de ver el celeste de sus calzoncitos, pero ya no los portaba, por lo que intuí estaba desnuda – mamá … ¿te gustaría beber un vinito? – le pregunté pensando de relajar la situación y también tratar de refrescarnos del calor de la tarde − ¡uy! que rico sería … es lo que se necesita para soportar esta calor … − dijo mamá muy contenta, así que preparé un valde con hielo y traje una botella de Riesling, un vino dulce y suave, especial para paladares femeninos, mamá lo sorbeteó teatralmente que me causó risa, una sonrisa infantil se dibujó en su angelical rostro – perdóname … pero no pude evitarlo … está muy rico – me dijo en tono de excusa − ¡uy! mamá … estamos solos tú y yo … podemos permitirnos algunas cosas fuera de protocolo – le dije también sorbetéando de mi vaso, nos reímos a carcajadas por unos instantes compartiendo el espléndido mosto.

Mamá luego de un rato tiro dos cojines enfrente de mi y vino a sentarse entre mis rodillas, la vista de su cuerpo era espectacular, la tenue luz de la habitación era cómplice de esconder esas maravillas a mis ojos, pero podía ver la turgencia de sus senos y su piernas plegadas me mostraba sus muslos al descubierto y la bata cubría sus partes pudendas, pero el todo era de una belleza impresionante, mi pene daba testimonio de eso endureciéndose a su máximo, nos quedamos viendo un programa de cantantes que por lo menos, no era aburrido, de ves en cuando yo rellenaba su vaso y el mío, mamá había apoyado su cabeza e mi muslo bien hacia arriba, mi pene palpitaba a menos de diez centímetros de sus cabellos.

Nos bebimos la botella de vino y mamá dijo que había otra en el frigo, lo que entendí que quería beber un poco más, así que acomodando mi erección me fui a buscar la botella, cuando volví mamá estaba sentada en el diván, así que yo me acomodé entre sus piernas, su bata se abrió y ella no hizo ningún gesto para cerrarla, mi mirada se centró en la convergencia de sus muslos, la visión era del todo erótica, pero no se veía nada, me di cuenta que sus ojos estaban cerrados y su cabeza ligeramente ladeada hacía su hombro, ella no aguantaba mucho el vino, se había adormecido, ligeramente tomé su copa y la deposité sobre la alfombra, luego con dedos temblorosos y mi corazón que casi salía por mi garganta, levante su bata y ella abrió levemente sus muslos y apareció en todo su esplendor su conchita apretada y regordeta, mamá se movió un poco y la bata se abrió mucho más, dejando entrever la base de sus senos inmensos, quizás una talla 38c o poco más, esplendidos, esponjosos pero firmes.

Su chocho completamente rasurado, brillaba con la humedad de sus labios vaginales. Mamá estaba algo excitada, me saqué la verga endurecida y comencé a masturbarme, ella volvió a moverse y su labia vaginal se abrió dejando entrever esas rosadas carnecitas, fue demasiado para mi calentura y chorros de esperma salieron de mi polla salpicando por todas partes, un poco avergonzado un poco preocupado limpié todo lo mejor que pude, mamá abrió sus ojos y bostezó ostentosamente – hijo … creo que me dormí – dijo levantándose y ajustando su bata se dio vuelta y se fue a su dormitorio, yo me quedé más preocupado todavía, porque dos de mis chorros habían caído en su pierna y se deslizaban hacia abajo atraídos por la fuerza de gravedad, seguramente ella se dará cuenta de que es ese líquido que escurre por sus piernas y sabrá que sucedió mientras ella dormía, me fui a mi cuarto pensando y preocupándome de su reacción al darse cuenta que me había corrido hasta sobre sus piernas.

La mañana siguiente ella no dijo nada, se había vestido con unos pantaloncitos cortos de yoga y una remera ajustada que resaltaba esos senos suyos que implacablemente fustigaban a ser mirados y admirados, también los labios de su chocho se delineaban claramente en esa convergencia espectacular de sus muslos, teníamos competición de natación y ella normalmente me acompañaba a todos esos eventos, inmediatamente me di cuenta que los ojos de mis compañeros como los de sus padres y algunas mujeres tenían sus ojos fijos en Brígida.   Después de la competición que gané con una cierta facilidad, mamá había preparado una canasta de picnic, así que nos dispusimos a saborear los bocadillos que ella había preparado, extendí una cubierta que habíamos llevado para tal efecto y nos comimos los emparedados y nos bebimos unos jugos de fruta llevados por mamá, el sol esplendente hacía el todo más agradable, miré sus dulces ojos claros y le dije – te quiero mucho – su rostro resplandeció en una sonrisa y me dijo – también yo te quiero intensamente –

Sentados bajo el sol, Brígida se quedó dormida en mi regazo, mi mano rozó uno de sus suaves senos, como no hubo ningún signo de rechazo por parte de ella, continué a palpar la dulce redondez de su teta, ella se acomodó y su seno entero ocupó mi mano, la sentí estremecerse cuando su pezón quedó atrapado entre mis dedos, apreté suavemente la puntuda carne y ella gimió acurrucándose más en mi regazo sin abrir sus ojos, era delicioso sentir el peso de esa mama que llenaba la palma de mi mano, improvisamente ella se sentó y refregó sus ojos diciéndome – creo que me adormecí … vamos a caminar un poco – se levantó, se sacudió algunos restos de hierba y comenzamos a caminar por el parque.

Cuando pasábamos bajo la sombra de unas frondosas encinas, la tomé de la cintura y la apreté contra mi pecho, ella abrió sus ojos en sorpresa y luego cuando sintió mis labios sellando su boca con un beso ardiente, se abandonó completamente, le chupé su lengua haciéndola entrar en mi boca, sentía sus maravillosos senos endurecerse contra mis pectorales, como pude aferre uno de sus duros pezones y ella volvió a gemir apretándose a mi cuerpo, sintiendo mi dura verga presionando su vientre, por un momento trato de empujarme, pero sin ninguna convicción, incrementé mi fuerza e intensidad de mi beso, ella me empujó con más fuerza, sus ojos brillaban de excitación – cariño … creo que es hora de que regresemos a casa – me dijo con voz jadeante, yo besé castamente su frente y nos fuimos tomados de la mano.

Estacionamos el auto al ingreso de casa y apenas entramos, se abrazó estrechamente a mí, acarició mi mejilla y mis cabellos, luego con una profunda mirada, me acarició la verga sobre mi pantalón, sin quitar sus ojos de los míos, me bajó el shorts y metiendo su mano dentro del boxers, aferró finalmente mi asta dura como fierro, delicadamente lo tiró fuera y comenzó a masturbarme, mientras lo hacía, su cuerpo lo refregaba contra mi cuerpo, sus duros senos iban y venían a lo largo de mi brazo, después de un par de minutos comencé a correrme con su experta mano, ella recogió todo el semen que pudo en su mano, se lo llevo a sus labios y lamió su mano a seco, después se apretó contra mi cuerpo y nos besamos apasionadamente, el olor y sabor de mi esperma era fuerte – cariño … todo ha sido magnifico … − me dijo, luego se volteo y se fue a su cuarto.

La semana pasó rápidamente, tanto ella como yo teníamos muchos empeños y nos veíamos a ratos, ella me sonreía y yo le lanzaba besitos, el viernes en la tarde ella llego con una montaña de papeles y cosas que debía concluir el fin de semana, yo estaba al computador haciendo un trabajo de la universidad, ella se acercó a mí por detrás – hijo … ¿te parece si nos comenzamos a tratar en modo diferente … yo solo Brígida y tu Doménico o Nino como te llamaba tú padre? – me dijo mientras posaba sus manos en mis hombros – el hecho es que entre tú y yo no hay ningún lazo genético … soy viuda de tú padre y nuestro lazo es afectivo más que nada … − agregó con cierta solemnidad – si eso es lo que quieres, para mí no es un problema … tú me criaste … eres la única madre que conozco, pero entiendo que nuestro comportamiento no es el apropiado de un hijo con su madre y viceversa … pienso que tienes razón – le dije volteando a mirarla – ¡Oh! Nino … no vayas a pensar que no te amo … no es eso mi niño … te amo con todo mi ser, pero lo estoy sintiendo también como mujer y pienso que deberíamos sincerar nuestros sentimientos … lo que ha sucedido estos últimos días ha sido culpa mía … yo soy mayor que tú y debería controlarme y no permitir ciertas cosas … cosas que me asustan … no sé lo que quieres tú … − después de este desahogo se echó a llorar.

− ¡Oh! Brígida mía … eres la única madre que conozco … no quiero perderte – le dije porque la noté muy compungida, no quería que se sintiera tan culpable que rompiera nuestra relación, la sentía desesperada – todo lo que ha sucedido entre nosotros estos últimos tiempos, ha sido maravilloso, he aprendido a verte como mujer y a desearte como tal … nada es tú culpa … ambos somos adultos … no tenemos nexo genético, es verdad … pero, nuestra unión afectiva es mucho más que eso … yo siempre te he amado como madre, pero ese amor ha escalado a otro nivel … te amo como hombre … − le dije mientras me alzaba a abrazarla, ella se estrechó en mis brazos y sollozaba intensamente.

− No nos precipitemos … no vayamos tan rápido … esta relación perdurará, solo si ambos colaboramos … no quiero hacerte daño, Nino – dijo ella refugiándose en mis brazos – no hay razón para apurarnos … nadie debe sufrir … tratare de controlarme yo también – le dije besando sus cabellos, ella pareció calmarse y me sonrió con sus ojitos aún llenos de lágrimas – pero no te olvides que soy un joven impetuoso y arrecho … tengo que desahogarme de vez en cuando – ella se despegó de mí y se alejó con una maliciosa sonrisa mientras decía − ¡umh! … ya lo veremos –

Pasaron algunos días y ella seguía atendiéndome como de costumbre, afablemente, pero sin comportamientos osados, como estábamos en proximidad de otro fin de semana, le pregunté si querría salir conmigo, me respondió que sí, pero con una condición – saldremos juntos, pero tienes que comportarte y no acosarme … juntos tú y yo debemos controlarnos mejor y saber detenernos … − lo dijo tan convencida que lo tuve que aceptar – está bien … tú comandas … entonces ¿este sábado? – mirándome muy seria a los ojos, movió la cabeza de arriba abajo en signo de afirmación.

El sábado fue nuestro día de salida y fuimos a todas partes, paseamos, cenamos, bailamos y nuestro único contacto fueron nuestras manos, caminábamos como una vieja parejas de esposos por toda la ciudad, ya tarde nos regresamos a casa, llegando a casa la tomé de la cintura y le pregunté si le andaba una copita de vino antes de ir a dormir, ella me dijo que sí, pero que iría a cambiarse, yo fui por la botella y traje dos vasos, luego me senté en la sala y me puse a ver los deportes en la tele, Brígida llegó con un camisón azul a medio muslo, no había trasparencias, pero su cuerpo venía delineado en modo encantador, conversando de una y otra cosa nos bebimos casi toda la botella, yo sabía que ella no resistía mucho el vino y cuando la noté con signo de embriaguez cambie la conversación a temas más íntimos de sexo.

− Brígida … ¿es verdad que a las chicas le gustan los penes grandes … o es como dicen por ahí … que el tamaño no importa? – le pregunté, ella me miró y ya hablaba un poco como arrastrando las palabras – no señor … digan lo que digan … el porte de una verga tiene sus lados buenos y otros no tanto … pero mayormente todos son buenos … el roce de piel de un órgano grande y circunciso, con una cabezota acorde al tamaño … te trastorna toda … te escarbas dentro y te remueve todos los rincones … pero eso debe ser acompañado con la justa medida de fuerza y control … porque si es un estúpido que te la mete, le da dentro, se corre y se baja … te deja solo un laceramiento que no querrás volver a sentirlo nunca más … ahí es donde un pene normal, con un tipo que te prende como una princesa, es donde una se siente como la reina de las putas y te hace gozar a mil … no todo depende del tamaño – concluyo bebiéndose la ultima gota de su vaso.

En la forma en que ella me lo explicaba y actuaba para dar sentido a sus palabras me tenía con la verga dura como un palo, había una inocencia innata, por muchos versos ella era mayor que yo, pero su comportamiento la hacía parecer una muchachita adolescente y de una pureza a toda prueba, entonces le pregunté − ¿y tu crees que las chicas disfrutan el sexo oral? – sus ojitos brillaron y mientras se pasaban su lengua por sus labios y como haciendo reminiscencias de algo pasado, me dijo – a la mayor parte de las pibas les gusta mamar pijas … lo que no les gusta a todas es el sabor del semen … algunas lo disfrutan esparciéndoselo por todo el cuerpo, otras lo tragan, otras lo escupen, otras lo alejan lo más posible de ellas … es otro asunto que no es igual para todas … − agregó mientras se llevaba un dedo a su boca y lo chupaba.

Casi me ahogué, porque mientras hacía eso yo estaba bebiendo mi último poco de vino, Brígida me miró con ojos somnolientos, lascivos, divertidos y llenos de deseos, lo se que estaba bajo los efectos del alcohol, cuando se acercó a mi moviendo sus caderas y pasos de gata, yo ya sabía lo que iba a suceder, ella se pegó a mi y yo la estreché a mi cuerpo, ella me beso cerca de la oreja, tratando de morderme el lóbulo, sus pechos mullidos y firmes presionaban contra mi pecho, no me pude contener y atrapé sus mejillas en mis manos y me devoré sus labios carnosos y dulces, sentí su mano sobajeando mi pene y tratando de bajar mis shorts − ¡ayúdame! … − me dijo casi implorando …

Continuara …

domingo, 19 de junio de 2022

Tamawarinin Yuki (1975)

 

Yuki es la chica que recibe primero a los nuevos reclutas del burdel (algunos dispuestos, otros no), y es su trabajo educarlos para futuros clientes.

Japonés | Subtítulos: Inglés (incrustado)

También conocida como: Virgin Breaker Yuki


1.02GB | 64:16mins | 720×360 | mkv

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